Por: Mao
El 8 de marzo las trabajadoras hacen que no olvidemos la opresión, explotación y todo el estancamiento humano del orden de producción capitalista. Conscientes de que la lucha por la reivindicación de la mujer trabajadora es continua, cada año en esta fecha se deja presente un suceso histórico que da rostro a las necesidades del capital en sacar lo más que pueda de nuestra fuerza de trabajo.
En este día recordamos como más de un centenar de trabajadoras fueron quemadas por los dueños de la Cotton Textile Factory, en Washington Square, Nueva York, en marzo 8 de 1908.
Estas exigían igualdad salarial, jornadas mas cortas, mejores condiciones de trabajo y un tiempo para poder darles el pecho a sus hijxs.
Las diversas huelgas que estaban orquestándose en las fábricas de Estados Unidos y del mundo marcaron un choque entre el trabajo y el capital.
En la fábrica Cotton Textile gran parte de lxs trabajadores tomaron la decisión colectiva de unirse a los reclamos obrerxs que se estaban dando y se lanzaron a la huelga. Un grupo de trabajadoras, se estima que alrededor de 130 a 140 se mantuvieron dentro de la fabrica y para que estas no pudieran unirse a las manifestaciones, los dueños de la fabrica las encerraron en la misma y prendieron fuego al lugar con las trabajadoras adentro.
Desde entonces, la indignación de las mujeres trabajadoras se extendió en el mundo a través de organizaciones obreras en las que se tomó la decisión de conmemorar cada 8 de marzo como un Dia Internacional de carácter proletarix.
En este aspecto organizativo cabe destacar que en 1910 se desarrolló la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras celebrada en Copenhague (Dinamarca) con la participación de más de 100 mujeres, las cuales aprobaron la resolución expuesta por la revolucionaria Clara Zekin para declarar el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Los sucesos que describen esta historia de nuestra clase trabajadora renacen cada 8 de marzo la inevitable realidad de que no existirá coexistencia entre el trabajo asalariado y el capital. En la medida en que aumenta el salario, aumenta la productividad o disminuyen las ganancias del capital. Y en sentido, se genera ese choque en el que demuestra a lo que están dispuestos los capitalistas cuando se generan estas confrontaciones inevitables
Un día como hoy aunque la situación de la mujer trabajadora en términos salariales pueden encontrarse ciertos adelantos, resaltamos que todavía la mujer trabajadora sigue estando por debajo del tope salarial realizando el mismo trabajo que los hombres.
Las mismas estadísticas coloniales han afirmado esta realidad de desigualdad. En estudios del ano pasado se entrevistaron a mujeres trabajadoras y resulto alarmante el grado de desigualdad en el sector publico y privado. Donde solo 43% de las mujeres trabajadoras del sector publico y 39% de las mujeres trabajadoras del sector privado, opinan que los patronos no tienen los mismos niveles salariales entre hombres y mujeres. En este estudio realizado por el Departamento del Trabajo, se entrevisto a 4,050 personas. Lo que quiere decir es que la cosa es más alarmante.
En ese mismo estudio las respuestas de las mujeres trabajadoras revelaron que la mayoría son víctimas de acoso sexual y hostigamiento laboral en sus trabajos. Lo que reafirma aun mas que la mujer trabajadora es doblemente oprimida y explotada: en su trabajo y en la casa.
Es preciso destacar que, en cuanto a la violencia a la mujer, a pesar del estado de emergencia por violencia de genero implementado por la administración de Pierluisi, el Observatorio de Equidad de Género de Puerto Rico, destaco que para noviembre 2022 la isla reportaba un total de 62 feminicidios, entre directos e indirectos, de los que 14 fueron catalogados como íntimos. Muy alarmante en una isla de poco más de 3 millones de habitantes.
Con estos datos conmemoramos el 8 de marzo, Dia Internacional de la Mujer Trabajadora, como uno en el que se confronta la lucha política e ideológica. Ambas que deben dirigirnos hacia un mismo camino como clase. Mirar ese enemigo común que se llama capitalismo.
En ese sentido ideológico, nos preocupamos por cuan susceptible está el feminismo con las visiones reformistas de la sociedad. Nubladas por distinguir excesivamente conceptualizaciones particulares de los asuntos de genero con una gran timidez en enfatizar que el problema económico capitalista es la raíz que ocasiona la violencia de género en todos sus aspectos.
Muchos movimientos feministas se proclaman anticapitalistas. En asuntos políticos esto es débil. Distingue las contradicciones del capitalismo, que son inevitables no destacarlas, pero dejan a un lado el carácter político de quien tiene el deber histórico como clase en destruir el capitalismo, la clase trabajadora, ya sea por su composición cada vez más grande o por la condición de ser la clase más afectada en esta sociedad. Los pequeños sectores que buscan la coexistencia entre las clases, ese termino les satisface.
Ese sector es la pequeña burguesía y la burguesía liberal. Por lo que el feminismo actual tiene un corte de feminismo burgués y si algo nos da en la cara los sucesos históricos del 8 de marzo es que el feminismo tiene un sentido progresista cuando es proletarix.
De lo contrario, son líneas y consignas políticas que siguen arrastrando al movimiento desde donde surgió, desde la misma sociedad capitalista. Por esta razón el feminismo progresista se desarrolla con la aparición de una clase social que no había adquirido conciencia política cuando se fundan las corrientes feministas. Esa clase social, es la clase trabajadora. Una clase que surge del propio sistema capitalista y distingue las corrientes feministas del socialismo utópico a un socialismo revolucionario.
Como trabajadorxs conscientes de los actos conmemorativos del 8 de marzo, tenemos el deber de tildar de enemigo todas las vertientes del feminismo burgués y reformistas como uno que pretende ir a una lucha con un cuchillo boto y sin cabo. El feminismo proletarix y revolucionario representa la democracia más avanzada que no negara la expresión individual independientemente la categoría social de las personas.
¡Por un 8 de marzo Proletarix!