Por Ismael Castro
El inminente traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, anunciado por primera vez por la administración de Donald Trump el diciembre pasado, ha desatado una nueva ola de violencia este lunes en que fuerzas militares israelíes han matado a por lo menos 52 palestinos y herido a más de dos mil al momento de este escrito. La violencia criminal por parte del reaccionario gobierno israelí, que incluyó fuego vivo, gases lacrimógenos y bombas incendiarias, ha sacudido la zona fronteriza entre Gaza e Israel durante los últimos dos meses de protestas semanales por palestinos. Estas protestas masivas fueron organizadas para reclamar el derecho de retorno de refugiados palestinos a territorio ocupado por el estado israelí desde 1948 y el fin del bloqueo ilegal de Gaza. Casi cien personas, incluyendo a niños y mujeres, han sido asesinadas por los militares israelíes y miles más heridas desde marzo. Ningún soldado o civil israelí ha sido víctima de los acontecimientos.
Las protestas del lunes, que se organizaron a raíz de la apertura de la nueva embajada estadounidense en Jerusalén pautada para el mismo día por la tarde, coinciden con preparativos para marcar el 70 aniversario de la formación del estado israelí el 15 de mayo. Representantes de la administración estadounidense formarán parte de estas actividades conmemorativas oficiales organizadas por el gobierno israelí. Para los palestinos, el mismo día se conmemora como el nakba, la catástrofe, día en que se inició el traslado forzoso de 700.000 palestinos desde tierras que el estado israelí ha ocupado desde 1948.
La brutalidad israelí durante las últimas semanas evidencia la probabilidad de aun más sangre vertida por sus fuerzas militares. La disposición palestina de llevar a cabo este tipo de reto a las fuerzas militares israelíes a pesar de su abrumadora desventaja y la probabilidad de muerte dan testimonio del grado de desesperación que existe entre los 1.8 millones de habitantes de Gaza, zona que se ha descrito como una cárcel al aire libre.
La provocadora decisión de la administración estadounidense de trasladar su embajada a Jerusalén desató una ola inmediata de denuncias, tanto de los palestinos como de la comunidad internacional, ya que la zona este de dicha ciudad siempre ha sido considerada el lugar de una futura capital de un estado palestino. La movida no sólo refuerza los reclamos expansionistas del gobierno israelí sino que imposibilita avances en el proceso de negociación para poner fin al conflicto. Además de las protestas en Gaza, se dieron marchas en repudio al traslado de la embajada estadounidense en varias ciudades de Cisjordania este lunes.
Los fascistas del régimen israelí y sus patrocinadores en Washington han intentado encubrir su criminalidad asesina con una campaña sistemática de mentiras coordinada con Washington sobre el supuesto carácter violento de las protestas palestinas. Por ejemplo, el ministro de relaciones externas israelí hoy tildó de “amotinados asesinos” a los manifestantes palestinos y las fuerzas aéreas israelíes el lunes dejaron caer hojas sueltas desde aviones que sobrevolaron las manifestaciones con mensajes cínicos como: A los amotinados, están tomando parte de motines violentos que peligran sus vidas. Sálvense y prioricen la construcción de sus futuros.”
Los verdaderos autores de la ola de asesinos que se ha visto son los belicistas de Washington y Tel Aviv.
La decisión de trasladar la embajada estadounidense a Jerusalén no puede desvincularse de los repetidos bombardeos de Siria, tanto por EEUU como su socio menor Israel, y la decisión reciente de retirar a EEUU del acuerdo nuclear iraní anunciada hace una semana por Trump. Estas movidas forman parte de una estrategia deliberada de crear las condiciones políticas para una intensificación de la intervención militar por el imperialismo estadounidense con el propósito de recolonizar la región y reforzar la posición geo estratégica del capital norteamericano ante rivales como Rusia y China.
Los comunistas y los trabajadores conscientes repudiamos las provocaciones desde Washington y Tel Aviv. Hacemos un llamado a la clase obrera internacional, particularmente los trabajadores conscientes en Israel, los territorios palestinos y a través de la región a buscar la forma de unir sus fuerzas para la lucha contra los defensores regionales del sistema capitalista mundial y a favor de una futura confederación socialista de estados del Medio Oriente.