Las elecciones iraquíes: ¿Un giro hacia la izquierda entre las masas?

Por Luis Soto

 

Los resultados preliminares de las elecciones parlamentarias en Irak han producido una sorpresa.  A pesar de los pronósticos y una muy baja participación electoral (44%), la alianza entre el grupo del líder chía Muqtada al-Sadr y el Partido Comunista Iraquí, alianza de revolucionarios para la reforma o Sairoon, se encuentra en la delantera con 54 escaños.  En segundo lugar con 47 escaños está la coalición Fatah dirigida por Hadi al-Amiri y compuesta por ex milicianos chías con lazos con Irán, seguido por la alianza Nasr, encabezada por el actual primer ministro y aliado de EEUU, Haider al-Abadi, con 42 escaños.  El parlamento iraquí tiene 329 escaños en total y según la tendencia actual, cualquier gobierno que se forme será el resultado de intensas negociaciones tras bastidores.

Al-Sadr llegó a prominencia en la política iraquí como heredero de una red entre los pobres y marginados que había desarrollado su papá, un clero chía opuesto al régimen baazista de Hussein.  A raíz de la invasión y ocupación militar de Irak por el imperialismo estadounidense, al-Sadr organizó en 2004 un grupo militar de milicianos, el ejército mahdi, que realizaba ataques contra las fuerzas estadounidenses y entonces fomentaba violencia sectaria contra grupos sunitas en el país.  En 2008 al-Sadr desbandó su grupo militar y empezó a adoptar posiciones más seculares al organizar dentro de los sectores pobres de la sociedad a favor de reformas sociales, particularmente dentro de los arrabales de Bagdad.  A partir de 2016, su organización entró en una alianza con el partido comunista, principalmente alrededor de campañas anti corrupción y a favor de reformas económicas y sociales.

Por su parte, el partido comunista iraquí se fundó en el 1934 y jugó un papel importante en las luchas sociales desde entonces hasta los 70.  Sufrió mucho bajo la represión del régimen baazista a partir del golpe de 1963.  Siguiendo la desastrosa política dictada desde Moscú, los comunistas iraquíes hicieron acercamientos con los nacionalistas baazistas hasta el punto de entrar en un frente común, lo cual resultó no sólo en su mayor debilitamiento ideológico sino que también allanó el camino para la casi aniquilación de sus fuerzas después de ser traicionadas por los nacionalistas y sometidas a otra brutal ola de represión.  Aunque opuestos a la invasión estadounidense, los comunistas iraquíes han participado dentro de todas las instituciones políticas bajo la ocupación extranjera.  Su reciente alianza con los sadristas representa un ejemplo más de su tendencia histórica de unir con fuerzas nacionalistas nominalmente de izquierda y subordinar los intereses de las masas obreras iraquíes a las posiciones nacionalistas a favor del desarrollo capitalista nacional.  Más preocupante aun es que todos los indicadores apuntan hacia una posición subordinada de los comunistas dentro de la coalición, situación que presagia futuros reveses para la clase obrera.

Hasta el momento, no se sabe qué va a resultar de las elecciones iraquíes.  Los resultados finales y las subsiguientes negociaciones para formar un gobierno seguirán durante las semanas que vienen.  El otro partido “ganador” hasta ahora, la coalición Fatah dirigido por al-Amiri la cual actualmente ocupa el segundo lugar, mantiene lazos estrechos con Irán.  Los sadristas, aunque tibios hacia el régimen de Teherán, también se perciben como anti estadounidense.  El ambiente es fértil para las maquinaciones imperialistas.

Lo que sí se destaca de los resultados preliminares de las elecciones es que las masas iraquíes han dado un giro hacia la izquierda.  La penetración de capital extranjero en el país no les ha dado las mejoras deseadas.  El desempleo, las brutales condiciones laborales y el alto costo de la vida, problemas a los cuales la religión no puede ofrecer soluciones, se imponen sobre las preocupaciones nacionalistas alrededor de quién ocupa el aparato estatal o cuál sector nacional domina las oportunidades para lucrarse de la mano de obra.  Como tal, la lógica de los resultados en las elecciones parlamentarias apunta a una población cada vez más dispuesta a apoyar un proyecto político y social progresista en que se prioricen las necesidades materiales de las masas.  Como en otros tantos países del mundo, la realización de esta visión depende de la consolidación de un liderato político verdaderamente revolucionario basado en la clase obrera y dirigido por un programa socialista.

Como tal, lo que queda por verse es si entre las fuerzas que se proclaman ‘comunistas’ hay suficientes elementos que hayan asimilado las lecciones históricas del pasado.  Entre las lecciones más vitales para todo militante comunista es la necesidad de luchar por la independencia política de la clase obrera, de combatir todo intento de subordinar los intereses de la clase obrera a tal o cual sector “progresista” del nacionalismo pequeño burgués y así circunscribir la lucha de los trabajadores a los estrechos confines del marco nacional dictado por los capitalistas.  En este sentido, exhortamos a los comunistas iraquíes a aprovechar el sentir de las masas para impulsar un proyecto verdaderamente socialista en estrecha colaboración con todas las masas trabajadoras de la región.

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