Por Carlos Borrero
A lo largo de la historia, los imperios han exigido a sus sujetos colonizados los tributos de «plata, sudor y sangre”. Además de los impuestos cada vez más onerosos para satisfacer a los buitres financieros y los precios inflados que enriquecen a los monopolios comerciales, así como las concesiones laborales como parte de la sumisión total a los capitalistas industriales, los imperios también exigen el sacrificio de la juventud colonizada para servir como carne de cañón en sus guerras depredadoras. Ese llamado ‘impuesto de sangre’ es uno de los aspectos más nefastos del coloniaje.
Ricardo Rosselló, como fiel defensor del imperialismo estadounidense, jugó una última carta al efecto cuando convirtió en ley el proyecto 1869 de la Cámara, el cual establece el registro automático de jóvenes varones desde los 18 años de edad para el servicio selectivo de EEUU al tramitar su licencia de conducir. Dicha ley forma parte de otras decenas más que ese sinvergüenza firmó en las últimas horas de su incumbencia a espaldas de las masas.
Además de hacer a una persona elegible para el servicio militar obligatorio, la inscripción en el servicio selectivo es requisito para acceder a la ayuda federal para pagar los estudios universitarios, obtener la ciudadanía estadounidense y obtener trabajo a nivel federal. La pena para aquellos que no se inscriben al servicio selectivo es de cinco años de prisión o $250,000.
El proyecto de ley 1869 fue radicado originalmente por el canalla de la Cámara, Johnny Méndez, junto con los representantes José Aponte, Eddie Charbonier, José González y José Enrique Meléndez.
Por más que estos defensores del imperialismo en la colonia intenten minimizar el impacto de esta ley con argumentos de que no se ha impuesto el servicio militar obligatorio en EEUU desde el 1973, la realidad es que la clase dominante estadounidense está muy consciente de la eventualidad próxima de una nueva guerra a gran escala. Como advertimos en una nota publicada en Abayarde Rojo en octubre de 2018, unos días después de la visita a Puerto Rico de Donald Benton, el encargado del servicio selectivo en EEUU, los estrategas del Pentágono están inmersos en los preparativos para una anticipada confrontación con otra potencia mundial.
Está claro que no van a ser los hijos ni de los capitalistas o los politiqueros en su servicio quienes van a ser llamados para verter su sangre en los campos de batalla para defender los intereses de los respectivos grupos de explotadores en pugna. Serán los hijos de las familias obreras, los conscriptos económicos, quienes llevarán la carga de estos sangrientos enfrentamientos entre intereses capitalistas en choque. El pésimo nivel de la participación laboral en las colonias, como es el caso en Puerto Rico, crea un contexto en que un altísimo porcentaje de los jóvenes de extracción obrera será llevado al matadero de la guerra prestando servicio militar a favor de los capitalistas.
Los sectores más conscientes de entre las masas trabajadoras en Puerto Rico, organizados cada vez más en las asambleas de pueblo, exigen trabajo digno y bien remunerado para atender los problemas de la baja participación laboral y el éxodo masivo. Los capitalistas, por su parte, no ofrecen ninguna solución que valga la pena.
Además del nuevo
interés en los referéndums populares como mecanismo para revocar inmediatamente
a oficiales electos corruptos o ineptos, así como enmendar la Constitución, los
trabajadores y estudiantes desde su nuevas instancias de auto organización en
las asambleas tendrán la tarea a corto plazo de luchar por la derogación de
leyes dañinas a sus intereses. Entre
éstas, la nueva ley de inscripción automática de jóvenes trabajadores y
estudiantes en el servicio selectivo debe figurar como prioridad.