Por Carlos Borrero
La reciente integración de José Carrión III a Latinos for Trump, uno de los comités de campaña para la reelección de Trump, así como los comentarios públicos de la comisionada residente, Jenniffer González, a través de su cuenta de Twitter brindan a la clase obrera y los estudiantes con consciencia progresista unas lecciones imprescindibles.
A su nivel más fundamental, el hecho de que elementos como Carrión y González se unan a la campaña de Trump resalta que la principal línea divisoria dentro de la sociedad no es de raza, etnia, género o cualquier otra categoría subjetiva. Como tal, se entiende que el cambio social progresista no es una función de elegir a más mujeres, latinos o miembros de cualquier otro grupo social a puestos políticos dentro del sistema actual. Tanto González como Carrión demuestra que una mujer o un hombre de un grupo étnico o racial ‘minoritario’ puede ser tan políticamente reaccionario y anti obrero como cualquier otra persona.
El marxismo ha demostrado que la verdadera línea divisoria en la sociedad es la de clase. Y lo que constituye la fuerza motriz que impulsa todo cambio social progresista en la sociedad es la acción colectiva y consciente de la clase revolucionaria, que en la sociedad actual es la clase obrera.
Cuando Carrión y González se expresan a favor de un elemento fascista como Trump, no lo hacen a base de una psicosis cultural o nacional, por común que sea tal negación de la identidad grupal en el mundo colonial, sino más bien como afirmación de su defensa de la clase capitalista y su sistema.
Y es precisamente esta defensa del capitalismo que llevó a González a proclamar desde su cuenta de Twitter esta semana que:
“El socialismo no tiene lugar en Estados Unidos. Esta administración ha hecho una prioridad suya luchar en contra de la difusión de esta peligrosa ideología y enfocado en mejorar las oportunidades económicas para los latinos a través de la nación.”

Lo que González expresó en su tuit es el reconocimiento de parte de la clase capitalista de que la oposición al sistema actual va en aumento. Cada vez más personas, particularmente los jóvenes, rechazan la desigualdad social y la precarización de la vida bajo el capitalismo. Las masas de trabajadores y jóvenes están horrorizados por el militarismo, la destrucción ambiental así como las otras tantas formas de irracionalidad que genera el sistema capitalista. De hecho, un creciente sector de la sociedad, y la mayoría de la juventud, favorece el socialismo, en una forma u otra, ya que ha llegado a entender que el actual sistema no puede ofrecer ninguna salida progresista. Las histéricas denuncias del socialismo en las últimas semanas por parte de varios políticos estadounidenses expresa la gran preocupación de la clase dominante con la creciente radicalización de las masas, así como su búsqueda de alternativas al sistema capitalista el cual se ha demostrado incapaz de ofrecer soluciones racionales para los problemas sociales fundamentales.
Ante esta realidad, hay otra lección imprescindible que ofrece el caso de Carrión y González a los trabajadores y juventud consciente en Puerto Rico. La defensa del capitalismo se vuelve cada vez más en un abrazo abierto al fascismo.
Para preservar su sistema, a los capitalistas no les queda más alternativa que la de recurrir al fascismo. Con este giro hacia la extrema derecha, queda al descubierto que no hay ningún sector progresista de la clase capitalista. La nominal oposición del partido demócrata a la administración de Trump es una farsa desmentida por su silencio cómplice frente a los preparativos para la guerra, la derogación de derechos democráticos y la movilización cada vez más abierta de fuerzas fascistas, en la actualidad dirigidas principalmente contra la población inmigrante pero que en un futuro cercano tomarán como blanco a la clase obrera en general.
El desenmascaramiento de la defensa del fascismo por González tiene una importancia particular para la educación política de las bases del PNP. Durante décadas, se ha intentado movilizar a las masas de gente humilde en Puerto Rico con el discurso de derechos democráticos y del ciudadano, la igualdad, y el progreso económico bajo la anexión.
Sin embargo, lo que Trump ha expuesto es la verdad desnuda del capitalismo: la obscena desigualdad social, la dictadura oligárquica y el belicismo. La adhesión de González y sus consortes a las fuerzas del fascismo demuestra que detrás de toda la retórica hueca alrededor de estatus político, derechos, igualdad, etc. lo que hay son intereses de clase.
Las bases del PNP, gente humilde en su mayoría, al igual que todas las masas trabajadoras en la colonia, nada tienen que ganar con seguir a la cúpula de corruptos que se alinean con los republicanos o los demócratas. Para aquellos que crean de verdad en la igualdad, la garantía de los derechos democráticos de la mayoría, la paz y el progreso social, en unión tanto con las masas de EEUU como con aquellas de todo el hemisferio, el único camino adelante es la lucha internacionalista para el socialismo mundial.

Tenemos que educar a nuestro pueblo. Cómo es posible que una asquerosa expatria cubana nos quiera vender como pastelillo abombao al imperio genocida norteamericano. Que carajos le pasa a este pueblo qué no se rebela.