Por Lidia López
Dos decisiones del Tribunal Supremo esta semana resaltan el carácter reaccionario y cínico de la jurisprudencia capitalista. Las decisiones representan solo lo último en una serie de ejemplos que demuestran por qué los trabajadores nunca deben depositar su fe en los tribunales capitalistas.
En el ejemplo más atroz de la podredumbre que define la legalidad capitalista, el Tribunal Supremo este martes sostuvo el veto migratorio de la administración de Trump contra ciudadanos de siete países, entre éstos cinco mayoritariamente musulmanes, en el caso de Trump vs. Hawaii. La orden ejecutiva firmada por Trump el diciembre pasado en que se le prohibía la entrada a EEUU a personas de Irán, Libia, Siria, Somalia y Yemen, países con poblaciones mayoritariamente musulmanes, además de Corea del norte y Venezuela que no formaron parte del pleito, fue declarada constitucional por un voto de 5 a favor, incluyendo al juez asociado Kennedy, y 4 en contra. De esta manera, el Tribunal Supremo no sólo le puso un barniz legal a una política abiertamente racista sino que se hizo copartícipe de la campaña de ataques contra todos los inmigrantes.
Es significativo que incluso los jueces disidentes demostraron ser tan reaccionarios como sus homólogos que votaron a favor del veto migratorio. Mientras que la jueza Sotomayor resaltó paralelos con el fallo del Tribunal Supremo en el infame caso de Karematsu vs. Estados Unidos, en el cual el internamiento masivo de 100.000 ciudadanos de origen japonés fue declarado constitucional bajo el fraudulento pretexto de la seguridad nacional, los jueces Breyer y Kagan enfocaron su «disidencia» en la falta de exenciones que se otorgaron a los ciudadanos provenientes de los países incluidos en el veto que reunían ciertos criterios. Del 8 de diciembre de 2017 al 8 de enero de 2018, de aproximadamente 8,400 solicitudes de exención, la administración sólo otorgó 128. En un caso infame, a una niña yemenita con parálisis cerebral se le denegó una exención para ingresar a EEUU para recibir tratamiento médico. Yemen, un país empobrecido, está siendo diezmado actualmente por bombas estadounidenses provistas al reaccionario gobierno saudita.
En otro caso en que se destacó todo el cinismo que caracteriza la alta burocracia sindical, el Tribunal Supremo también decidió esta semana que los sindicatos de empleados públicos ya no pueden deducir automáticamente los “cobros de agencia” o por servicio a las personas que decidan no hacerse miembro de su unión. El caso de Janus vs. AFSCME (Federación Americana de Empleados Estatales, de Condados y Municipales) se trataba de un empleado público del estado de Illinois, Mark Janus, quien decidió no sindicalizarse y se opuso a la deducción automática de cuotas de su cheque por el sindicato en base a la supuesta violación de su libre expresión. (Janus argumentaba que el sindicato, al obligarle a pagar cuotas, lo obligaba a apoyar materialmente posiciones políticas con las que no estuvo de acuerdo.) La decisión en el caso representa un golpe contra la principal fuente de ingresos de los sindicatos públicos, las cuotas obligatorias de sus matrículas.
Aunque es cierto que la decisión de los jueces refleja toda su hostilidad hacia la clase obrera en general, también lo es que los argumentos planteados por la alta burocracia de los sindicatos públicos en este pleito desmienten su propio carácter reaccionario. Según los abogados de los grandes sindicatos, el recaudo automático de cuotas representa una especie de quid pro quo en el que a cambio de mantener la paz social, es decir, debilitar la lucha de clases de los trabajadores al contenerla dentro de parámetros aceptables a los capitalistas, se usarían las mismas leyes capitalistas para garantizar la salud económica de la alta burocracia sindical. Los llamados líderes sindicales como Lee Saunders de la AFSCME y Randi Weingarten de la AFT en EEUU, al igual que José Torres, Frederico Torres Montalvo, Aida Díaz et al. en Puerto Rico, hace tiempo han traicionado a sus matrículas con sus esfuerzos para subordinar a los trabajadores a una u otra facción política de la clase capitalista. Su cantaleta sobre la necesidad de defender los sindicatos no es solamente un intento cínico de preservar sus propias posiciones privilegiadas en las que, encima de cobrar salarios inflados, controlan grandes sumas de fondos recaudados de sus matrículas mientras colaboran con los patronos, sino también es un llamado de advertencia con que les recuerdan a los capitalistas del papel que juega la alta burocracia sindical para defender el sistema capitalista dentro de las filas obreras. Como expresaron varios de estos burócratas sindicales, si los trabajadores se liberan del control sindical burocrático, es muy probable que su lucha se vuelva más radical y menos controlable.
A pesar de que el caso particular de Mark Janus representara su disposición individual de hacerse portavoz de unos sectores de extrema derecha empeñados en destruir los sindicatos, los trabajadores conscientes no le deben ninguna lealtad a la burocracia oportunista que maneja los sindicatos como feudos privados. Los trabajadores conscientes entienden muy bien la necesidad de recaudar fondos para la defensa colectiva, sin embargo, se oponen al uso de éstos para sostener una capa privilegiada de burócratas que se alza encima de ellos y trabaja en contra de sus intereses. Lo que los trabajadores conscientes exigen y merecen de sus organizaciones de masas es un liderato compuesto por las bases mismas el cual defienda sus intereses de clase y esté dispuesto a dirigir una lucha militante contra los capitalistas y sus representantes políticos.
Como muestra adicional del giro cada vez más a la derecha en el Tribunal Supremo, este miércoles el juez Anthony Kennedy anunció su retiro. El retiro de Kennedy le dará a Donald Trump la oportunidad de colocar otro representante de la extrema reacción en el tribunal. A pesar de los elogios que ha recibido de muchos comentaristas oficiales por ser un supuesto voto ‘oscilante’ (swing vote), el record histórico demuestra que Kennedy siempre fue un acérrimo defensor de posiciones reaccionarias en los casos sobre cuestiones económicas y políticas. Se recuerda que Kennedy fue el principal defensor de la decisión de permitir a las corporaciones a mantener un control estrangulador sobre los procesos electorales mediante aportaciones ilimitadas a los llamados super PACS (Comités de Acción Política) en el infame caso de Citizens United. Y más recientemente, falló a favor del veto migratorio de Trump. Sus alegados credenciales liberales se limitan a algunos casos sobre libertades individuales. No cabe duda de que el nominado de Trump para sustituir a Kennedy encarnará todo lo que es retrógrada dentro de la clase capitalista estadounidense.
La actividad reciente dentro del Tribunal Supremo es un recordatorio claro para la clase obrera. No podrá contar con los tribunales ni con las otras instituciones de la “legalidad capitalista” para mejorar sus condiciones de vida o avanzar en su lucha. El único camino hacia delante para las masas obreras es en la lucha revolucionaria por el socialismo.