Alta burocracia sindical se enreda en batalla legal con gobierno colonial

Por Ismael Castro

 

La alta burocracia de cinco sindicatos ha acudido a los tribunales en un intento de impugnar los ataques antisindicales llevados a cabo por la administración colonial a través de la Oficina de Administración y Transformación de los Recursos Humanos (OATRH) y el mal llamado Departamento del Trabajo.  En el centro del conflicto está el reciente fallo del Tribunal Supremo federal en el caso de Janus vs. AFSCME mediante el cual se les prohibió a los sindicatos el recaudo automático de cuotas, o lo que se conoce como “cobros de agencia”, de los empleados estatales que decidan no afiliarse.   La administración derechista y anti obrera de Rosselló ha aprovechado la decisión del Tribunal Supremo para imponer la desafiliación masiva de los empleados estatales y poner en manos de los patronos todo proceso de re afiliación sindical.  Los sindicatos que han acudido al Tribunal para impugnar estas movidas del gobierno colonial son los Servidores Públicos Unidos de Puerto Rico (Concilio 95 de la AFSCME), el Sindicato Puertorriqueño de Trabajadores y Trabajadoras, la Unión General de Trabajadores, la Federación Central de Trabajadores (Local 481 de la UFCW) y la Unión PASO.

Si bien el fallo del Tribunal Supremo en el caso Janus y la interpretación aun más reaccionaria que le ha dado la administración de Rosselló forman parte de la campaña anti obrera más amplia que se está llevando a cabo, la posición de los líderes sindicales refleja todo el oportunismo cínico que caracteriza esta capa de burócratas cada vez más desprendida de sus matrículas.  Como planteamos recientemente en nuestro resumen del giro hacia la derecha del Tribunal Federal:

(E)l recaudo automático de cuotas representa una especie de quid pro quo en el que a cambio de mantener la paz social, es decir, debilitar la lucha de clases de los trabajadores al contenerla dentro de parámetros aceptables a los capitalistas, se usarían las mismas leyes capitalistas para garantizar la salud económica de la alta burocracia sindical . . . Su cantaleta sobre la necesidad de defender los sindicatos no es solamente un intento cínico de preservar sus propias posiciones privilegiadas en las que, encima de cobrar salarios inflados, controlan grandes sumas de fondos recaudados de sus matrículas mientras colaboran con los patronos, sino también es un llamado de advertencia con que les recuerdan a los capitalistas del papel que juega la alta burocracia sindical para defender el sistema capitalista dentro de las filas obreras.  Como expresaron varios de estos burócratas sindicales, si los trabajadores se liberan del control sindical burocrático, es muy probable que su lucha se vuelva más radical y menos controlable.

Sin lugar a dudas, mientras exista la explotación del trabajo; mientras los capitalistas lleven a cabo ataques contra el bienestar de los trabajadores, su derecho a un salario justo y digno, unas condiciones laborales seguras, las protecciones contra las arbitrariedades patronales, el acceso al cuidado médico, un retiro digno, etc. se hace indispensable la organización de los trabajadores para la defensa colectiva.  Tal organización puede asumir muchas formas incluyendo la sindicalización y la formación de órganos para el control directo de los trabajadores sobre la vida económica y política.  Los comunistas no sólo defendemos estas formas de defensa colectiva y organización obreras, las fomentamos.

Sin embargo, nos oponemos tajantemente a la burocratización de las organizaciones obreras, las cuales fueron forjadas en el crisol de generaciones de luchas sangrientas, al igual que su transformación en reservas electoreras de donde los sinvergüenzas politiqueros que defienden el capitalismo pescan votos y donativos cada cuatro años.

Les señalamos a los trabajadores de base que la dependencia de estos sindicatos de las leyes capitalistas para su salud y estabilidad económicas mediante la deducción automática de cuotas va de la mano del atrincheramiento de una capa de burócratas sindicales que se coloca a sí misma por encima de sus matrículas y se integra cada vez más dentro del mismo aparato estatal que reprime a los trabajadores.  Les recordamos a los trabajadores que anterior a la deducción automática de cuotas sancionada por el Estado capitalista, el liderato sindical tenía que andar por los centros de trabajo cada quincena a escuchar y responder a las demandas de sus matrículas antes de recaudar un centavo de sus salarios, ganados con el sudor de la frente, en la forma de cuotas.  De esta manera las matrículas no sólo imponían sobre sus líderes la rendición de cuentas sino que garantizaban la fiel representación de sus intereses y no los de los patronos y su gobierno.

Con la burocratización e integración del liderato sindical dentro del aparato estatal se notaba cada vez más el uso casi exclusivo de los recaudos de cuotas para el cabildeo político y la contratación de abogados como parte de una estrategia de “lucha obrera” limitada a las impugnaciones legales de los ataques llevados a cabo por los capitalistas y su gobierno.  En vez de usar los fondos acumulados del recaudo de cuotas para fortalecer las reservas de huelga, y así promover la lucha militante de los trabajadores, esta burocracia sindical sigue derrochando millones de dólares en el cabildeo inútil ante los políticos capitalistas y las fallidas estrategias legales dentro de los tribunales.  El desenlace de este proceso ha sido el marcado debilitamiento de la lucha obrera en general, y la de los sindicatos en particular, hasta el punto en que los capitalistas ahora se sienten tan seguros de sí mismo que han decidido que ni siquiera necesitan al liderato burócrata para hacer su trabajo sucio dentro de los sindicatos.  Como tal, las denuncias oportunistas de la campaña anti sindical de la administración por esta capa de burócratas refleja la cínica defensa de sus propios intereses estrechos y no aquellos de las bases a las cuales tantas veces han traicionado mediante el discurso colaboracionista y conciliador, las reuniones secretas con politiqueros y la imposición de concesiones.

Sabemos que ningún trabajador con un mínimo de conciencia de clase se opone al sacrificio de aportar económicamente a la defensa de los intereses colectivos de su clase y el fortalecimiento de la lucha obrera.  A lo que se opone es el mantenimiento de una capa de burócratas quienes debilitan la lucha obrera orientándola exclusivamente hacia el callejón sin salida de la politiquería y los tribunales capitalistas.

Los comunistas instamos a los trabajadores sindicalizados a no dejarse engañar por los cantos de sirenas de la burocracia sindical y ajustar cuentas con ella.  Para avanzar en su lucha, los trabajadores organizados tendrán que mantenerse vigilantes ante la traición interna y, cuando necesario, destituir a los falsos líderes que mal dirigen su lucha.  Les toca a las bases dentro de los sindicatos librar una lucha interna para asegurar que todo liderato sindical responda a sus intereses.  Una parte esencial de esta lucha incluye el uso de los fondos acumulados del recaudo de las cuotas para adelantar una lucha verdaderamente militante de los trabajadores.

 

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