Por Coral Ríos
En días recientes salió a luz pública los intereses de lucro del ex senador y cabildero Roberto Prats y el depósito de cenizas de carbón. Prats ha brillado por su ausencia durante los largos años de lucha de las comunidades peñolanas por detener y remover las cenizas de carbón depositados en varios vertederos de este municipio. Ante el reciente anuncio de su aspiración a la gobernación por el PPD, Prats decidió abogar por las comunidades marginadas de Peñuelas tomando una postura en contra del depósito de cenizas de carbón en Puerto Rico.
Según las denuncias públicas, Prats fue el inscriptor de Ecosystems, una de las compañías que manejan vertederos en Peñuelas junto a EC Waste, quienes han recibo cenizas producto de la quema de carbón. El suegro de Prats resulta que es director de la compañía y otros miembros de su familia accionistas de EC Waste incluyendo entre 2014 y 2017, periódo en que fueron depositados más de 20 mil toneladas de cenizas tóxicas de manera ilegal. Esta evidencia pone al descubierto el interés de lucro directo de este sujeto con el depósito de cenizas de carbón en este vertedero y la falta de moral en el manejo de un residuo tóxico que ha demostrado ser detrimental a la salud humana y el medioambiente.

Más allá de profundizar en debates morales sobre los actos de este individuo debemos, como clase trabajadora, analizar el aparato estatal que nos gobierna. Ejemplos como estos – existen miles – nos revelan la verdadera naturaleza del sistema capitalista dirigido por un puñado de individuos con sus raíces puestas al servicio del capital, no de la clase trabajadora que los “eligió”. Pero, ¿qué puede ser más señal de una falsa democracia, que tener que elegir entre un grupo de falsos representantes de la clase obrera?
Como planteara Philip Alston, relator independiente sobre Pobreza Extrema en su informe ante la ONU, Puerto Rico no es ya un territorio con gobierno propio gracias a la jurisprudencia del Tribunal Supremo de EU y la ley Promesa. Por lo tanto, los falsos representantes del pueblo -en este momento histórico- no podrían ser más obsoletos para los obreros de este país ya que no tienen más que jurisprudencia en leyes y medidas que buscan siempre beneficien a ellos mismos. Las medidas que puedan beneficiar a la clase obrera aunque sea a medias y a corto plazo, será atajada por la Junta de Wall Street. Por esta razón el recrudecimiento de la situación del país se agrava con rapidez y no parece haber una salida fácil al momento en que los síntomas del endeudamiento público se refleja en todas partes del mundo como una enfermedad mortal nacida de las entrañas del capitalismo y lo que acabara con su propia destrucción.
Los intereses de estos sujetos son y serán siempre contradictorios a los intereses del pueblo y de las comunidades marginadas por que lo que les beneficia a ellos nos perjudica a nosotros y viceversa. Podrán colarse alguno que otro buen intencionado en las filas electorales que dentro de su propia inocencia o hipocresía intente cambiar el sistema desde adentro pero los logros seguirán siendo puntuales y no lograran dominar porque el estado burgués sirve a los burgueses. La única fuerza verdaderamente mayor a ésta es la clase trabajadora y su única verdadera herramienta de lucha es la organización.