Por Lidia López
El asesinato a sangre fría de Stephon Clark por agentes de policía en Sacramento, capital del estado de California, es otro ejemplo gráfico de la violencia brutal a que está sometida la clase obrera en general. A pesar del intento de representar la brutalidad homicida de la policía – un órgano del Estado capitalista – como una expresión exclusiva de racismo contra la población negra, la realidad es que tal violencia es utilizada contra todos los sectores de la clase obrera independientemente de su raza, etnia, religión o género. De la misma manera, la violencia policiaca es llevada a cabo y defendida por agentes de policía de todas las categorías sociales. Por ejemplo, el actual jefe de la Policía de Sacramento, Daniel Hahn, es afroamericano.
Clark, de 22 años y el padre de dos varones, fue baleado por la espalda con 8 de los aproximadamente 20 tiros descargados por dos agentes de policía en el patio trasero de la casa de su abuela donde vivía. Según informes iniciales, los agentes de policía en la noche del 18 de marzo respondían a un llamado anónimo sobre un sospechoso que rompía cristales de autos en el vecindario cuando un helicóptero policial los dirigió hacia el frente de la casa de la familia Clark mientras Stephon llegaba a su residencia desde el patio trasero. Aunque la descripción del sospechoso no coincidió con los atributos físicos de la víctima, los agentes, sin identificarse como policías, lo encontraron en el patio trasero donde lo ordenaron a levantar las manos justo antes de dispararle. Clark tenía en su posesión un Iphone.

En el video tomado de las cámaras corporales provisto al público se ve que inmediatamente después del asesinato, y con el cuerpo inmóvil en el suelo, los agentes esperaban varios minutos antes de acercarse y esposar al difunto sin ofrecerle los primeros auxilios. Fue entonces que los dos agentes apagaron el sonido de sus cámaras. El brutal asesinato ha desatado una serie de protestas a través de EEUU.
En lo que va del año (31 de marzo), 309 personas han muerto a manos de la policía en EEUU. De seguir esa trayectoria las muertes a mano de la policía superarán el número total (1193) del año pasado. La abrumadora mayoría de estos muertos proviene de las filas de la clase obrera. Son de todas las categorías raciales, étnicas y de género.
El contexto social de esta epidemia de violencia estatal no puede ignorarse. Estados Unidos es un país plagado de formas extremas de desigualdad social marcadas por el deterioro de las condiciones de vida para las masas obreras junto con el auge del parasitismo económico rampante además del saqueo impune de las arcas públicas por el capital financiero. Al mismo tiempo, se han aumentado el descontento popular con un sistema político el cual aun bajo un manto «liberal» se ha probado incapaz de llevar a cabo las verdaderas aspiraciones de las masas. Como respuesta a esta realidad social, la clase dominante en EEUU ha optado por una política de guerra perpetua, tanto a nivel externo como interno. Aparte de las guerras depredadoras libradas por el imperialismo estadounidense que hemos denunciado en numerosas ocasiones, cabe destacar la militarización de la policía durante las últimas dos décadas, la cual incluye no solamente el suministro de armas y de equipo grado militar a departamentos policiales locales sino también la intensificación de una brutal campaña antiinmigrante llevada a cabo a todos niveles del aparato estatal. Junto con esto, se están llevando a cabo operaciones de vigilancia masiva a través de la integración de los monopolios de telecomunicaciones al aparato estatal.
Todos estos esfuerzos tienen como objetivo evitar la consolidación de un movimiento de oposición popular de carácter anticapitalista fuera del control de la clase capitalista y sus servidores políticos. La clase capitalista en EEUU está muy consciente de que no le queda más alternativa que la de intentar mantener su dominación de clase mediante la fuerza represiva bruta. La violencia policiaca sólo puede entenderse como una expresión más de este intento, inevitablemente fútil, de preservar un orden social moribundo.
Llamamos la atención de la clase obrera a estos casos para resaltar la necesidad de superar el orden social actual. Les recordamos a las masas obreras, justamente enfurecidas por el patrón de violencia policiaca en las comunidades obreras, que la única manera de poner fin a estos abusos es con la organización revolucionaria de la clase obrera y la transformación socialista de la sociedad.