Bishop y la Junta imponen voluntad de los capitalistas

Por Ismael Castro

 

Una vez más la fea realidad del capitalismo en la colonia ha quedado al descubierto.  Lo que queda de “gobierno local” no es más que es un cascarón vacío.  Ricky y su banda de corruptos son meros marionetas de ventrílocuo que disputan las migajas que les deja el imperialismo estadounidense.

Hoy la Junta de Wall Street hizo público su plan para imponer recortes adicionales, estimados en $120 millones más, una nueva reforma laboral la cual incluye la eliminación de protecciones laborales, el bono de navidad y la reducción de licencias, además de una reducción de las ya míseras pensiones en 10%.  Para deleitar al público Ricky hará su aguaje de oposición y la cochinería de Tommy Schatz y Johnny Méndez se darán guille de guapetones durante un rato antes de que los imperialistas les paren los caballos con la promesa de retener los fondos federales.  En otras palabras, el espectáculo de la politiquería del patio sigue monta’o.

Los $120 millones adicionales en recortes aseguran la eliminación de aun más servicios públicos mediante la evisceración de departamentos y agencias estatales, mientras el tope de 20 centavos el kilovatio-hora como tarifa energética impuesto como parte del modificado plan de la AEE, una movida cínica con el objetivo de ganar el apoyo popular, servirá de pretexto para implementar más “recortes operacionales”.  Contrario a los embustes de los apologistas mediáticos como El Nuevo Día, que pretende presentar la medida como un “golpe a los bonistas”, los defensores de la privatización bien saben que ni el pago a los bonistas o la dependencia de combustibles fósiles, ahora suministrados por compañías estadounidenses, se verán afectados por el propuesto tope a la tarifa.  Tal situación deja a los gastos en las áreas de personal y mantenimiento en los sectores de trasmisión y distribución, donde se concentra el grueso de la fuerza laboral, como la única esfera para lograr “economías”.  Otra vez más se ve cómo los capitalistas y sus defensores intentan oponer los abonados contra los trabajadores.

Las mentiras con que la administración colonial pretende defender su supuesta autonomía en el campo de la política pública ya no convencen a nadie.  Los marxistas hemos explicado que la política no es más que una expresión concentrada de economía y como tal la idea de que se puede separar los campos de la economía y la política es un disparate que sólo le cabe en la cabeza de gente ilusa como Ricky.  A través de EEUU y el resto del mundo los ataques contra las pensiones representan una tendencia tan fuerte que todos los sectores de la clase capitalista coinciden en estos esfuerzos.  Al fingir oposición a los recortes a las pensiones de 100.000 jubilados Ricky sólo quiere evitar el suicidio político hasta que el caso se decida a favor de los capitalistas en sus tribunales.  De esa manera, Ricky espera tener suficiente cobertura política para no dañar sus posibilidades de salir reelecto en el 2020.  Y si cualquier imputación legal a la reducción de pensiones se prolonga más allá de noviembre del 2019 ¡mucho mejor!  Así Ricky podrá seguir demagogueando como opositor fiel a la Junta.

Las advertencias del representante Rob Bishop no dejan dudas acerca de quién manda de verdad en Puerto Rico.  Ricky, después de pasearlo frente a las cámaras a raíz de María tendrá que hacer gárgara mientras el capo mafioso de Utah expresa la voluntad de los capitalistas.

Las consecuencias de las medidas a ser impuestas para la clase obrera son ya muy conocidas.  Lo que queda es la pregunta eterna, ¿qué hacer? 

Los comunistas seguimos advirtiendo que hasta que los trabajadores no se organicen para la conquista del poder político ningún modo de oposición popular resolverá la cuestión.  Como primer paso hacia ese fin, hemos instado a que se formen consejos obreros en todos los centros laborales.  Los trabajadores mismos tendrán que tomar las riendas de la la vida económica y la administración pública además de organizar todos los medios necesarios para defender su propia política pública.  ¡Basta ya de súplicas a los capitalistas y sus representantes políticos!  ¡Qué la clase obrera entre al escenario como fuerza dirigente de la sociedad!

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