Por Luis Soto
Este lunes casi cuarenta mil maestros a través del estado de Oklahoma se declararon en huelga. Siguiendo el ejemplo de los maestros de West Virginia, los docentes en Oklahoma han vinculado su demanda por un aumento salarial a otras cuestiones como la plena financiación de la educación. Durante la última década sucesivas administraciones estatales en Oklahoma han impuesto recortes en total de 28% a los fondos destinados a la educación. Tal situación ha agravado problemas tales como el hacinamiento de alumnos en los salones, la falta de materiales y libros, el deterioro de la planta física y la reducción de servicios educativos esenciales además de programas extracurriculares. Tan grave es la situación en el estado que varios distritos han reducido la semana escolar a cuatro días.
Los maestros en Oklahoma, que son de los peores remunerados de EEUU, están exigiendo un aumento salarial de $10.000 para docentes y hasta $5000 para demás personal escolar además de una infusión masiva de fondos para atender la mísera situación de la educación pública en el estado. Se debe recordar que los maestros en Oklahoma no ha recibido un aumento salarial en 20 años. Mientras tanto, los gobiernos estatales han concedido miles de millones de dólares en exenciones contributivas a las corporaciones gasíferas y petroleras, últimamente para promover la muy dañina práctica de fracking, además de las empresas de aviación y aeronáutica que dominan la economía estatal.
La semana pasada, en un intento cínico de apaciguar al magisterio, la legislatura estatal aprobó, y la gobernadora Mary Fallin firmó, una nueva ley que le concedía un aumento de $6.000 a los maestros para tratar de evitar una huelga. Conscientes de lo mucho que han perdido en las últimas dos décadas, la injusticia de la asignación de fondos estatales, y por encima de los esfuerzos conciliadores del liderato sindical burocrático, la movida fue rechazada por los maestros.
La acción del magisterio en Oklahoma forma parte de una ola mucho más grande de intensificación de lucha de clases. Actualmente, maestros en el estado de Kentucky están amenazando extender su campaña de “sick outs” (huelga no declarada) a otra huelga masiva en protesta contra bajos salarios y unos cambios al sistema de pensiones que el senado estatal incluyó escondidos dentro de una nueva ley, de 300 páginas, originalmente sobre el sistema de alcantarillado que se aprobó la semana pasada. En el estado de Arizona, otro estado en que el salario promedio de los maestros es aproximadamente $15.000 menos del nivel nacional en EEUU, 20 mil maestros están exigiendo un aumento salarial de 20% además de la restauración de fondos destinados a la educación pública al nivel de 2008. Esta última demanda resalta el dramático nivel de recortes a la educación que se han visto en los últimos años.
La lucha del magisterio no se limita a EEUU. Los maestros a través de Argentina comenzaron el pasado mes de marzo con una huelga de dos días exigiendo un aumento salarial para compensar el alza de la inflación, de 25% durante el 2017, que amenaza con arrojar más de sus filas a la miseria. Dicha huelga forma parte de una tendencia no sólo de Argentina, sino que se ha visto en años recientes desde el Perú y Méjico, donde el magisterio se ha enfrentado a los gobiernos capitalistas en conflictos violentos, hasta la República Dominicana entre otros países del hemisferio.
Para el magisterio en Puerto Rico, la asimilación de lecciones críticas de todas estas experiencias, incluyendo las suyas propias, es tarea indispensable. En cada uno de estos casos, el magisterio se ha tenido y tendrá que seguir enfrentando a los gobiernos capitalistas y su aparato represivo, además de los elementos oportunistas dentro de sus propias organizaciones sindicales, para dar un paso adelante en su lucha. La lucha del magisterio en Puerto Rico, donde el gobierno colonial no vacila en aplicar la represión física contra las masas y el oportunismo sindical es rampante, no será distinta. De las lecciones más importantes para el magisterio en Puerto Rico, se destaca la necesidad de ampliar su lucha para integrar a demás sectores de la clase obrera, tanto en Puerto Rico como más allá, que también se encuentran bajo el ataque feroz de los capitalistas. La historia ha probado que para la consecución de sus demandas inmediatas se requiere una lucha en conjunto con amplios sectores de la clase obrera. Para lograr cambios aun más profundos, los maestros además de todos los demás sectores de la clase obrera requerirán una organización política independiente guiada por un programa socialista. Tal es el tarea que el Partido Comunista de Puerto Rico se asigna a sí mismo.