El terrorismo del estado capitalista en Estados Unidos

Por: I’naruGuatu’

Guía para quienes lean: la presencia de “x” en expresiones como “lxs” puede sustituirse por “a, e, o” según su expresión de género (ejemplo: las, les, los).

Con toda la rabia y la razón, el mundo se ha estremecido nuevamente ante el brutal asesinato de un hombre negro de 46 años llamado George Floyd en Estados Unidos. Esta muerte fue provocada por Derek Chauvin y sus cómplices,oficiales blancos de la policía de Minneapolis. El asesinato de Floyd fue una acción consciente e intencionada por parte de uniformados de la policía.El asesinato de Floyd se suma a las muchas otras muertes de personas negras a manos blancas tanto civiles como oficiales. Este incidente generó un levantamiento masivo repudiando el racismo sistémico y la brutalidad policiaca en distintas ciudades de toda Estados Unidos. Asimismo, se organizaron manifestaciones de solidaridad en distintas partes del mundo, incluyendo Borinken. Por su parte, el gobierno racista dirigido por Trump se ha reafirmadoen asumir políticas represivas para aplastar la movilización de personas trabajadoras. El presidente ha puesto a la disposición al ejército para “dominar” y dispersar a las manifestantes. En uno de sus controversiales el presidente tweets comentó: “en cuanto comience el saqueo, comienza el tiroteo [hacia las manifestantes]”. Además, sugirió la militarización de las protestas para aplastar la rebelión.

Los derechos adquiridos para expresarnos y protestar son una cuestión claramente arbitraria para el gobierno estadounidense. ¿La seguridad de quiénes es la que se está preservando con estas medidas? Cada día miles de civiles de todas las edades son roseadas con aerosoles de pimienta, balas de goma y gases lacrimógenos como intento desesperado por intimidar y debilitar la movilización de las masas trabajadoras. Además, se han reportado miles de arrestos, cientos de casos de brutalidad, abuso de poder y exceso de fuerza por parte de la policía hacia las manifestantes.Entonces preguntamos: ¿quiénes son los terroristas? ¿quién controla el terror? Por su lado, el estado define la violencia como actos de amenaza y destrucción de la propiedad privada. Los edificios, los autos, la propiedad privada no siente, sufre o padece. Al contrario de la vida, la propiedad no se puede violentar. Por nuestro lado, las masas trabajadoras llevamos sobreviviendo, amenazadas y aterradas por la violenta explotación laboral, el racismo y el machismo. Estas violencias sistémicas exacerban las condiciones de precariedad a la que someten a las mayorías a beneficio de la verdadera minoría, la clase capitalista.

El sistema capitalista racializado ha vulnerado significativamente más la vida e integridad de las personas negras y de otras diversidades étnicas. Bajo este sistema, las personas negras tienen mayor probabilidad de morir por casi cualquier razón posible, incluso por brutalidad policiaca y COVID-19. Es importante recalcar dos aspectos de esta situación: 1) los privilegios jurídicos de lxs policías en relación al resto de la ciudadanía; 2) un sistema socioeconómico racializado genera condiciones de desigualdad por raza o etnicidad, y se enriquece de estas inequidades. El estado invierte nuestras riquezas en pintar de héroes a sus juguetes de terror. El estado construye discursos e imaginarios para monopolizar y legitimar su violencia.Desde la niñez nos adoctrinan para pensar que la uniformada merece respeto y confianza, que cuidan a “lxs buenos” y castigan a “lxs malos”. Esta es una tergiversación extravagante de la realidad. La policía son la herramienta de represión y terror interno del estado y sus dirigentes capitalistas. Son personas adiestradas para obedecer a ciegas y a tientas, subyugar su propia voluntad e inteligencia, reprimir la fuerza y prevenir la organización de las masas trabajadoras a toda costa. Esta realidad la podemos observar en el caso del asesinato de Floyd y cientos de otras personas negras, donde la violencia ejercida por la policía pasa impune. La coerción y violencia de la policía, guardia nacional y posiblemente hasta militares hacia lxs manifestantes. Un presidente, supremacista blanco, que promueve la persecución racial y étnica. Por otro lado, el sistema capitalista que manipula los gobiernos “democráticos”,nutriéndose de la desigualdad y los prejuicios. El sistema capitalista se beneficia y enriquece al dividir a la clase trabajadora en categorías como raza y género. De esta manera, genera conflictos internos que atomizan la fuerza del proletariado, evita nuestra organización eficiente, limita nuestra participación y representación, y desdeña nuestro potencial de tomar y ejercer el poder político.

“Opening up Americaagain”, fue la política de Trump ante la crisis del COVID-19, donde se levantó el toque de queda y la cuarentena para que no se afectara más la economía de sus amigxs, los explotadores, dueñxs de los medios de producción. Las prioridades de un gobierno que responde a las presiones capitalistas no fueron la provisión de pruebas efectivas, adecuadas y masivas para detectar el coronavirus; no fue sistemas de rastreo para detener el contagio; no fue la provisión de todos los recursos económicos, tecnológicos y científicos necesarios para atender las necesidades de salud pública suscitadas por la pandemia. Trump abandonó a nuestra suerte a lxsobrerxs obligando a permanecer operantes bajo condiciones inseguras durante la pandemia, provocando una ola de contagios masiva y hasta futura escasez en ciertos alimentos. Todo lo anterior para instaurar un toque de queda con el propósito explícito de violentar nuestro derecho de expresión.

A pesar de la brutalidad y los despliegues de poder del gobierno estadounidense, la prensa clasista ha respaldado el discurso de Casa Blanca en cuanto a la presencia de “agitadorxs externos”, “extremistas”, secuestrando o tergiversando (“hijacking”) las protestas pacíficas. Las palabras importan en tanto demonizan y criminalizan el legítimo levantamiento de las trabajadoras. Este discurso promueve desconfianza entre las manifestantes trabajadoras. Genera un sentido de sospecha, de que existe una agenda misteriosa, maquiavélica y desconocida departe de lxs participantes de las protestas. Esto sirve para crear confusión, caos y división entre las manifestantes. Es una manera de coartar la movilización, deslegitimarla, cuestionar las intenciones de las manifestantes y restar credibilidad a sus reclamos. No podemos permitir que este discurso afecte la combatividad de la clase trabajadora. El gobierno imperialista, capitalista, patriarcal, racista estadounidense NO TIENE AUTORIDAD para establecer ninguna definición coherente de “paz”. Un país invasor, colonizador, explotador, que promueve la gentrificación, la expropiación y el desplazamiento no se rige por la paz. Se abastece y enriquece por la guerra, la desestabilización social y el caos sociopolítico en todas partes del mundo, incluso en sí mismo.

Las masas trabajadoras estadounidenses tienen claro que este sistema de persecución, explotación y exterminación sistemáticas no puede continuar. Estos incidentes no son aislados, sino que comparten trayectoria con la esclavización, el darwinismo social y el racismo científico que sentaron las bases para perpetuar, sistematizar y legalizar las medidas eugenésicas del estado capitalista. Recordemos los campos de exterminación, las invasiones imperialistas, la experimentación sin consentimiento, las esterilizaciones forzosas, la desigualdad en términos de condiciones de trabajo, salud, vivienda, educación que redundan en menor calidad y expectativa de vida. No merecen nuestra confianza ni respeto. Hemos resistido siglos y actualidades de exterminación y explotación brutales y no queremos más. Queremos vida, trabajo, salud, educación dignas. Queremos un sistema que priorice nuestras necesidades, las de la mayoría trabajadora, y no las de capitalistas que roban y acumulan nuestras riquezas. Expresamos nuestra solidaridad con las sobrevivientes de la violencia racista y apoyamos la combatividad de la clase trabajadora estadounidense en contra de la supremacía blanca, el patriarcado y la clase capitalista. Llamamos a la militancia y coordinación revolucionaria de las organizaciones antirracistas, anti-patriarcales y anticapitalistas a través del partido de la clase trabajadora.

Llamamos a todas lxstrabajadorxs a defendernos por los medios que sean necesarios, tanto en las protestas como en la vida diaria. El “verdadero cambio social” (en palabras delhipócrita de Obama) nunca se ha logrado conreformitas (ni de la policía, ni de la universidad, ni del sistema de salud ni de nada). ¿Cuántas vidas trabajadoras costaron nuestros “derechos adquiridos”? Proponemos necesario el derrocamiento y consecuente colapso del sistema capitalista antisocial, para construir una socialización basada en el bien común para las mayorías. La democracia es la herramienta que heredamos del capitalismo para gestionar nuestra sociedad. Sin embargo, como sugiere Marx, la democracia no debe representar un límite que no queremos sobrepasar;“…es apenas una fase en el curso del desarrollo social desde el feudalismo al capitalismo, y del capitalismo al comunismo.”

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