“Diplomacia” estadounidense se inclina más al belicismo

Por Ismael Castro

El senado estadounidense confirmó la semana pasada a Mike Pompeo como secretario de Estado por una margen de 57 a favor y 42 en contra.  Seis demócratas se unieron a los republicanos, quienes votaron por unanimidad a favor, para confirmar el nominado por Trump al más alto puesto diplomático del gobierno estadounidense.

Como señalamos cuando se anunció su nominación, Pompeo es una figura de la extrema derecha.  Además de ser un notorio ‘halcón’ de guerra que ha promovido la agresión militar estadounidense en Irán y Corea del norte, es un defensor impenitente de la tortura y los programas de vigilancia masiva ilegales llevadas a cabo por la NSA a nivel interno.  Junto con la selección de John John Bolton como  asesor de seguridad nacional, la confirmación de Pompeo presagia una aceleración de la carrera belicista emprendida por el imperialismo estadounidense.

La verdad es que la supuesta oposición demócrata a la selección de Pompeo fue toda una farsa.  Aparte de los seis senadores demócratas que abiertamente apoyaron su confirmación, el liderato demócrata no hizo nada para detener la confirmación de Pompeo, ni en el comité de relaciones externas ni en la votación del senado.  Los votos de oposición del liderato demócrata fueron un show político con el propósito de mantener su pantalla de liberales.  Los demócratas son tan ‘halcones’ como Pompeo, como demuestra su colaboración con los republicanos para aprobar el más reciente presupuesto militar, su apoyo al bombardeo de Siria y la obsesión con que denuncian a Rusia como una amenaza existencial a EEUU.  Un indicador de que la confirmación de Pompeo nunca estuvo en riesgo puede verse en el hecho de que dentro de horas de juramentar el jueves, éste abordó un avión para llevar a cabo una misión diplomática que incluía reuniones en Bélgica y varias capitales del Medio Oriente.

Como parte de su primera misión oficial como secretario de Estado, Pompeo sostuvo una reunión en Tel Aviv este domingo con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en la cual el primero reafirmó el apoyo estadounidense al reaccionario gobierno de Israel y arremetió contra Irán dejando entrever que Trump cumplirá con su promesa de retirar del acuerdo nuclear con el régimen iraní en las semanas que vienen.  Trump tiene hasta el 12 de mayo para renovar el acuerdo nuclear con Irán que fue negociado bajo Obama.  Al día siguiente de su reunión con Pompeo, el primer ministro israelí proclamó ante el mundo que su gobierno tenía pruebas de que Irán había estado en violación del acuerdo nuclear pactado en 2015.  Esto, a pesar de que los monitores internacionales han verificado en numerosas ocasiones el cumplimiento iraní con el acuerdo.  Esta “coincidencia” sólo puede interpretarse como parte de un plan ya orquestado de crear otro pretexto fraudulento para iniciar nuevas agresiones estadounidenses contra Irán.

De no renovar el acuerdo con Irán, la administración de Trump quedaría aun más aislada ya que los europeos, con la excepción de Macron en Francia, se han mantenido firmes en su apoyo al pacto.  Dentro de ese contexto, la más reciente declaración por Netanyahu significa que las intenciones de Washington van más allá de imponer nuevas sanciones sobre el régimen en Teherán.

Por su parte, los oficiales iraníes han dicho que no concederán a ningún cambio al acuerdo existente.  Según el presidente iraní, Hassan Rouhani, “El acuerdo nuclear o cualquier otro tema bajo su pretexto es no negociable. Tal parece que las provocaciones desde Washington y Tel Aviv dejan muy poco espacio para el régimen en Teherán evitar una guerra.

Esta situación tal como se desenvuelve amenaza con agravar las tensiones existentes entre EEUU, y su socio menor Israel, por un lado, y el trío de Irán, Siria y Rusia, por el otro.

Pompeo continuó su misión diplomática en Jordania este lunes donde sostuvo reuniones con oficiales jordanos y sauditas, dos acérrimos rivales regionales de Irán.  La decisión de reunirse exclusivamente con enemigos del régimen de Teherán en la región es otro indicio del estado avanzado de los preparativos por el imperialismo estadounidense para la guerra.

El belicismo estadounidense va en aumento.  El abandono de toda pretensión diplomática queda patente.  Los peligros para la clase obrera internacional son muchos.  Es cada vez más urgente construir un movimiento anti guerra con carácter socialista para evitar la hecatombe que se avecina.  Sólo la clase obrera internacional tiene la capacidad de detener la carrera hacia la guerra emprendida por los capitalistas.

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