Por Lidia López
En un referendo que se celebró el viernes pasado, los irlandeses votaron por mayoría abrumadora (67% a favor) para derogar la octava enmienda de la Constitución, aprobada hace 35 años, la cual le otorgaba derechos iguales a los fetos y las madres. Con el voto histórico, el parlamento irlandés ya podrá aprobar leyes que permitan acceso al aborto. Al momento, Irlanda tiene las leyes más restrictivas de Europa respecto al aborto; se permiten en casos en que la vida de la madre está en peligro pero no en los de violación, incesto o anormalidades del feto.
El voto representa un repudio directo del conservadurismo religioso, particularmente aquel reflejado por la iglesia católica la cual históricamente ha ejercido un alto grado de influencia política y cultural en el país. Dicha influencia, sin embargo, ha mermado significativamente en años recientes debido a la combinación de cambios sociales y demográficos que resultan del desarrollo del capitalismo en Irlanda, la población urbana ha crecido exponencialmente en las últimas tres décadas, y varios escándalos que han erosionado la credibilidad de la iglesia católica. Entre los casos más reveladores de la corrupción de la iglesia resaltan el encubrimiento de pedófilos por el obispado y el descubrimiento de fosas comunes con los restos de cientos de niños tomados de madres solteras obligadas a vivir en casas residenciales supervisadas por monjas.
El derrumbe del afamado tigre céltico, el nombre que se le dio al modelo económico de finales de los años 90 y principios de los 2000 basado en toda clase de incentivo para atraer la inversión extranjera la cual aceleró la urbanización de la sociedad, ha dejado a las masas obreras, particularmente la juventud, en un alto estado de precariedad. Desde el 2008, la economía irlandesa ha sido sacudida por una prolongada depresión, una burbuja especulativa en el sector inmobiliario y varios escándalos bancarios mientras la tasa de desempleo y el costo de vida han disparado. Tal situación forma la base económica y social para el rechazo masivo del dogma religioso reflejado en el voto de la semana pasada.
Como hemos destacado, el derecho de acceso al aborto forma parte de los derechos democráticos básicos que se encuentran cada vez más bajo amenaza a través del mundo. El voto irlandés ocurre poco después de que la reaccionaria Nayda Venegas Brown, siguiendo los pasos de la ultra derecha religiosa en EEUU, propusiera el proyecto 950 como medida para imponer presiones sobre las mujeres trabajadoras en Puerto Rico quienes buscan ejercer control sobre sus cuerpos además de su rol social como reproductoras y madres.
Los comunistas entendemos que la defensa del derecho de acceso al aborto va de la mano con la necesidad de luchar por todos los derechos democráticos tales como la educación secular, libre de oscurantismo y otros prejuicios, y mayor accesibilidad a todos los servicios médicos para las masas obreras y de pobres. El voto a favor de la derogación de la reaccionaria octava enmienda en Irlanda, la cual fue el fruto de significativos esfuerzos organizativos incluso mediante las redes sociales por los sectores progresistas de la sociedad, constituye en última instancia una victoria importante de las masas obreras irlandeses, tanto mujeres como hombres, la única fuerza que verdadera y consecuentemente defiende los derechos democráticos, por encima de la clase capitalista y su baluarte ideológico histórico representado por la iglesia católica.