Puerto Rico y sus desastres

Kmilo Azuquita

Se acercan los meses más peligrosos de la temporada de huracanes: agosto y septiembre, en los que hemos recibido el azote de 75% porciento de todos los ciclones que nos han impactado. De cara a este período, nos encontramos en el decimoquinto año de recesión económica, sin aún lograr la reconstrucción de daños causados por el paso de dos huracanes, temblores en el área sur de la isla grande y mucho menos alcanzar la recuperación de una normalidad. Sobre esto pesan los estragos de la pandemia y otros atropellos coloniales.

Continúan sin solucionar las necesidades de las personas afectadas por los desastres climáticos que aún están con sus viviendas comprometidas o las han perdido del todo. La Pandemia agrava el problema de desempleo y las condiciones laborales. Hay un número sin precedentes de desempleados y otros tantos que, para preservar su trabajo, han visto sus jornadas reducidas. El estado ha avalado con su departamento del trabajo las directrices de los patronos que amenazan a las y los trabajadores a reintegrarse a sus labores o perder el empleo y sus derechos a desempleo. Situaciones que recrudecen el ya profundo daño social y emocional a la salud y a las familias de la fuerza trabajadora en el país.

¿Cuál es el plan del gobierno colonial para enfrentar esta temporada? El mismo de siempre. Preparar el cucharón para servirse lo mejor que pueda con un clientelismo, amiguismo y distribución de beneficios para los más cercanos. De cada crisis se alimentan con el mismo descaro.

Muchas de las instituciones están menos preparadas que nunca para la temporada. Padecen de una negligencia intencional realizadas con el propósito de crear condiciones de privatización. El abandono del mantenimiento y los despidos de personal van abriendo paso a sus intenciones. Es una muestra más de la incompetencia e irresponsabilidad de la administración colonial. Un panorama de total inseguridad ante la época de huracanes.

Mientras anuncian millones de dólares para reconstrucción y recuperación, nos quedan los sinsabores de las puertas giratorias que garantizan que esos fondos terminen en el cucharón de los burgueses. Sus acciones van en rechazo de ayudas internacionales y convenios para situaciones de desastre para lograr apropiarse de lo asignado y realizar reparaciones mediocres, proyectos faraónicos y gastos en insumos que terminan en almacenes repletos de ayudas sin distribuir. Tal fue el caso de los encontrados en Ponce, Carolina y Cayey, donde suministros de primera necesidad, equipos médicos y material de construcción quedaban rehenes de la administración colonial. La actual suplente del despedido gobernador colonial, no electa por el pueblo, Wanda Vázquez, fue una de las que en el escandaloso “chat”, pidió evitar referidos a su departamento de justicia para no tener que investigar el mal manejos de artículos y fondos durante el huracán María. La negligencia no ha sido solo de los administradores en la isla, pues la misma Agencia Federal de Manejo de Desastres-FEMA se vio involucrada en casos de corrupción. El gobierno de Estados Unidos le va dando catedra de corrupción al gobierno colonial y estos aprenden a la velocidad de la luz.

El manejo durante esta pandemia no ha sido diferente. Vemos cómo oligopolios se hacen de millones y se venden como filántropos. Recientemente una de las tres cadenas importadoras de alimentos para el archipiélago vendía su imagen caritativa ante la crisis mientras recibía para esto $107 millones de dólares. 200 mil cajitas de alimento con un valor de $45 con un presupuesto para cada caja de $535. ¿Generosa actitud o pescando en río de crisis nuevamente? Los administradores coloniales son generosos con los que aportan a sus campañas, con un pueblo trabajador desamparado a su suerte. Mientras estos continúan pescan dólares, el pueblo es quien se ocupa de las necesidades del pueblo. Resaltemos las autogestiones de las comunidades obreras que con sus labores espontáneas levantaron a Puerto Rico. Esto es una muestra más de que sin la clase obrera el mundo no camina. Mientras el interés del estado es levantar capital primero, la gente clamaba por agua y alimentos.

No olvidemos que se padeció la interrupción eléctrica más prolongada en la historia de Puerto Rico y Estados Unidos y aún el sistema no se recupera. El sistema de distribución aún no está en las mejores condiciones, sobre todo el sistema de distribución que aún está en pobres condiciones. Algunas reparaciones temporeras ofrecen peligro de volver a averiarse en cualquier momento. Esto es fruto del trabajo de empresas privadas que cobraron muchísimo más de lo que hubiese resultado el uso de propio personal y contingentes bajo acuerdos internacionales de desastres entre sindicato que no se solicitaron. Empresas norteamericanas facturaron hasta $5,200 por celador DIARIOS, mientras un contrato de solidaridad sería solo por el salario y gastos de movilización del celador. El lucro no es el fin de esa ayuda ya que no incluye ganancia alguna para esas compañías. Aprobaron un contrato de privatización de gran envergadura a espaldas del pueblo. Un contrato público, de una agencia pública y de interés público, manejado como negocio propio con desfachatez. Felizmente concretaron la creación un monopolio privado a cargo de un servicio esencial. Sin duda un intento de librarse de responsabilidad ante la fuerza laboral, la pésima administración gerencial y sus consecuencias para el pueblo durante los pasados y futuros embates.

A esta agencia se unen muchas otras del sector gubernamental y privado que hacen fiesta cada vez que el pueblo padece de una crisis. El Departamento de Hacienda y el Banco Popular han acordado un contrato para custodiar el dinero del pueblo tutelado por la JCF sin concederle intereses a devengar del dinero resguardado. Ante las críticas y la misma fiscalización del pueblo se revirtió esa decisión y cada mes se comenzaron a devengar millones por este concepto. Sabemos de los lazos familiares entre el presidente de la Junta de Control Fiscal, José Carrión III, y la dinastía Carrión, fundadores y dueños del Banco Popular, incluyendo al presidente de su junta de directores, Richard Carrión. Este banco que ha expropiado como verdugo silente a las y los trabajadores, representa otro ejemplo de cómo corporaciones se lucran del sufrimiento del pueblo puertorriqueño. No duden que estas próximas navidades nos entreguen otro musical navideño pagado con las lágrimas de nuestros desastres. El desplazamiento de la población en todo el archipiélago va creando condiciones para pueblos fantasmas que se convertirán en premio para especuladores de bienes raíces dirigidos por este emporio bancario y sus filiales. Una oportunidad en bandeja de oro para los buitres y las instituciones bancarias. El momento es ahora para que el Banco Popular asuma su responsabilidad y provea vivienda para aquellos que la necesitan y devuelva todo dinero que haya devengado de las cuentas del gobierno destinadas al pago de la deuda. En estos momentos y el pueblo trabajador empoderado debe servir para el impulso de otras formas de urbanismo más simbiótico entre la agricultura, la industria, las viviendas, los espacios recreativos (zonas agro/industria) donde se mantenga un manejo, por y para las comunidades, más eficaz y eficiente de la tierra y sus recursos para que como principal resultado se satisfagan las necesidades de las comunidades de trabajadores que allí se congreguen. La clase trabajadora debe entrar en posesión y disfrute de los bienes de la nación.

Todo el archipiélago padece junto las carencias y dificultades de los desastres climáticos, y las islas municipios de Culebra y Vieques con o sin huracán las mantiene casi aisladas con unos servicios de transportación marítima increíblemente pésimos. Ni hablar de los servicios médicos que no existen aún a tres años del huracán María. Recordemos la muerte en enero de la niña de 13 años que no pudo tener acceso a un respirador adecuado y no eran tiempos del COVID-19. La población de esta isla municipio lleva ya 3 años sin un hospital. Muchos de estos equipos médicos en los almacenes del olvido estaban destinados para Vieques pero nunca se enviaron. Estos equipos estaban siendo vendido por “amigos del sistema” para sacarle más dinero, en vez de utilizarlo para el pueblo. ¡17 millones en equipos médicos en el almacén de Carolina y se perdía esta valiosa vida por falta de un respirador adecuado! ¡1 respirador, no 10! Tampoco podemos olvidar las más de 4,500 víctimas fatales que nos dejó el embate del huracán María. ¿Hasta dónde llega el analfabetismo disfuncional de estos administradores coloniales? Hasta el punto de poner su propia vida y las otras en riesgo con tal de hacer dinero a cuenta de la tragedia de todas. ¿Que ha cambiado para ellas y nosotras hasta la fecha? Nada. Pero tampoco ha cambiado la capacidad de autogestión y movilización de la ciudadanía y eso se vio durante los huracanes, temblores y las acciones concretas durante esta pandemia. Ante la inacción de el gobierno, la acción popular ciudadana. De ahí la importancia de combatir el analfabetismo político, fomentar la unidad de lucha y sobre todo su organización.

Es necesario poner bajo el control democrático de la clase trabajadora toda la industria energética, así como otras carcomidas instituciones por estos buitres. Los mismos que padecen las necesidades durante los huracanes y temblores deben ejercer el control directo y democrático con un plan de desarrollo basado en la garantía del servicio a la población y no intereses privados. Las y los trabajadores se han destacado en el empoderamiento para manejar las necesidades de la gente en sus entornos. Los intereses privados jamás han visto como rentable ni necesario mejorar las condiciones de la fuerza laboral ni el servicio a la sociedad. Ahora en este año eleccionario les convocan para que renuncien a ese poder y se lo entreguen a sus candidatos y se conformen con una democracia representativa que nunca ha demostrado ser funcional para los intereses del pueblo. Elevemos la participación democrática del pueblo trabajador y no renunciemos al poder ya adquirido..¿Acaso hacen faltas más pruebas de la ineptitud del sistema representativo actual en el archipiélago? Vamos ya todos y todas a integrarnos en la organización de clase obrera, digamos no al protagonismo partidista de procesos electorales coloniales y consultas de estatus no vinculantes, combatamos el protagonismo, el individualismo, las agendas escondidas, la inmovilidad y el quietismo. Como prevención y antídoto a la improvisación y otros vicios capitalistas, está el trabajo y la organización colectiva bajo una dirección colectiva bien formada. De las manos de la clase trabajadora surgió la ayuda durante estos desastres y de la mano de esta surgirán los cambios impostergables del archipiélago borincano.

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