Por Carlos Borrero
Las despotricadas fascistas por Trump contra la caravana migratoria con rumbo hacia EEUU desde Honduras han suscitado el más energético repudio de los comunistas y todas las fuerzas progresistas y saludables del mundo. Ni los esfuerzos para vilipendiarlos o el anuncio de planes para desplegar efectivos del ejército regular en adición a las tropas de la Guardia Nacional ya estacionadas a la frontera sirven para desanimar al grupo que según varios estimados asciende siete mil.
Ante las amenazas de Trump los trabajadores conscientes del mundo han respondido con muestras de solidaridad y manifestaciones genuinas de apoyo para estos migrantes quienes han emprendido esta peligrosa marcha hacia el norte. Las entregas espontáneas de comida, agua, zapatos y otros bienes básicos por las masas populares en Guatemala y México, testimonio de su profundo sentido de solidaridad humana, no sólo contrastan el desdén manifestado por sus propios gobiernos derechistas sino también desmienten los intentos de Trump para pintar esta más reciente caravana como una ‘horda invasora’ ante sus seguidores degenerados en EEUU.
Los comunistas señalan a las masas trabajadoras que son las condiciones de extrema pobreza, violencia y reacción política las que provocan las migraciones masivas. Esta es la situación que prevalece en países como Honduras, El Salvador y Guatemala, entre otros, donde el imperialismo estadounidense ha saqueado recursos, brutalizado a la población, y apuntalado y apoyado a algunos de los regímenes más reaccionarios que se han conocido en el mundo moderno. Si los nombres de Arbenz, Romero y Cáceres son sinónimos de la forma en que el imperialismo estadounidense y sus socios locales responden a las demandas populares a favor de los derechos democráticos elementales, el legado ensangrentado de Castillo Armas y Ríos Montt, D’Aubuisson y Duarte, además de López Arellano y ahora Hernández, sin olvidar a los Somoza, es un recordatorio de la barbarie desnuda que caracteriza la dominación capitalista en todo el mundo.
En tiempos modernos, los reaccionarios gobiernos en la región han sustituido hasta cierto punto al ejército y los grupos paramilitares de extrema derecha por las pandillas compuestas por elementos desclasados, equipadas con las armas de segunda mano de la industria armamentista en EEUU y financiadas por el narcotráfico, como fuerza represiva contra las masas trabajadoras empobrecidas de Centroamérica. Esto es particularmente el caso en Honduras.
Contra los esfuerzos para contaminar a los trabajadores dentro de las potencias económicas con el veneno nacional-chauvinista de los capitalistas, los comunistas nos sumamos a la genuina solidaridad de las masas y luchamos por la unidad de la clase obrera internacional. Les recordamos a los trabajadores que los miles de pobres que forman parte de la más reciente caravana centroamericana, al igual que los millones de pobres que forman parte de los movimientos migratorios a través de todo el mundo, son también trabajadores en busca de trabajo digno y seguridad para sí mismos y sus familias. Tal como el capital exige libre movimiento para cruzar fronteras y extraer enormes ganancias, así también exigimos libertad de movimiento para todos los trabajadores, el fin de la persecución de inmigrantes, y el reconocimiento de sus plenos derechos democráticos donde quiera que decidan establecerse.
Los comunistas exigimos el fin de las maquinaciones políticas e intervenciones militares del imperialismo a favor de las fuerzas de extrema derecha en países como Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Exigimos la reasignación de la riqueza social actualmente desperdiciada en la máquina de guerra y monopolizada por los ultra ricos, beneficiarios de exenciones contributivas, hacia la reconstrucción de la sociedad: la construcción y rehabilitación de escuelas, hospitales, viviendas, infraestructura moderna y otros espacios para el uso popular.
Les recordamos que un ataque contra los inmigrantes es uno dirigido a la clase trabajadora en su conjunto. Lo que los capitalistas ensayan hoy contra este sector muy vulnerable de la clase trabajadora es el preludio de lo que intentan imponer a todos los trabajadores. Por eso nuestro grito es ¡en defensa de los inmigrantes y por la unidad de la clase obrera internacional!