Por Abayarde Rojo
A pesar de las amenazas de todo tipo y la intensa campaña de intimidación de los medios burgueses, miles de maestras y maestros del Frente Amplio en Defensa de la Educación Pública (FADEP), marcharon de la plaza Luis Muñoz Rivera hasta el Capitolio. Entre los manifestantes se encontraban además, miles de miembros de la Asociación de Maestros, a pesar de la traición de su liderato sindical y que ignoraron la directriz oportunista de “no cruzar líneas de piquete” que pretendía mantenerlos pasivos en esta coyuntura.
Cantando consignas en contra de la contratista Keleher, la clase capitalista y los políticos; el magisterio y sectores amplios de la sociedad repudiaron contundentemente la reforma educativa que pretende privatizar la educación pública. Se veía entre la masa obrera, estudiantes de la UPR, madres, estudiantes de escuela superior como trabajadores de otras agencias gubernamentales entre ellas la UTIER, ProSol-UTIER, CGT, UIA, ULEES. Estos se concentraron frente al Capitolio a escuchar los mensajes del liderato del FADEP, Asociación de Directores de Escuela, Comité de Madres de Educación Especial y la UTIER.
Sin embargo, aun cuando esta protesta de hoy no fue suficiente para detener la aprobación de la ley, el paro va mucho más allá de haber marchado por las calles de San Juan. Encierra grandes lecciones para el magisterio en particular y, para la clase obrera en general.
Lo que aconteció hoy va mucho más allá del debate burgués y pequeño burgués de si fueron muchos o pocos, de si fue un éxito o un rotundo fracaso, si fue que los padres no llevaron sus hijos a la escuela. El alcance del paro magisterial de hoy, a pesar de ser una expresión espontánea al recrudecimiento de la ofensiva del capital, toca mucho más que una paralización de labores. Fue una expresión objetiva del creciente descontento de las masas obreras ante las condiciones de precariedad en las que nos empujan a sobrevivir.
El hecho de que espontáneamente se sumaran a los componentes de la comunidad escolar diversos sectores laborales demuestra que la educación pública es un aspecto que la clase obrera en su conjunto valora grandemente. Aún con todos los escollos ideológicos y organizativos que tenemos que superar, se manifestaron elementos muy concretos de que cada vez más las masas obreras van entendiendo, todavía intuitivamente, la necesidad de superar la estrechez de la lucha por el taller de trabajo propio. Incluso, este paro resultó ser una expresión embrionaria de la necesidad de superar la lucha sindical y de orientar la lucha unitaria de la clase obrera hacia reivindicaciones de carácter político.
Quedará como lección importante para el magisterio organizado dentro de la Asociación, la traición a mansalva perpetrada por su dirección de la mano de “doña” Aida, personaje tenebroso que lleva años sirviendo fielmente a sus amos burgueses. Mientras “su matrícula” la desobedecía, ella negociaba con el fascista Rivera Schatz algunas migajas para fingir que le preocupa la educación pública. Migajas que a fin de cuentas se traducirán en agudizar aún más las condiciones de pobreza y desprotección laboral que sufre el magisterio, y los demás componentes del sistema público de enseñanza en su conjunto.
El magisterio debe reconocer que para poder enfrentar esta ofensiva, completamente nueva en cuanto a los actores y los métodos más sofisticados que utilizará la burguesía, es importante que ensaye nuevos métodos organizativos y de lucha. Esta nueva etapa, que irá agudizando cada vez más los conflictos de clase, requerirá de nuevos organismos de lucha política, los consejos obreros, que nos permitan elaborar una lucha política independiente. Ese proceso organizativo, y no los llamados histéricos, nos permitirá construir sobre bases concretas la unidad de la clase obrera, condición indispensable para la toma del poder político.
¡Organicemos consejos obreros!