Por Ismael Castro
En nuestra nota sobre las lecciones de la huelga del magisterio en West Virginia publicada hace dos días, destacamos, entre otras cosas, la necesidad del apoyo popular para la victoria de cualquier acción colectiva de los trabajadores. Quisiéramos añadir otra lección más para los trabajadores la cual, aunque no una parte tan explícita de la experiencia que resaltamos en aquella nota, no es menos importante. A saber, elaborar un programa positivo con el que se puede movilizar y conseguir el apoyo de amplios sectores de la población. En el caso del magisterio en West Virginia, su principal demanda fue un alivio a los altos costos del seguro médico para todos los empleados del sector público. El desenlace coyuntural de su huelga fue un aumento salarial de 5% para amplios sectores de los trabajadores públicos. Por tal razón consiguieron el apoyo de las masas tanto en West Virginia como más allá del estado.
Tal es el reto inmediato que enfrentan los maestros agrupados en la Federación de Maestros de Puerto Rico quienes acaban de aprobar un voto de huelga para oponerse a la llamada reforma educativa impuesta por el gobierno colonial.
Aunque los trabajadores con conciencia de clase en general, y los educadores políticamente conscientes en particular, entienden las desastrosas implicaciones de las escuelas chárter y los vales educativos para la educación pública, la cual sirve principalmente a los niños de familias obreras, hay amplios sectores de la población que ven correctamente a la actual burocracia del Departamento de Educación como el principal obstáculo a cualquier cambio positivo en el sistema. Este escenario hace muy posible el aislamiento de los maestros agrupados en la Federación, que es uno de los cuatro sindicatos que representan al magisterio. Como hemos señalado, esta misma división del magisterio es un factor debilitador particularmente en momentos de lucha intensa.
Para los maestros de la FMPR es necesario asimilar la lección de que no es suficiente plantear lo que a uno se opone, particularmente cuando el sistema actual le ha servido tan pobremente a las masas, sino que hay que explicar claramente lo que uno propone. Sólo de esta manera, explicando sus propuestas para fortalecer el sistema de educación pública y mejorar la condición de amplios sectores de la clase trabajadora, podrán movilizar a las masas para apoyar su causa.
Una huelga sin un programa positivo, bajo condiciones en las que amplios sectores de la población están correctamente disgustados con la corrupción del Departamento de Educación, el deterioro de los planteles, las pobres condiciones para los estudiantes, etc. es pura locura.
Instamos a todos los trabajadores en el campo de la educación a unirse en una lucha unificada, la cual debe incluir a otros sectores de la clase trabajadora en Puerto Rico además de maestros a nivel internacional, por un programa masivo de inversión pública para mejorar a las escuelas públicas, además de reconstruir hospitales públicos de calidad y vivienda asequible, a pagarse mediante la imposición de contribuciones sobre las grandes corporaciones capitalistas e individuos ultra ricos que ahora reciben enormes exenciones del gobierno.
Instamos a todos los trabajadores en el campo de la educación a unir fuerzas con otros compañeros del sector público para exigir la democratización de entidades públicas como la AAA y la AEE, además del DE, mediante un proceso íntegro y abierto de discusión pública y referendos populares para proponer y aprobar cualquier reforma sistemática.
Finalmente, instamos a todos los trabajadores del campo de la educación a que se unan con amplios sectores de la clase trabajadora para exigir un programa de empleo serio, vinculado al mejoramiento y modernización de la infraestructura esencial y la resolución del problema de la seguridad alimentaria, de una manera sostenible, así como la implementación de un sistema universal de retiro digno.
Para llevar a cabo tal movilización se requiere una campaña paciente y consistente de educación. La FMPR, indudablemente ha demostrado tener los instintos correctos al plantear la necesidad de luchar contra la nefasta reforma educativa que impone el gobierno colonial. Nos parece que esta disposición de luchar en combinación con unos objetivos que inspiren y movilicen a amplios sectores de la clase trabajadora son claves para adelantar la causa de las masas trabajadoras.
¡No a los contratos privados multimillonarios! ¡Sí a la inversión en servicios públicos esenciales!
¡No a la politiquería capitalista! ¡Sí a la democratización de la política pública!
¡No a la dependencia y la precariedad! ¡Sí a la planificación racional y sostenible!