Por Carmen Sandiego
Desde la tarde del martes, después de sus jornadas regulares de trabajo, miembros de la Federación de Maestras y Maestros, del Frente por la Auditoría de la Deuda, UTIER, entre otras, formaron un campamento en la Ave. Chardón y convocaron una vigilia para expresarse en contra de los acuerdos de COFINA aprobados por la junta dictatorial de Wall Street. A partir de las 07:00 am del miércoles, alrededor de 1,300 personas se dieron cita frente al Tribunal Federal en Hato Rey con la intención de manifestar su repudio y descontento ante el total atropello que representa la mera formulación de dichos acuerdos. Los mismos fueron presentados en una vista para su ratificación o rechazo ante la juez federal Laura Taylor Swain. Entre los grupos mencionados —y otros sindicatos que convocaron y dirigieron el piquete que duró alrededor de ocho horas—, figuran: el Partido Independentista de Puerto Rico (PIP), Jornada Se Acabaron las Promesas (JAP), el Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH), el Frente Socialista, VAMOS, el Partido Nacionalista de Puerto Rico, y el Partido Revolucionario de los Trabajadores Macheteros. Afianzada una alianza táctica entre el PIP y la JAP, fue notable la presencia de banderas independentistas, negriblancas y nacionalistas ondulando indignadas y orgullosas durante toda la manifestación.
Los discursos formulados hicieron hincapié en el ultraje que encarnan los acuerdos de COFINA para la educación pública, el acceso a la salud, la vivienda digna, y las pensiones y el retiro de profesionales de la educación y otros servidores públicos. Además, arguyeron que el fundamento que sostiene estas medidas —que son de cara opresivas para el pueblo puertorriqueño— son producto de la condición de subordinación política al que fue condenado el país, el estatus colonial. Por tanto, la perorata se centró en la necesidad de exigir la descolonización de Puerto Rico a través de la independencia. Con exhortaciones a ‘tirarse a la calle’, ‘ejercer presión’, y firmar la petición de change.org solicitando a la jueza Swain que rechace los acuerdos, la pequeñaburguesía realizó un llamado a exigir la independencia como táctica para lograr ejercer poderes soberanos como puertorriqueñas. Asimismo, impulsaron la auditoría de la deuda como necesidad y estrategia para alcanzar los efectos de la justicia y la democracia, opacadas por la corrupción rampante del bipartidismo dominante. Además, diversas portavoces hicieron reclamos sobre la falta de transparencia y representatividad, al confeccionar estos acuerdos a puerta cerrada, sin consultarle al pueblo.
Sin embargo, podemos observar cómo los intereses de ascención al poder de algunos oportunistas que se hacen llamar “punta de lanza de la lucha”, portavoces y representantes del pueblo puertorriqueño, permean y cooptan la lucha política que debe protagonizar la clase trabajadora. Reduciendo la complejidad del problema al estatus colonial y la auditoría, algunos movimientos activistas de izquierda del país asumen una lucha económica desprovista de perspectiva de clase. Estas corrientes idealistas, inexorablemente pequeñoburguesas, asumen el reformismo como táctica política, mendigando concesiones a la clase política hegemónica dominada por los grandes intereses capitalistas, a su vez representados por la Junta de Wall Street. Por otro lado, las comunistas percibimos estas concesiones no como el fin, sino como consecuencias lógicas de la lucha política hacia la revolución. Sabemos que el camino hacia la emancipación de la clase obrera supera los límites de la lucha económica reformista promulgada por el nacionalismo pequeñoburgués. Por tal, emprendemos y construimos la lucha política hacia la toma del poder por parte de las masas trabajadoras y rechazamos las seudo concesiones que se nos otorgan para apaciguar el hambre y el fuego.
El círculo vicioso del reformismo al que nos guían muchos de los esfuerzos actuales de organización política en Puerto Rico se queda corto ante las necesidades de la clase obrera. Esta vieja estrategia es, precisamente, la que los representantes de la clase capitalista desean que continuemos practicando. ¿Por qué? No amenaza el orden, los valores ni la normativa capitalista que el estado “democrático” burgués defiende. Efectivamente, someternos al sol y las consignas repetitivas mientras caminamos en círculos como bueyes en una noria o como israelitas alrededor de Jericó, es lo que el Estado capitalista y la Junta de Wall Street espera que sigamos haciendo. El camarada José Saramago, reflexiona sobre las dosis que ingerimos diariamente de morfina de hábito y de monotonía que adormece nuestros pensamientos. Este adormecimiento es una “intoxicación permitida por ley y anunciada en los periódicos” (Claraboya, 2011). El camarada nos insinúa la necesidad de salir del amilanamiento, del marasmo y el estancamiento al que nos lleva el hábito, la tradición, los vicios, las palabras repetidas. En este caso, las viejas tendencias reformistas o, como lo diría Lenin, las interpretaciones economistas de la política (¿Qué hacer?, 1902).
Desde las espirales históricas podemos analizar y comprender que la lucha por las reformas económicas es cosa vieja enmascarada de novedad. Nuestro deber es reconocer y modificar las viejas formas de hacer política que nos mantienen dando pasos a tientas, estancados. Viejas formas que pretenden mejorar las condiciones de vida “del pueblo” sin hacerle un rasguño al aparato capitalista que produce las condiciones paupérrimas de las que desean escapar. No hay escape. La única respuesta contundente es organizar una lucha revolucionaria para alcanzar la libertad y construir el socialismo. Una revolución que atente contra la opresión capitalista y sus manifestaciones en todas las facetas de la vida social e individual.
A sus maneras y en sus respectivos contextos históricos, tanto el camarada Lenin como Saramago hablan de la diversidad intrínseca a los procesos de toma de conciencia de la clase trabajadora, de las clases marginadas por normatividades opresoras. Lenin nos conduce a observar la distinción entre los elementos de la espontaneidad y los elementos metódicos y conscientes. Sin embargo, sabemos que esa espontaneidad es la semilla para engendrar consciencia. Sabremos si la semilla es viable si aflora consciencia de clase. Para esto, debemos seguir emprendiendo el trabajo de educación política de la clase obrera. Debemos abandonar la mentalidad cortoplacista que nos deja a la intemperie de las seudo concesiones. Por eso, las comunistas rechazamos tajantemente las migajas que se resbalan del pico de los buitres y nos afianzamos en la postura de rechazar la deuda ilegal que pretenden atender los acuerdos de COFINA.