Por Luis Soto
Culminada la Cumbre de Gas Natural Licuado en Jacksonville, organizada a principios de esta semana por el congresista del estado de Florida, Ted Yoho, ya no quedan dudas sobre el verdadero carácter de la llamada transformación del sistema energético en Puerto Rico que se promueve. En declaraciones durante la conferencia, Jose Ortíz, el nuevo presidente de la AEE y panelista en el evento, fue explícito cuando afirmó: Yo no vine a mejorar la AEE. Vine a reemplazarla…
Aproximadamente 90% de las importaciones que recibe Puerto Rico de EEUU salen del Puerto de Jacksonville (JAX). La zona también es parte de la creciente infraestructura para las exportaciones estadounidenses de gas natural licuado que se extiende de los estados en el golfo de México hasta los de la región sureste. Por ejemplo, al oeste de Jacksonville, en el pueblo de Maxville, hay plantas de licuación de gas natural como la de Eagle LNG y las navieras monopolistas como Crowley ya han comenzado a transportar gas natural licuado del puerto de JAX a Puerto Rico para suplir la generadora de EcoEléctrica.
Desde AbayardeRojo hemos destacado en varias ocasiones que lo que hay detrás de toda la discusión sobre la transformación del sistema energético en Puerto Rico no es una preocupación por las necesidades de la gente sino el afán de lucro de intereses del capital estadounidense. Cuando los canallas de la politiquería puertorriqueña hablan de transformar el sistema energético de lo que se trata es hacer de Puerto Rico un mercado cautivo para la creciente industria de gas natural estadounidense.
Ya EEUU se ha convertido en un país exportador de combustibles fósiles, principalmente el gas natural, gracias a la intensificación de la explotación de yacimientos internos mediante prácticas altamente contaminantes como el fracking, la fracturación hidráulica. El financiamiento de estos proyectos para extraer gas natural en EEUU durante la última década además del actual excedente de oferta en el mercado interno han provocado una carrera intensa para buscar nuevos mercados externos de parte del imperialismo estadounidense. Es decir, muchas de las compañías de extracción de gas natural en EEUU cogieron prestado para montar sus operaciones lo cual ha resultado en demasiado producto en el mercado para garantizar ganancias y pagar sus deudas por lo que ahora buscan nuevos lugares para vender y así evitar la quiebra. Precisamente por eso Trump ha intentado presionar a los países europeos a reducir su dependencia del gas natural ruso para así abrir una brecha para la venta de suministros de gas natural licuado desde EEUU mediante barcos especiales. Además de su papel histórico como área de dumping, lugar bajo el control monopolista donde se inunda el mercado con la producción excedente ajena, Puerto Rico funcionará como un laboratorio para la expansión de las exportaciones estadounidenses de combustibles fósiles a través del mundo.
Para entender el guiso que tienen estos sinvergüenzas, hay que ver tres procesos que se están orquestando.
Primero, se está reestructurando la deuda vieja, la que fue acumulada durante años de actividades corruptas e ilegales según las mismas leyes capitalistas por los ejecutivos de la AEE y los administradores del gobierno colonial, para que queden conformes los buitres actuales y se pueda regresar a los mercados de capital a coger más préstamos. Parte de este proceso incluye crear el marco legal para regular las tarifas energéticas como condición para la emisión de nuevos bonos.
Segundo, se están abriendo los componentes más rentables de la industria energética – la generación y algunas facetas de la distribución – a intereses privados, la privatización, para así no sólo liberar al gobierno estatal de sus responsabilidades respecto a salarios, beneficios y un retiro garantizado para la fuerza laboral, sino más bien como condición exigida por los nuevos “jugadores” privados que asumirán el control sobre el sistema. Los intereses privados no ven como rentable el tener que pagar ni salarios dignos ni beneficios marginales a lo que queda de fuerza laboral.
Tercero, una vez se resuelvan las cuestiones de la deuda vieja, el nuevo marco regulatorio legal y la venta de activos de la AEE, se emitirán nuevos bonos, es decir, se cogerá prestado de nuevo, usando como garantía de repago la factura que pagan los abonados para así financiar la construcción de nueva infraestructura – por ej. generadoras a base de gas natural, puertos para nuevos barcos y plantas de regasificación.
En otras palabras, encima de garantizar la compra de combustibles fósiles de los productores estadounidenses, los sinvergüenzas de la politiquería colonial van a cargar a la gente en Puerto Rico de aun más deuda para sufragar el costo de todo el aparato físico necesario para consumir el gas natural que se nos va a vender.
Cuando Ricky Rosselló, Jenniffer González, Thomas Rivera Schatz, Larry Seilhamer, Eduardo Bhatia y ahora José Ortíz abren las bocas para hablar de las necesidades energéticas del pueblo, todos debemos saber que lo que sale es pura mierda. Estos alicates coloniales son tan cabrones que venderían hasta a sus madres si así lo exigieran sus amos imperialistas.
Es lógico que dentro de la actual realidad material la mayor preocupación de la gente sea el alto costo de la luz. Sin embargo, que no se engañe nadie, sustituir una forma de dependencia por otra no aliviará la carga económica de la gente, y más cuando ésta viene con la imposición de mayor endeudamiento público. Tampoco resolverá el problema ambiental que traen los combustibles fósiles, pues tanto la transportación del gas natural, que en sí produce fugas del metano, un gas altamente contaminante, como su uso en la generación energética resultan en gases invernaderos. Pues una vez más vemos cómo las soluciones capitalistas no son ni responsables ni adecuadas desde la perspectiva del desarrollo social racional.
Lo que queda por verse es ¿qué capacidad tiene la ciudadanía puertorriqueña no sólo para resistir estos planes nefastos sino plantear sus propias soluciones para la cuestión energética? Los comunistas hemos planteado que sólo la clase obrera políticamente consciente puede llevar a cabo una verdadera transformación energética. Hemos repetido que transformar de verdad el sistema energético tiene que formar parte de una transformación social más amplio. Como planteamos hace unas semanas:
“La AEE junto con todas las principales empresas e industrias de la sociedad tienen que ser puestas bajo el control directo y democrático de la clase obrera y funcionar de acuerdo con un plan racional de desarrollo. En cuanto a la producción energética, dicho plan tiene que basarse en una nueva comprensión de la producción y la distribución justa de bienes materiales para satisfacer las necesidades colectivas racionales de la sociedad en armonía con la protección consciente del medio ambiental. Tal visión sólo puede lograrse bajo el socialismo.”
¡Saludos, excelente artículo!
Solo recomiendo, (a manera de crítica constructiva), que quizás reducir un poco los adjetivos en las oraciones ayudan a realizar una lectura más cómoda -en términos de comprensión de lectura. También muchas otras personas -que no están familiarizadas con el tema- podrían comprender la noticia y así crear mayor conciencia colectiva.
¡Buen día!