Por Luis Soto
En los últimos días, los medios oficiales se han visto inundados con informes de familias inmigrantes separadas tras ser detenidas a lo largo de la frontera sureña de EEUU. Las imágenes de niños inmigrantes separados de sus padres y detenidos en centros de detención masivos son un recordatorio vívido de la crueldad que caracteriza el régimen de ultra derecha que gobierna en EEUU. Las políticas que se están llevando a cabo contra la población inmigrante en EEUU, así como Europa, son una advertencia clara a la clase obrera en su conjunto.
La reciente implementación de la política de «cero tolerancia» por la administración de Trump incluye el enjuiciamiento criminal en tribunales federales de cualquier inmigrante detenido en la frontera sin documentos, incluso aquellos que han solicitado asilo como refugiados. Mientras los inmigrantes adultos detenidos son trasladados a centros de detención federales para esperar juicios fraudulentos – varios informes documentan salas de corte en que grupos de inmigrantes detenidos son enjuiciados en masa, a veces 1000 personas por día, y obligados a declararse culpable – aquellos con niños están sujetos a la separación forzada. Si bien se desconoce el número exacto de separaciones forzadas que se han llevado a cabo en años recientes los hallazgos de varias investigaciones coinciden en que desde 2016 el departamento de Homeland Security ha internado a miles de niños separados de sus padres en centros de detención o hogares adoptivos temporeros. En otras palabras, después de escaparse de la pobreza extrema y la violencia que caracterizan sus países nativos, la gran mayoría de los cuales que han sido blanco de agresiones del imperialismo estadounidense como es el caso de Honduras; después de emprender el peligroso trayecto para llegar a EEUU, estos niños traumatizados están siendo separados forzadamente de sus padres y detenidos como criminales en lo que sólo puede describirse como campos de concentración.
Según fuentes oficiales, hay aproximadamente 11.000 niños y jóvenes inmigrantes detenidos actualmente dentro de unos 100 centros de detención juvenil a través de EEUU. Un informe reciente destaca el caso de una antigua tienda de Walmart en Brownsville, estado de Texas, en que se encuentran detenidos 1.500 jóvenes inmigrantes de entre 10 y 17 años de edad. El antiguo centro comercial convertido en centro de detención juvenil, cínicamente nombrado “Casa Padre”, tiene una capacidad oficial de 1.186 habitantes. Es manejado por Southwest Key, un ente supuestamente sin fines de lucro, bajo un contrato de $310 millones anuales con el gobierno federal que le permite manejar tres facilidades en diferentes estados donde unos 5.000 jóvenes están detenidos. Demás está decir que las condiciones dentro de estas facilidades se asemejan a las de una prisión. Los niños y jóvenes duermen en catres cinco en cada habitación, tienen acceso al aire libre durante dos horas diarias y pueden hacer llamadas telefónicas sólo dos veces durante la semana.

El enorme aumento de detenciones en la frontera ha servido de pretexto para planes de construir campamentos bajo carpa (tent cities) masivos dentro de bases militares y otras áreas para albergar a niños inmigrantes detenidos. Además de Fort Bliss en El Paso, estado de Texas, las bases aéreas de Dyess en Abilene y Goodfellow en San Ángelo están bajo consideración. Ya la administración estadounidense ha decidido construir un campamento de 450 camas para niños inmigrantes en el pueblo de Tornillo, al oeste de Texas cerca de la frontera con México.
La separación forzada de familias inmigrantes ha provocado una reacción negativa entre algunos sectores religiosos que hasta ahora han apoyado a Trump. Los recientes comentarios del fiscal general, Jeff Sessions, en que éste evocó cínicamente al apóstol Pablo en el libro de Romanos, capítulo 13, para defenderse de la consternación liberal con su política anti inmigrante resalta los crecientes problemas que tiene la derecha religiosa con reconciliar sus concepciones morales sobre «la santidad de la familia», por un lado, y su apoyo a las políticas anti inmigrantes que promueve la administración de Trump, por el otro. Tales evocaciones bíblicas demuestran más que nada la hipocresía moral y la bancarrota intelectual de los defensores del capitalismo.
Lo cierto es que los niños inmigrantes separados de sus familias y detenidos en estos campos de concentración no son los únicos que sufren. El caso reciente de Marco Antonio Muñoz, el padre de un niño de tres años que llegó a la frontera estadounidense de Honduras con su esposa e hijo en busca de asilo resalta el dolor que sufren los padres de estas familias separadas. Muñoz terminó suicidándose en su celda después de que fueran separados y detenidos los miembros de su familia.
La intensificación de la cruel e inhumana campaña anti inmigrante en EEUU encuentra su reflejo en Europa. El caso del barco Aquarius, propiedad de la organización Médicos Sin Fronteras, es ilustrativo del abrupto giro hacia la derecha de entre todos los sectores de la clase capitalista en Europa. Esta semana el nuevo gobierno italiano, compuesto por una coalición que incluye a grupos de la extrema derecha, prohibió el atraque de la nave con aproximadamente 600 refugiados a bordo, entre ellos más de cien menores y varias mujeres embarazadas, que habían sido rescatados de embarcaciones no seguras mientras intentaron cruzar el mediterráneo desde el norte de África. Las críticas desde los líderes de Francia y Alemania, entre otros más, lanzadas contra el primer ministro italiano a raíz del incidente desenmascaran su hipocresía descarada ya que todos los principales gobiernos europeos, cada vez más a la derecha, están persiguiendo políticas anti inmigratorias similares.

Los trabajadores comunistas rechazamos las políticas anti inmigrantes que persiguen los gobiernos capitalistas a través del mundo. Denunciamos la promoción de chauvinismo étnico como medio para dividir a los trabajadores además de todo intento de subordinar a los trabajadores a la clase capitalista mediante el discurso nacionalista. Advertimos a la clase obrera internacional que la construcción de todo este aparato represivo dirigido a los inmigrantes será vuelto, en un futuro no tan lejano, en contra todos los sectores de la clase obrera. Junto con nuestro llamado a defender el derecho democrático de todos los inmigrantes de trasladarse a donde deseen en busca de trabajo y una vida segura y plena para ellos y sus familias, llamamos a todos los trabajadores a luchar por el fin de las detenciones de inmigrantes así como la reunificación de las familias separadas.