Por: Mireya Cárdenas
En días pasados, el periódico inglés The Guardian publicó los hallazgos un estudio realizado por la biblioteca de la Cámara de los Comunes de Reino Unido en el que anuncia que el 1% más rico del planeta acaparará el 64% de la riqueza global en los próximos 12 años; para el año 2030. Según la nota periodística, estos hallazgos preocupan grandemente a los líderes mundiales capitalistas, puesto que la extrema desigualdad en aumento generará niveles “peligrosos” de desconfianza y enfado generalizado, a menos que se tomen medidas para contrarrestar las dinámicas de acumulación del capital y restaurar un “balance”. Las comunistas sabemos, sin embargo, que este mal llamado balance se refiere al reformismo inútil mediante el cual nos darían un poco más de las mismas migajas; un poco menos de la misma explotación.
El artículo periodístico califica de “alarmantes” estas proyecciones, y expresa que si no se revierte el patrón de enriquecimiento existente desde el año 2008, el 1% de la población seguirá acumulando capital a un ritmo de 6% anual, mientras que el resto de la población, a un ritmo de 3% anual. Se explica que en manos del 1% compuesto por los super ricos, la riqueza “crece” el doble de rápido que en el resto del mundo.
El estudio augura que de continuar este patrón, el 1% amontonará una riqueza equivalente a 305 trillones. Actualmente, estos súper ricos copan 140 trillones, por lo que en la próxima década estarán acaparando más del doble de lo que se apropian actualmente.
La reseña explica que, según los analistas del estudio, la concentración de riqueza en el 1% obedece a varios factores. Primeramente, se menciona la creciente desigualdad de ingresos (“income inequality”). Esto, en realidad, lo que quiere decir es que los sueldos de la clase trabajadora siguen en constante descenso. Luego, notan el hecho de que las tasas de ahorro para los ricos son mucho mayores, lo que aumenta su capacidad de acumulación de activos. Los ricos invierten grandes cantidades de “equity” en negocios, acciones y activos financieros, hecho que les rinde beneficios desproporcionados.
El estudio, comisionado al exministro laborista Liam Byrne, reunió a diputados, economistas, empresarios, académicos, sindicatos y líderes de “la sociedad civil” para repensar el “problema”. La intención, según se expresa en el artículo, es que los hallazgos de este estudio sirvan para ejercer presión para la toma de acción a nivel global en ocasión de la Cumbre del G-20 de Buenos Aires a fines de este año, que será liderada por el presidente argentino Mauricio Macri. Byrne hizo hincapié en que los líderes mundiales, es decir, la clase capitalista, debe actuar rápido: «Si no tomamos medidas para reescribir las reglas del funcionamiento de nuestras economías, entonces nos condenamos a un futuro que seguirá siendo desigual para siempre», instó. «Eso es moralmente malo y económicamente desastroso, pues nos arriesgamos una nueva explosión de inestabilidad, corrupción y pobreza».
Ciertamente, los actores que se han conglomerado en Reino Unido para denunciar estos hallazgos no son de orientación revolucionaria, sino burguesa. Por lo tanto, su posicionamiento ante la repugnante desigualdad económica que anuncian para la próxima década se limita a vociferar meras aspiraciones de reforma económica. Solo están elevando un pedido a los amos capitalistas para que mediante concesiones, se posponga el malestar inminente entre las masas que creará, a su vez, las condiciones subjetivas que restan para la revolución socialista.
Este informe ilustra las nefastas tendencias económicas del capitalismo, pero es otro ejemplo más donde se pretende esconder las causas reales de éste. Las comunistas sabemos que la raíz del problema es inherente al sistema de producción capitalista y en la propiedad privada sobre los medios de producción. Este tipo de informe no solamente ignora el verdadero origen del problema; sino que esconde las alternativas verdaderas para superarlo. La realidad es que no podemos pedirle a los que suscriben este informe que ofrezcan lo que simplemente no pueden ofrecer. Saben estos estudiosos de la desigualdad bajo el capitalismo que para las mayorías trabajadoras del mundo no hay futuro bajo este sistema. Por eso, este tipo de llamado liberal a las reformas económicas sólo pretende ocultar la inviabilidad del sistema de producción capitalista mientras mantiene la visión de poder arreglarlo. Estos estudiosos liberales saben en el fondo que ninguna promesa de cambio o reforma en el marco del sistema capitalista se verá realizada. Nuestra clase está en un callejón sin salida: bajo la dictadura del capital, sólo tendremos más explotación y despojo, miseria, represión y guerras imperialistas criminales.
La superación del capitalismo putrefacto y la miseria a la que nos condena se dará únicamente con la toma del poder político por la clase obrera. ¡Los obreros con orientación de clase deberán organizarse de forma independiente en sus centros de trabajo y formar consejos obreros! ¡Revolución o Sometimiento!