Desde hace años hemos denunciado el oportunismo de “líderes” sindicales como Aida Díaz, la presidenta de la Asociación de Maestros de Puerto Rico (AMPR). Dicho oportunismo se define por la total sumisión de llamados líderes sindicales a los patronos y sus defensores politiqueros, la prédica conciliadora pese a los ataques salvajes que se llevan a cabo en contra de los trabajadores, la canalización de toda voluntad de lucha militante de entre las matrículas sindicales hacia las avenidas seguras y controladas de la politiquería electoral y los acuerdos secretos entre líderes sindicales y los patronos en contra de los intereses de las bases trabajadoras; en fin, todo lo que debilita la capacidad de los trabajadores para llevar a cabo una lucha independiente y efectiva en defensa de sus intereses.
Aida Díaz ha sido un ejemplo de todas estas prácticas.
Ahora sale a relucir la base material de este oportunismo en el caso de Díaz con los millones de dólares en contratos del DE otorgados desde 2011 a una compañía cuyo dueño es Eusebio Rodríguez, esposo de la presidenta de la AMPR.
Empleando los mismos argumentos del canalla Pedro Pierluisi cuando éste negaba conflictos de interés a pesar de que su esposa, María Elena, corría una firma de asesoría para fondos de cobertura interesados en bonos de Puerto Rico mientras él era comisionado residente en Washington, Aida dice que no sabe nada ni tiene nada que ver con la compañía del esposo.
No se lo cree nadie.
Estas revelaciones sí demuestran que mientras se cerraban cientos de escuelas y se le destripaba al sistema de educación público dejando en estado de deterioro a muchos salones y planteles; mientras se le ofrecía migajas al magisterio que vive de salarios de hambre y se saqueaba sin piedad a su sistema de retiro; y ahora que se imponen las chárter y los vales educativos, dos esquemas desvían aun más los recursos del sistema público y allanan el camino para la privatización; en vez de organizar una resistencia militante ante todos estos atropellos, la pareja Díaz-Rodríguez se estaba enriqueciendo de los contratos del DE.
Son precisamente sus intereses materiales en la preservación del sistema – su salario inflado de funcionaria burócrata además de los beneficios directos e indirectos que deriva de una empresa la cual depende de contratos del DE – que determinan la actitud y la conducta política de Aida Díaz, y no los verdaderos intereses del magisterio que ésta proclama representar.
Los comunistas luchamos por la unidad de la clase trabajadora. Dicha unidad, sin embargo, sólo puede construirse sobre la base de una defensa militante de los intereses genuinos de los trabajadores.
En el caso del magisterio en Puerto Rico, los años de traiciones de muchos líderes sindicales han resultado en varias escisiones entre los maestros, ahora divididos entre cuatro grupos sindicales con el efecto muy conocido de un marcado debilitamiento en su capacidad de lucha. Es en este sentido que repetimos nuestro llamado exhortando la unidad del magisterio sobre nuevas bases:
- La inmediata destitución de Aida Díaz de su puesto de presidenta de la AMP
- La fijación de todos los salarios de funcionarios sindicales al nivel igual a un trabajador competente;
- la aplicación del principio de revocabilidad inmediata de todo funcionario sindical cuya conducta vaya en contra de los intereses de su matrícula;
- la plena democracia en la determinación de tácticas en la lucha del magisterio;
- la plena transparencia en todas las negociaciones para convenios y la prohibición de reuniones y/o acuerdos secretos entre líderes sindicales y patronos o políticos.
Mientras exista la explotación capitalista, los trabajadores necesitan organizaciones para defender sus intereses inmediatos. Empero, estas organizaciones y aquellas personas elegidas a dirigirlas deben actuar en el interés de los trabajadores y no como conciliadores o agentes directos de los opresores dentro de las filas de los trabajadores. Los trabajadores deben sacar lecciones críticas de sus experiencias con personas como Aida Díaz y tomar medidas concretas para aislar políticamente y hasta purgar de sus filas a estos oportunistas.