De la política anti-gay en el marco de la sociedad capitalista controlada por la burguesía conservadora

Por: La Rojita –

Tan reciente como el 8 de marzo de 2022, el proyecto de ley “Don’t say gay” fue aprobado con veinte y dos (22) votos a favor y diez y siete (17) en contra. Este proyecto de ley básicamente prohibió enseñar sobre orientación sexual en las escuelas del estado de la Florida. Entró en vigor el 1 de julio del 2022. El gobernador republicano Ron de Santis apoyó y firmó la medida. Ya al día de hoy, otros estados gobernados por el ala republicana del Partido Republicano de Estados Unidos están sumándose al estado de Florida, para impulsar dicho proyecto de ley. Ya en muchas, o, mejor dicho, en todas las escuelas del estado han advertido a maestros a no usar artículos con los colores de la bandera gay y remover fotos de sus matrimonios del mismo sexo de sus escritorios. Por otro lado, los distritos de las escuelas han enviado cuestionarios a los maestros para que verifiquen libros y material de educación sexual y que contengan referencias a identidad de género o raza. No mucho después de haberse aprobado el proyecto de ley, ya el presidente electo por el partido demócrata de Estados Unidos, Joe Biden, visitó la Florida, con el objetivo de hablar de inclusión social a la comunidad LGBTTQ e igualmente, tratar de reproducir la idea de convivencia en un capitalismo más diverso, como una estrategia reformista. Haciéndonos ver con su populismo burgués, que un capitalismo más inclusivo radicaría en una sociedad más justa cuando lxs trabajadores/as conscientes ya sabemos que la coexistencia de la burguesía y la clase trabajadora desata la insostenible lucha de clases.

Ahora bien, no olvidamos que el concepto de familia en la sociedad capitalista e imperialista anglosajona, la familia nuclear, sigue siendo una institución fuerte y notable, ya que por medio de esta asegura la reproducción biológica, los productores del trabajo doméstico, de bienes y servicios.  Y se ha creado bajo la influencia ideológica de la familia tradicional estableciendo un orden que no responde a la realidad actual del mundo en que vivimos. Dando como resultado paralelo una sociedad estancada que perpetua la división de la clase trabajadora. Este sector que promueve concepciones obsoletas de la vida reincorpora constantemente los preceptos morales fundamentalistas, que van en contra parte del desarrollo de la sociedad. Así entonces, vemos a la familia nuclear del orden social burgués de carácter conservador, como la limitación de poder elevar este tipo de familia y otros modelos de familia, hacia una que responde a los propios cambios que van dándose en el mismo entorno de las familias obreras, gracias al desarrollo de las fuerzas productivas y la visibilidad cada vez más de diversas personas con sus respectivas categorías sociales en los ámbitos de trabajo donde se desenvuelven y se relacionan las mayorías trabajadoras.

Por lo tanto, notamos que toda conducta que surja en contravención a la norma de la familia tradicional conservadora provocará al sector mas atrasado del Estado capitalista, una amenaza feroz que va con todo para derrocar las relaciones del orden social en el sistema patriarcal. Entre estas “amenazas”, entra en pugna la homosexualidad que todavía es ferozmente condenada por los fundamentalistas clericales y los conservadores seculares. Y hemos experimentado a través de los años, como el estado capitalista abandona su predica de “libre expresión”, “libre asociación” y “democracia”, para prohibir, coaccionar, limitar conductas homosexuales como forma de vida. Así vemos la precariedad de la llamada “democracia” en el sistema capitalista.  Esta precariedad hace imposible que lxs trabajadxrxs consigan ganarse el respeto de los demás por tomar la decisión de su preferencia sexual. Esto es antidemocrático para las mayorías trabajadoras que son quienes reciben la mayor opresión de la sociedad.

Consecuentemente, mientras los capitalistas, en su carrera económica tratan sin éxito de mejorar la calidad de vida de la clase trabajadora, en la medida que intentan recuperar los “valores familiares tradicionales”, las lesbianas, los homosexuales, las personas “trans” son utilizados como chivos expiatorios. El estado capitalista aprovecha esta coyuntura para ejercer campañas en contra de las personas “trans”, preparando así el terreno para campañas fascistas por medio del reclutamiento ideológico, de religión mezclada con la política. Como comunistas es bien importante estar pendientes del papel del fascismo, el cual se presenta de forma violenta. El fascismo en cuanto a la composición de la familia se basa en un ambiente conservador, cuyo punto principal es la familia patriarcal. El núcleo familiar en la sociedad capitalista tenderá siempre a la subordinación de los roles de género, que, mediante la cultura de cada país, captan la atención ideológica a través de la apelación al sentimiento de la preservación de la cultura y surgen de la base de una sociedad de clases, basada en la explotación y la opresión, e ignorando así el hecho de cambiar la estructura socio económica de la producción.

No podemos hablar de una sociedad capitalista, ignorando la premisa de que la opresión es parte de la misma. Si bien es cierto que los individuos homosexuales, lesbianas y trans-géneros experimentan presiones sobre formas ideales de conductas, imaginemos la violencia y discriminación feroz en cuanto a acceso a la vivienda, trabajos y en espacios privados y/o públicos. Por otro lado, notamos como las campañas LGBTQ2 +, son apoyadas por clases dominantes, en las cuales conservan la explotación de clase y la alienación psicológica. Sin duda alguna, nuestra lucha debe dar dirección a una conciencia de clase, a la eliminación de las clases sociales, con el resultado de la lucha común por la emancipación de la clase obrera de la cual nacerá  una cultura verdaderamente humana y libre, que moldeará nuestra conciencia, romperá generaciones de prejuicios y arrojará al basurero de la historia la monstruosa discriminación, el racismo, el sexismo, la violencia y la degradación que sufren actualmente las personas trans, homosexuales, lesbianas y personas no-binarias. Esto lo logramos, cambiando el orden a base a los intereses de la clase trabajadora y no a base de los intereses del capital. Nosotros como revolucionarios debemos trabajar constantemente para deshacernos de siglos de adoctrinamiento de la clase dominante para ganar la voluntad de clase trabajadora. Toda forma de fanatismo religioso, conservador, patriarcal frena la unidad y el progreso en la lucha revolucionaria de todas las sexualidades, géneros y sexos. Esto no surgirá de la noche a la mañana, sin embargo, podemos dar el primer paso en combatir las políticas obsoletas que dividen a nuestra clase cada día más y recalcarle a lxs trabajadores que no podemos permitir mas la división y discriminación de nuestrxs pares de clase por alguna categoría social.

Un proletariado con conciencia de clase, que se ha liberado de la ideología y del conservadurismo religioso y económico capitalista, atracará la cuestión de la vida sexual y también el problema de la homosexualidad sin los prejuicios que ha generado el conservadurismo religioso y la burguesía.

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