Por Luis Soto
Aunque queda por verse si sus enmiendas sobreviven, el senado colonial aprobó el miércoles por la tarde una medida para derogar la Ley 80 aplicable de forma prospectiva, es decir, para todo nuevo empleado. Ya la Junta de Wall Street, mediante su portavoz, ha hecho claro que las enmiendas incluidas en el proyecto del senado colonial son inconsistentes con su acuerdo con Ricky. La posición de la JWS es que todo empleado esté a merced de las arbitrariedades de los patronos.
El proyecto aprobado ayer en esa fosa de hipocresía y corrupción encabezada por el canalla Thomas Rivera Schatz, a pesar de esta diferencia con lo que ha exigido la JWS, demuestra que entre los lacayos coloniales y la Junta no hay diferencias fundamentales. Lo que sí hay son diferencias tácticas basadas en consideraciones politiqueras de los primeros. Ya en varias ocasiones la politiquería colonial, como quien se cuida de no agitar un avispero, ha hecho propuestas para imponer paulatinamente los ataques contra la clase obrera mientras que la JWS, sin preocupaciones electorales, ha impulsado una táctica más agresiva. El carácter “prospectiva” del proyecto del senado es un intento siniestro y cínico para oponer a los trabajadores jóvenes, quienes entrarían a la fuerza laboral bajo condiciones de aun mayor vulnerabilidad, a los veteranos, quienes mantendrían algunas protecciones aunque completamente insuficientes. No hay que ser un genio para comprender que la imposición de este nuevo régimen de “empleo a voluntad”, independientemente del proceso que se use, forma parte de los cambios fundamentales al marco legal en el ámbito laboral que están exigiendo los privatizadores.
Como hemos dicho anteriormente, la derogación de la Ley 80 es una pieza clave de la ofensiva capitalista dirigida a aumentar la explotación al que está sujeto el trabajador. Y esta cuestión no se limita al aspecto remunerativo. Mientras la propuesta eliminación del bono de navidad (o “estipendio” como prefieren Ricky y la Junta) o la reducción de las licencias de enfermedad y vacaciones se contienen dentro del marco de asuntos salariales, la erosión completa de la garantía de empleo representada por el régimen de “empleo a voluntad”, que hasta el momento se manifiesta en la protección del trabajador del despido arbitrario mediante una indemnización legalmente vinculante en la forma de la mesada, significaría un cambio aun más profundo en las relaciones laborales. El concepto de “empleo a voluntad” tiene como objetivo no sólo facilitar los despidos sino socavar todas las bases legales para la organización sindical elemental de los trabajadores.
La ironía de la actual situación, sin embargo, es que la actual dirección sindical ha sembrado las semillas para esta fatal cosecha. La incapacidad de la alta burocracia sindical para dirigir una lucha consistentemente militante contra los sucesivos ataques del gobierno y los patronos, la traición abierta de muchos “dirigentes” sindicales, y la subordinación de la política obrera a tal o cual sector político de la élite criolla durante años han resultado no sólo en la reducción de la sindicalización en general, siendo el sector privado más afectado, sino también el estancamiento, si no retroceso, de la conciencia política de las masas trabajadoras. ¿Cómo es posible que los mismos dirigentes sindicales que hace tres semanas se declararon “satisfechos” después de reunirse con el canalla Rivera Schatz, como si su desdén hacia la clase trabajadora no fuera conocido desde hace tiempo ya, digan hoy que se sienten traicionados por la nueva medida que éste impulsó? Junto con la clase capitalista y sus representantes políticos, esta dirección sindical oportunista tiene responsabilidad por el actual estado de indefensión que sufren las masas trabajadoras. Su oportunismo a través de los años ha creado las condiciones para la consistente erosión de las conquistas de los trabajadores hasta el punto en que la derogación de la Ley 80 y la implantación del régimen de “empleo a voluntad” representen tan sólo otra infamia que los trabajadores tendrán que aguantar.
Los comunistas hacemos un llamado a todos los trabajadores para que busquen nuevas formas de organización para hacerle frente a la situación actual. Como punto de partida, instamos a los trabajadores en todos los centros laborales, tanto privados como públicos, a organizarse en consejos obreros, órganos no sólo para defender sus conquistas históricas sino también llevar a cabo su propia política una vez tomen el poder.