Por Carlos Borrero
Los obreros del mundo se solidarizan con las masas trabajadoras y campesinas de Bolivia ahora bajo más presión que nunca. Instamos a que se organicen para oponerse a la toma de poder por el alto mando militar en servicio de la oligarquía boliviana.
La renuncia de Evo Morales bajo amenaza militar fue el más claro indicio del giro hacia la derecha de la oligarquía boliviana la cual perdió confianza en Morales y su organización MAS quienes gobernaron durante más de doce años. Al mismo tiempo, los sectores más conscientes de la clase obrera internacional tendrán que sacar valiosas lecciones de la experiencia de MAS como partido de gobernanza y la conducta de Morales como dirigente político.
Morales y su organización llegaron al poder montado en la oleada de partidos ‘izquierdistas’ que caracterizó a América Latina desde principios de los 2000. La base real de su programa fue una coyuntura oportuna en las condiciones de mercado internacional para bienes primarios, particularmente en los sectores petrolero y minero. Estas condiciones permitieron a los monopolios estatales mantener ciertos niveles de rentabilidad en el mercado mientras Morales y su organización MAS llevaron a cabo una redistribución de recursos a favor de los más pobres en la forma de nuevos programas sociales. Sin embargo, al cambiar las condiciones de mercado, los oligarcas bolivianos no sólo se retiraron de su acuerdo tácito con el gobierno de MAS sino que presionaron a Morales a abandonar sus pretensiones progresistas para implementar un programa de austeridad el cual incluyó la represión de trabajadores cada vez más en huelga.
La renuncia de Morales después de acusaciones de fraude electoral demuestra su pérdida de apoyo popular. Es decir, las masas bolivianas que han tomado las calles en estos días lo hacen en oposición tanto a las políticas de austeridad que implementó el gobierno de Morales durante los últimos años como al ascenso de la ultraderecha en preparación abierta para imponer su dictadura.
El hecho de que Morales aceptara el llamado golpe sin instar a las masas populares a auto organizarse para oponerse a los militares es indicio de su complicidad con la oligarquía boliviana y sus padrinos imperialistas. Morales sabe muy bien que la brutalidad desatada en días recientes es sólo el preludio de lo que viene para las masas trabajadoras e indígenas en Bolivia. Después de allanarle el camino para la derecha sembrando ilusiones en el capitalismo nacional, ha abandonado a las masas a su suerte. Su estrecha concepción nacionalista tampoco le permite hacer un llamado honesto a la clase obrera internacional ante el ascenso derechista. Tal es el legado histórico de todo político liberal arropado de socialista, como demuestran los casos recientes desde Grecia a Ecuador.
La historia es una maestra cruel con sus pupilos que rehúsan aprender lecciones duras.