Por: Mao
La alianza pequeñoburguesa del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) y el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) tiene su primer reto contra los partidos tradicionales en Puerto Rico. Buscan erradicar el código electoral implantado en 2011 por la administración de Luis Fortuño. El mismo prohíbe las alianzas entre partidos políticos y las candidaturas coaligadas.
Para ambos partidos los artículos 6.1 y 7.9 del Código Electoral son anticonstitucionales. Juan Dalmau quien lidera el PIP y Manuel Natal del MVC, coinciden en que los códigos electorales implantados limitan la democracia. En lucha conjunta han impugnado una demanda contra el PNP y PPD y las instituciones encargadas de las elecciones burguesas.
La alianza busca como volver a leyes electorales del pasado, donde se permitían las coaliciones partidarias.
Aunque es cierto que los últimos resultados electorales mostraron que quien gobierna el país lo hace con un porcentaje mínimo de votos, la ingenua confianza en el sistema electoral no presentara ningún cambio significativo a largo plazo para las masas trabajadoras. Siguen los partidos de la burguesía autoproclamándose como representantes de la mayoría de la población y trazan sus metas en como obtener su apoyo electoral.
Esta batalla pone al PNP y el PPD ansiosos. La ley electoral impulsada por el PNP en 2011 fue creada para silenciar los otros bandos burgueses que van surgiendo. Los cuales han ido ganando más empatía dentro de la clase trabajadora.
Las confrontaciones entre estos partidos en la colonia se asocian al colapso del capitalismo y sus partidos. Los partidos burgueses generan una camisa de fuerza que limita el avance político de la clase trabajadora, independientemente a que sector de la burguesía representen. Mas allá del aspecto colonial que caracteriza la política en la isla, los partidos en conflicto en la colonia cargan con una visión particular para salvar al capital. Por un lado, MVC y el PIP persiguen la entrada de atraer nuevos mercados capitalistas, mientras que el PNPPD insisten en continuar siendo intermediarios de los monopolios capitalistas estadounidenses.
Son estas contradicciones las que tenemos que identificar como clase para emanciparnos políticamente de quienes quieren hacer persistir un sistema que evidentemente no satisface la vida de las mayorías trabajadoras. Sus concepciones de democracia son tan limitadas que lo único que pueden ofrecer a la clase obrera son escaños en las podridas estructuras políticas de las legislaturas burguesas.
La historia de traiciones obreras por parte de los partidos reformistas o sociales demócratas recorren el mundo. En Puerto Rico su gran particularidad es el apoyo que dan al establecimiento de una Republica Burguesa.
Esa “Patria Nueva” es un ensayo para adaptar la conciencia política de la clase trabajadora al poder económico capitalista centrado en el mercado trasnacional del capital.
Los sindicatos, movimientos sociales y trabajadores en su carácter individual están siendo arrastrados por estas vertientes en el vacío político que experimentan la mayoría de los países del mundo.
Toda esta nueva apertura política apoyada por los grupos más liberales del Partido Demócrata de Estados Unidos en realidad no dará fin al bipartidismo. Ensayos históricos se han dado en Estados Unidos, en Europa y Latinoamérica y vemos como las fusiones entre clases, de no contar con la dirección política obrera, las alianzas resultan inútiles o beneficiosas para una y otra vez restituir el poder político de la burguesía. La visión ideológica de alianzas reformistas electoreras mantendrá al margen a la clase obrera, siendo espectadores de los procesos políticos y no la clase protagonista.
Sus proyecciones no hacen más que describir la inocencia pequeñoburguesa y el oportunismo de clases que descarrila a los trabajadores/as a creer que las leyes económicas capitalistas pueden ser reformadas hacia unas que mejoren la vida de la clase trabajadora. La historia nos revela que no es así.
Una alianza progresista de la pequeña burguesía no puede depender de conceder a lideres sindicales y obrerxs , puestos políticos en la legislatura burguesa y en las estructuras burocráticas de la política actual. Es una idiotez democrática que desmoralizara aún más a nuestra clase.
En palabras de Marx: “intentar reformar el capitalismo es como arrar el mar”.
Sin embargo, los trabajadores conscientes no nos afanamos a una lucha particular. Creemos en las reformas siempre y cuando podamos utilizarlas a favor de nuestra clase. Por lo tanto, constituir una verdadera alianza entre la pequeña burguesía y la clase trabajadora para oponerse a esta ley antidemocrática es con la formación inmediata de consejos obreros.
De persistir esta ley electoral podríamos permitir que se limitaran las propias fuerzas de la clase obrera. Debemos oponernos a la misma no por apoyar a estos partidos de la burguesía liberal, sino porque esto podría eliminar del arranque la consolidación de consejos obrerxs si queremos pararnos desde todos los ámbitos políticos frente a la clase capitalista. Como trabajadores/as conscientes no podemos permitir que esto suceda.
Resulta necesario separarnos de esta alianza en el sentido ideológico. En cuanto a no dejarnos arrastrar por las desviaciones históricas de la pequeña burguesía. Emanciparnos de manera política nos hará juntarnos para erradicar el código electoral pero con la mirada puesta más allá en no permitir descarrilarnos a ser sus siervos electorales sino a constituir una fuerza política independiente.
Por eso insertarnos a estas alianzas exige inmediatamente formar consejos obrerxs que desarrollen un programa político que eleve estas concepciones democráticas de MVC y el PIP.
En ellas nos ven como clase subordinada a sus intereses burgueses y no como una clase dirigente que puede tener la capacidad de gobernarse.
Como clase trabajadora no podemos continuar pisando el mismo lodo que nos mantiene en la cola del proceso.
Arrinconarnos detrás de una democracia que solo sirve a la burguesía no acabara con el bipartidismo tradicional. Le dará más fuerza. Sin embargo, una democracia que ponga los intereses de nuestra clase directamente en la administración de los centros de trabajo y la planificación económica de los barrios bajo el poder de los consejos obreros es ese primer paso para arrancar el bipartidismo tradicional y el vaivén político de la burguesía reformista en el “quítate tu pa ponerme yo”
Apoyamos el derrocamiento de esta ley antidemocrática electoral desde la perspectiva de establecer consejos de trabajadores que no esperen por que la pequeña burguesía nos ceda puestos políticos, sino desde ya construir esa democracia obrera en la toma de decisiones constantes en la administración de nuestros centros de trabajo y de toda la economía del país en una Asamblea Nacional de trabajadores.