Represalia china intensifica guerra comercial

Por Ismael Castro

 

China cumplió con su promesa de tomar represalias en el conflicto comercial que se intensifica con EEUU.  Hace dos días, entraron en vigor nuevos aranceles con un valor de $3.000 millones sobre 128 productos importados a China desde EEUU.  Los aranceles son de 15% a 25%.  La movida inicial, mesurada en términos relativos, es una respuesta a la imposición de aranceles valorados en $60 mil millones sobre bienes importados a EEUU desde China hace dos semanas.  Además de los nuevos aranceles, la administración de Trump impuso restricciones sobre la inversión china en las empresas de la industria de la tecnología estadounidense.

La represalia china parece tomar como blanco a áreas de apoyo político a Trump.  La mayoría de los productos seleccionados son frutas frescas y secas, así como una variedad de productos derivados de las uvas como los vinos espumosos, todos producidos en regiones agrícolas.  Otras áreas a las que se dirigen los aranceles son aquellas en que se producen tuberías de acero inoxidable y la carne de cerdo.

La noticia de la acción china fue seguida el día después por otro anuncio de la administración de Trump en que se informó de una nueva lista de 1.300 productos chinos, valorados en $50 mil millones, los cuales podrían quedar sujetos a aranceles de 25%.  El pretexto que está utilizando la administración estadounidense es el alegado robo de propiedad intelectual, particularmente el software y las patentes de tecnología, por los chinos.  Esto es indicativo del sector de la clase dominante que está ejerciendo mayor influencia sobre la política exterior estadounidense en estos momentos.  Los nuevos aranceles propuestos, que toman como blanco las industrias de alta tecnología chinas, no entrarían en vigor inmediatamente.  Bajo presión de varios otros sectores exportadores dentro de EEUU, se han acordado celebrar unas vistas públicas el 15 de mayo próximo para discutir el impacto de las acciones comerciales propuestas.  Existe un alto grado de preocupación entre ciertos productores estadounidenses, particularmente dentro del sector agrícola, de que una escalada ulterior de la guerra comercial con China, un mercado clave para estos intereses, tendría consecuencias desastrosas sobre sus negocios.

El principal objetivo de la actual política comercial estadounidense es debilitar el programa “Made in China 2025”, la pieza clave de la política económica del gobierno chino en que se propone sustituir las importaciones de alta tecnología con productos domésticos para fortalecer estas industrias a nivel interno.  Entre las prioridades establecidas por el gobierno chino se encuentran 10 industrias estratégicas: la informática avanzada, la robótica, la aeronáutica, los vehículos basados en nuevas fuentes de energía, la farmacéutica, el equipo para la energía eléctrica, la maquinaria agrícola, la construcción naviera y la ingeniería marina, y el equipo ferroviario.  Cualquier avance chino en estos sectores socavaría la dominación internacional de firmas estadounidenses en estos campos estratégicos.

La respuesta china a la más reciente amenaza de Washington ha sido inmediata.  Además de denuncias ante los foros internacionales como el OCM, el regimen en Pekín ha prometido otras represalias comerciales contra productos de EEUU.  Según el ministro de Comercio chino, Pekín “pronto tomará medidas de igual intensidad y escala contra bienes estadounidenses.”  Se anticipan medidas de represalia contra la soja, los aviones y otra maquinaria pesada producidos por empresas estadounidenses.

Los conflictos comerciales de ninguna manera se limitan a EEUU y China.  Bajo condiciones de mayor competencia económica entre las clases dominantes de todas las grandes potencias capitalistas, cada clase capitalista nacional a través del mundo está adoptando una doble estrategia de imponer sobre su propia clase obrera medidas brutales de austeridad mientras lleva a cabo una serie de políticas económicas y comerciales con el objetivo de aumentar su participación de mercado frente a sus competidores.  Como hemos señalado en varias ocasiones, lo que hay detrás de la postura cada vez más agresiva de la clase capitalista en EEUU es la amenaza china a la hegemonía económica mundial estadounidense.

A pesar de dos guerras mundiales el siglo pasado, no se ha superado ninguna de las contradicciones fundamentales del sistema capitalista a nivel mundial.  El sistema capitalista, que eleva a los puestos más altos del poder político a figuras autoritarias como Xi Jinping y Vladimir Putin por un lado, y degenerados sociales y culturales como Donald Trump por el otro, no ofrece soluciones progresistas para los desafíos que enfrenta la humanidad.  Al contrario, es un sistema en que la enorme riqueza que produce la humanidad es usurpada por unos pocos mientras el creciente potencial para la colaboración y la cooperación se pierde en guerras.

Hemos advertido que la intensificación de la guerra comercial entre las potencias capitalistas representa el preludio de conflagraciones militares mundiales.  Únicamente la clase obrera internacional, guiada por un programa socialista tiene la fuerza y la capacidad de detener la hecatombe que se avecina.

 

Nota actualizada 

Esta mañana (miércoles) el gobierno chino anunció a través de su agencia noticiera estatal, Xinhua, que impondrá una segunda ronda de aranceles sobre $50 mil millones de importaciones estadounidenses.  Las medidas impactarían 106 productos dentro de 14 categorías económicas.  Entre los bienes impactados se destacan la soja, los aviones y ciertos automóviles además de productos químicos.  Según el informe, los aranceles no entrarán en vigor inmediatamente, sino que se impondrán sólo si se llevan a cabo medidas proteccionistas similares propuestas por el gobierno estadounidense.  Tal como en la primera ronda de aranceles chinos, esta segunda ronda parece tomar como blanco a industrias claves ubicadas en áreas de importancia política para Trump y los republicanos.

 

Los índices bursátiles principales a través del mundo han bajado significativamente ante la creciente incertidumbre sobre el impacto de la escalada guerra comercial.

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