¿Una alianza Chino-Rusa?

Este miércoles la compañía de telecomunicaciones china, Huawei, firmó un contrato para desarrollar una red 5G para MTS, el mayor proveedor de servicio celular ruso.  El acuerdo, firmado en el Kremlin, se concretó durante la visita oficial del presidente chino, Xi Jinping a Rusia.  El acuerdo tuvo lugar en medio de la campaña estadounidense para debilitar a la compañía china, líder mundial en el campo de la fabricación de componentes de telecomunicaciones 5G, mediante restricciones sobre la compraventa de sus productos a empresas estadounidenses.

El acuerdo comercial sino-ruso también tuvo lugar en medio de unas reuniones entre Xi y el presidente ruso, Vladimir Putin, quienes en una declaración conjunta esta semana describieron la relación entre sus países como una asociación estratégica comprensiva en que sus puntos de vista alrededor de una gama de cuestiones internacionales coinciden a un nivel extremadamente alto.

No menos significativas fueron las referencias por Xi a EEUU, rival común de ambos, que intenta imponer contra los intereses chinos y rusos su propia voluntad en Irán y Venezuela, y se opone al plan ruso de desarrollar una ruta marítima por el Ártico.

La creciente alianza entre China y Rusia es una respuesta al intento desesperado del imperialismo estadounidense para reafirmar su posición hegemónica en el mundo, el cual cobra cada vez más la forma de acciones provocadoras.  Éstas incluyen las incursiones marítimas de el Pacífico bajo la llamada ‘libertad de navegación’ y las recientes acciones arancelarias.

Todas las ‘alianzas’ bajo el capitalismo son temporeras, un receso coyuntural del estado permanente de conflictos inherente al sistema.  Debe recordarse que la competencia capitalista, aun después de llegar a su fase monopolista, no elimina la competencia como tal sino la eleva a un plano superior, es decir, la brutal competencia entre monopolios estatales capitalistas apoyado cada uno en su correspondiente fuerza militar.  Es por esta razón que la actual época histórica, la del imperialismo, se caracteriza por las guerras mundiales.  Si bien la China y Rusia ven hoy la necesidad de aliarse para contrarrestar al imperialismo estadounidense, puede que mañana entren en conflicto sobre la dominación de una u otra región del mundo.  Lo que se está perfilando entre Moscú y Pekín sólo puede interpretarse como parte de los preparativos para la guerra.

Ni Xi ni Putin representa una alternativa progresista al imperialismo estadounidense.  Ambos son igual de reaccionarios que sólo buscan un reordenamiento del capitalismo mundial.  Como señalamos en otro momento, ambos regímenes supervisan la brutal explotación de sus masas obreras y fomentan el militarismo para adelantar su propia política externa.

La clase obrera nada tiene que buscar en estos reaccionarios.  Cada vez más la clase obrera internacional necesita reorganizarse bajo su propia bandera y programa, socialista e internacionalista.  Cada vez más el destino de la humanidad, que oscila entre el infinito potencial para el progreso del ser humano por un lado y la barbarie imperialista por el otro, depende de la realización de esta tarea.

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