La presente situación en Puerto Rico requiere el fortalecimiento del Partido Comunista

Por Cheo Tirado

No cabe duda de que las “jornadas de julio” son “el resultado de un proceso de implementación de políticas de austeridad por la claque financiera que controla las finanzas del territorio. Este grupo privilegiado por las leyes 20 y 22, ya había acordado los términos de reciclaje de la deuda en el infame Informe Kruger, recetario del Fondo Monetario Internacional (FMI). La progresiva privatización de todos los servicios públicos, los recortes presupuestarios, las reformas laborales, el deterioro de la infraestructura, cierres de escuelas, el robo de las pensiones, son algunas de las medidas impuestas que han causado un acelerado empobrecimiento de las masas y sus predecibles efectos sociales”.

Es incuestionable también que las masas en la colonia enfrentan una crisis económica y social profunda. El PCPR lleva más de una década analizando este asunto. Para nosotros, la juventud marxista leninista, se nos hace imprescindible en estos momentos analizar críticamente estos acontecimientos históricos y las conclusiones que podemos hacer sobre ellos si verdaderamente buscamos transmitir lecciones a las masas y que elaboren tácticas acertadas en las futuras luchas.

No podemos despachar los acontecimientos de las pasadas dos semanas superficialmente asimilándolos con las manifestaciones de los chalecos amarillos en Francia o incluso las manifestaciones en Hong Kong. No hay dudas que representan convulsiones sociales directamente relacionadas a la crisis capitalista. Pero una vista superficial de lo que ocurre en Puerto Rico podría concluir en esta generalidad situando en la ambivalencia el porvenir de unas masas obreras puertorriqueñas que comienzan a politizarse. Lo ocurrido hace menos de un mes fue un foco insurreccional y una movilización que sin lugar a duda representa una super mayoría de la población en la calle. Como obreros consientes sería irresponsable no percatarnos de esta realidad. A diferencia de otras manifestaciones (en su mayoría en los centros imperialistas) los actuales acontecimientos ocurren en un contexto particular en términos de su masividad (mayoritariamente proletaria) y en términos de las posibles implicaciones que tuvo en el dominio imperialista en la colonia. Incluso las grandes ciudades estadounidenses temblaron con la efervescencia de la diáspora puertorriqueña en respuesta a los acontecimientos del eslabón débil de la cadena imperialista.

No se trata meramente del fracaso de la colonia capitalista. Se trata de que ante nuestros ojos ocurrieron acontecimientos de lucha de masas nunca visto en la colonia y que el imperialismo comenzó a responder. Ejemplo de esto lo vemos en los arrestos del FBI como una respuesta mediática al auge de las masas indignadas. La respuesta del imperialismo estadounidense apenas comienza. Saben muy bien que la renuncia de Rosello solo agudizará esta crisis política ya que los causantes de esta efervescencia siguen presentes y golpeando a las masas.

Las masas puertorriqueñas continuarán ensayando métodos protagónicos dentro de esta crisis. Seguirán escuchándose exigencias para establecer asambleas de poder democrático. Es algo que se encuentra en las tradiciones de lucha colectiva que van más allá incluso de las grandes luchas contra la venta de la Telefónica en 1998. Aun así, nuestro actual movimiento de masas mayoritariamente obrero y definitivamente rebelde se compone de una diversidad de capas sociales que aún se mantienen bajo una influencia ideológica burguesa. Aunque mantiene demandas legítimas aun requiere una mayor claridad ideológica para que este movimiento logre aguantar a largo plazo los procesos de lucha que se avecinan.

La superación revolucionaria de nuestra realidad actual depende principalmente de la capacidad que tengamos los jóvenes revolucionarios de fortalecer el Partido Comunista de Puerto Rico. Pudimos apreciar con este auge masivo que son estos pulsos en la historia los cuales requieren de un núcleo revolucionario fuerte y preparado para que se eleven en calidad. La burguesía imperialista sabe bien que hace falta formación en las filas revolucionarias y que estamos susceptibles a divisiones. La realidad se nos presenta en la cara. Los pueblos más subordinados del mundo capitalista tienen una susceptibilidad mayor a explotar primero. El que luego de estas explosiones la burguesía logre aliviar el modelo capitalista dependerá del grado de preparación del elemento consciente de la clase obrera en sus respectivos países.

Se hace claro que se deben continuar promoviendo las asambleas de poder democrático y deben dirigirse hacia la independencia política de Puerto Rico y la formación de una República Obrera gobernada por una Asamblea Nacional. Imponer una democracia obrera es una tarea histórica prioritaria para Puerto Rico y cualquier otra parte del mundo hacia la construcción de una nueva era socialista en el mundo. Esto dependerá, dentro de la aportación del pueblo puertorriqueño, de la capacidad de la juventud marxista leninista para formar su Partido.

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  1. Nuevamente, la propaganda del PCPR asume un discurso francamente lamentable haciendo caso omiso a las condiciones objetivas y subjetivas en la situación concreta en que vivimos los puertorriqueños: me gustaría pensar que es quizás por entusiasmo y hervor revolucionario, pero, aún si fuese así, sigue siendo lamentable.

    Se han adelantado planteamientos acerca de la demanda de “Asamblea de Poder Democrático” y particularmente, críticas al artículo “Y después que renuncie, ¿qué?” escrito por la cabeza trotskista del actual PCPR, Carlos Borrero. Se ha propuesto debate en otras publicaciones en forma de comentario en varias plataformas digitales. Pero tal parece que quienes actualmente conforman la propaganda del PCPR solo están abiertos a escuchar comentarios que no les planteen un debate serio sobre lo que son en estos momentos y a lo que han llegado en el plano ideológico.

    En esta ocasión, y luego de leer el artículo del 30 de julio «La presente situación en Puerto Rico requiere el fortalecimiento del Partido Comunista», debo señalar que éste se encuentra plagado de errores y explicamos el porqué. Vayamos, párrafo por párrafo, pues cuando se trata de sostener el debate ideológico, no hay porqué dejar cabos sueltos.

    Comienza el artículo haciendo una cita que de primera instancia parecería acertada, pero que falla en una parte clave y que da fundamento para sostener la errada demanda de la “Asamblea de Poder Democrático”. Cuando dice que “no cabe duda” que las manifestaciones realizadas en julio son resultado de un proceso de implementación de políticas de austeridad, reduce en primera instancia a que los males sociales de la clase trabajadora son producto de una desacertada implementación de política pública. Tal aseveración es anticientífica y falsa. Veamos.

    Las políticas de austeridad son parte misma de la metamorfosis que enfrenta el capitalismo en su fase de desarrollo última y putrefacta en todo el mundo: el imperialismo. En el imperialismo, las crisis cíclicas responden al carácter parasitario en el que los monopolios y el poder de sus carteles en pugna dependen en buena medida de la destrucción periódica de las fuerzas productivas. Estas crisis cíclicas que producen la destrucción de estas fuerzas permiten a la clase capitalista el acceso a recursos y nuevos mercados para dar salida al monumental excedente productivo creado. Estas crisis serán cada vez más agudas y sostenidas y la salida cada vez más difícil para las clases trabajadoras del mundo. Visto entonces el problema en su correcta perspectiva, las políticas de austeridad no son causa, sino fruto del sistema que las genera. Por ende las llamadas “jornadas de julio” en Puerto Rico no son “el resultado de un proceso de implementación de políticas de austeridad por la claque financiera que controla las finanzas del territorio” sino el resultado de una serie larga de contradicciones del sistema capitalista en la colonia, donde la clase trabajadora aún se encuentra en una etapa muy prematura de conciencia revolucionaria y que por lo tanto, opta por moverse al compás de elementos oportunistas y reformistas, decide marchar y protestar bajo una bandera que no es la suya.

    Sigamos viendo cómo se desarrolla el artículo. Continúa diciendo:

    «Es incuestionable también que las masas en la colonia enfrentan una crisis económica y social profunda. El PCPR lleva más de una década analizando este asunto. Para nosotros, la juventud marxista leninista, se nos hace imprescindible en estos momentos analizar críticamente estos acontecimientos históricos y las conclusiones que podemos hacer sobre ellos si verdaderamente buscamos transmitir lecciones a las masas y que elaboren tácticas acertadas en las futuras luchas.»

    Replicamos a este error de la siguiente manera: un partido marxista-leninista guía a las masas trabajadoras, se mantiene junto a ellas. El marxista-leninista no transmite “lecciones”. Su objetivo es convencer a las masas trabajadoras que la vía al socialismo-comunismo es la suya propia. Las “lecciones” revolucionarias son propias de los socialistas académicos y muy ajenas al marxista-leninista. En el temple de la lucha revolucionaria, ante una adquisición de mayor grado de conciencia clasista y revolucionaria, las masas trabajadoras serán quienes darán esas “lecciones” para sí mismas, para la clase obrera internacional y para la historia del movimiento obrero. Distinto a esto es la guía acertada que debe el partido proveerle a las masas, persuadiéndolas y convenciéndolas de su programa, ganando su confianza y marcando la dirección acertada que el partido marxista-leninista debe emplear para encauzar y elevar la lucha de clases a la revolución proletaria y a la construcción del socialismo-comunismo.

    En el próximo párrafo, se menciona en la tercera oración «Pero una vista superficial de lo que ocurre en Puerto Rico podría concluir en esta generalidad situando en la ambivalencia el porvenir de unas masas obreras puertorriqueñas que comienzan a politizarse.» El primer error que podemos sacar de esta afirmación es dar por sentado que las masas trabajadoras “comienzan” a politizarse. ¡No! Las masas trabajadoras ya se encontraban politizadas, no están a la intemperie de momentos trascendentales de luchas. No podemos olvidarnos que los destacamentos más avanzados de la clase trabajadora puertorriqueña en el siglo pasado fueron sometidos por las armas en los momentos más álgidos de la lucha contra su burguesía y el colonialismo norteamericano. Tampoco los comunistas debemos olvidarnos que el Partido Comunista se refundó hace solo una década. Las clases populares han sostenido su lucha por años y décadas incontables; pero ello no puede confundirse con la falta de “politización” que no es sino realmente falta de conducción revolucionaria de este movimiento social. Debemos reconocer como comunistas que los elementos claramente colonialistas y reaccionarios al socialismo están trabajando duramente — como siempre lo han hecho– para asegurar su preeminencia ideológica. En este momento, vemos como se niega obstinadamente la historia de la lucha de clases de los puertorriqueños (en este caso, se advierte como cierto “liderato” o convocatoria de figuras mediáticas del reguetón y baladistas; todos referentes de la fama, de haberse convertido en ricachón y acomodado y por ello seguido por por las generaciones más jóvenes ha asumido el rol de líder). Todo esto, con tal de evitar el desborde definitivo de la lucha de clases y controlarla hacia demandas mínimas a fuerza del protagonismo de estas figuras mediáticas del entretenimiento. En fin, no podemos cegarnos con la debilidad del desarrollo de los movimientos socialistas en Puerto Rico al tratar a los trabajadores como elementos “no politizados” que esperan a que se les hable del socialismo. La politización de las manifestaciones era evidente y trasciende el momento particular que se vivió por dos semanas. ¿Existe una politización en las masas trabajadoras? Sí, una politización del reformismo pequeño-burgués que es natural como bien nos explicó Lenin en el ¿Qué Hacer?. ¿Existe actualmente una politización revolucionaria en las masas trabajadoras? ¡No! por más que se hable de que lo que vivió el país fue una “revolución pacífica”, cualquier marxista-leninista debería saber diferenciar una “politización” de la otra en la propaganda de su partido y esto claramente no se hace patente en esta nota. Lamentable.

    Continúa en este mismo párrafo diciendo: «Lo ocurrido hace menos de un mes fue un foco insurreccional y una movilización que sin lugar a duda representa una supermayoría de la población en la calle. Como obreros conscientes sería irresponsable no percatarnos de esta realidad.» Hablar de insurrección, embrionaria o no, es llenarse la boca de palabras fogosamente revolucionarias y escasamente leninistas. La insurrección de la revolución socialista se diferencia de la insurrección reformista-burguesa. Invito a quien escribió este artículo y a quienes asintieron a su publicación a que lean “El marxismo y la insurrección; Carta al Comité Central del POSDR” de Vladimir Lenin. Para hablar de insurrección socialista es imprescindible contar con tres condiciones: 1) el apoyo de la clase más avanzada, la clase obrera revolucionaria 2) el ascenso revolucionario del pueblo 3) momento de viraje en la historia de la revolución ascendente. No realizar esta distinción entre la insurrección socialista y las insurrecciones liberales es, una vez más, apartarse del marxismo-leninismo, es confundir ideológicamente a las masas y, por tanto, fallar a la razón fundamental de ser y formar un partido marxista-leninista: dar la dirección acertada a la clase trabajadora en todo momento. ¡Lamentable!

    Continúa en este mismo párrafo refiriéndose a la masividad de las manifestaciones [en un contexto bien particular y delimitado] y a pesar de su masividad, nota el hecho de que ésta no ha resultado en lo que debería ser más importante para un partido marxista-leninista: la continua organización y extensión de solidaridad entre las masas trabajadoras hacia una mayor unión entre el PCPR y las masas. Aunque la colonia es la vieja estructura que mantiene directamente [militarmente] el dominio imperialista sobre determinado territorio, no se debe sobreestimar su poder represor en el caso particular de Puerto Rico más aún cuando han existido eventos extensos y violentos de represión. Por más “débil” que pudiese ser frente a toda la estructura del imperialismo, no caerá mediante un pacifismo huelgario.

    En el siguiente párrafo se asevera: «[Esto] Se trata de que ante nuestros ojos ocurrieron acontecimientos de lucha de masas nunca visto en la colonia y que el imperialismo comenzó a responder.» Cabe destacar toda la lucha del movimiento obrero en Puerto Rico, en especial la huelga de la caña en el 1933-34 donde el Partido Comunista Puertorriqueño y la Confederación General de los Trabajadores fueron el elemento decisivo para la organización y extensión de la lucha clasista, enfrentando y superando los elementos reaccionarios aportados por el nacionalismo y su líder, Pedro Albizu Campos. Luego, junto a éstos los comunistas puertorriqueños también fueron represaliados, condenados y perseguidos tanto por el imperio como por el gobierno colonial. Estas manifestaciones del pasado julio han sido un punto que han marcado la historia, pero no podemos pasar por alto la historia del obrerismo en Puerto Rico para no caer en afirmaciones erradas. El imperialismo norteamericano siempre ha respondido y siempre ha mantenido su presencia mediante instituciones e ideologías apologéticas de su poder.

    Apelar a un pasado histórico, desvinculándolo de las demandas políticas de su tiempo y tratando de acoplarlas a la idea de “Asambleas de Poder Democrático” es, en palabras sencillas, desvirtuar la historia. Han existido elementos fugaces como lo fue el esfuerzo de FASyL (Frente Amplio de Solidaridad y Lucha) que se podrían aproximar a esta concepción que tiene el PCPR de “Asambleas de Poder Democrático”, pero no se puede ni se debe desvirtuar la historia solo para encajar tal o cual demanda política del momento.

    Aunque ciertamente la clase obrera se encuentra influenciada, prácticamente en su totalidad, por la ideología burguesa y vota cada cuatro años por partidos y candidatos de la burguesía; ¿Cómo se pretende brindarle una “mayor claridad ideológica” cuando el PCPR tan siquiera se encuentra definido ideológicamente? La mera identificación con el marxismo-leninismo no cambia la sustancia ideológica en la cual se encuentra en estos momentos zozobrando el PCPR.

    «La superación revolucionaria de nuestra realidad actual depende principalmente de la capacidad que tengamos los jóvenes revolucionarios de fortalecer el Partido Comunista de Puerto Rico.»

    Sin ánimo de restarle mérito a la aportación que debe hacer siempre la juventud al desarrollo y fortalecimiento de su partido, fortalecer al Partido Comunista de Puerto Rico depende principalmente sobre aquellos que llevan consigo los elementos más avanzados del marxismo-leninismo que vayan guiando e instruyendo a la juventud del partido en el marxismo-leninismo. Un partido marxista-leninista ha de componerse de los elementos más avanzados de la clase obrera y que hayan asimilado el marxismo-leninismo y la dirección de este partido debe estar compuesta de los elementos que entre todos, dominen más aún el marxismo-leninismo, esa es una de las razones por la cual el partido marxista-leninista debe erigirse sobre el centralismo democrático. Para formar núcleos revolucionarios fuertes y preparados, hace falta un partido marxista-leninista fuerte, formado y definido ideológicamente que esté en condiciones de dar dirección. Mientras no ocurra esto; las manifestaciones seguirán y el descontento social crecerá y disminuirá por periodos sin formarse y organizarse en una extensión del trabajo revolucionario y la asimilación de la ideología comunista entre las masas trabajadoras y su confianza en el partido marxista-leninista.

    Ya concluyendo, no se hace nada “claro” en este artículo que la insistencia en promover la Asamblea del Poder Democrático sea la solución a tal cuestión. La actual lucha de las masas trabajadoras no está en las más remotas condiciones históricas, tanto objetivas como subjetivas, de crear una “Asamblea del Poder Democrático” que coexista con el aparato estatal burgués y que a su vez modifique y formule política pública de este. Es iluso y francamente raya en lo irresponsable empujar a las masas trabajadoras a un camino que no se encuentra maduro por las condiciones objetivas y subjetivas, exponiendo a líderes obreros y populares a ser perseguidos por la represión del estado, sin contar con una organización extensa que haga frente al poder estatal como fue la experiencia del Soviet de Petrogrado cuando le hizo frente al Gobierno Provisional.

    Elevar la formación y el nivel ideológico del PCPR es la única garantía para su crecimiento y eventual consolidación para dirigir la revolución socialista en Puerto Rico.

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