La “revolución bolivariana” se convierte en un régimen de opresión popular

Por Rogelio Acevedo

 

Hace varios meses, en nuestro último informe sobre el rumbo que estaba dirigiéndose la llamada  “revolución bolivariana” analizamos las políticas económicas y sociales contradictorias que estaba asumiendo el gobierno del PSUV y sus efectos al interior de la sociedad venezolana. Dentro de esa coyuntura evaluamos además el papel que jugaba el imperialismo y sus aliados, internos y externos para acelerar la caída del chavismo. Sin embargo, durante los pasados meses hemos observado una serie de acciones que marcan un acelerado giro del gobierno del PSUV hacia la derecha que evidencian que su único interés es la supervivencia de un régimen cada vez más impopular a costa de las necesidades y los intereses de las masas.

La política económica del PSUV

En cuanto a su política económica, no cabe duda de que las sanciones impuestas por la administración Trump han tenido un efecto contundente para que el gobierno logre acceder a mercados de capitales y para tramitar el pago a sus acreedores. La constante compra de permutas por falta de pago o credit default swaps (CDS) han tenido el efecto práctico de provocar un verdadero éxodo de capitales, así como de divisas o monedas fuertes. Sin esas divisas, el gobierno del PSUV se ha visto obligado a importar insumos, materias primas y grandes cantidades de alimentos bajo condiciones muy desventajosas para el pueblo venezolano.

Estas sanciones causaron que a inicios de este mes el gobierno “revolucionario” tomara una serie de medidas económicas para frenar la devaluación del bolívar y la inflación, que según el Fondo Monetario Internacional (FMI) alcanza el 2,000%. El gobierno de Maduro anunció un nuevo sistema de control de cambio que modifica el establecido en 2016, que se  basaba en dos sistemas: la tasa protegida (10 bolívares por dólar) y la llamada Dicom (206 bolívares por dólar) utilizada para operaciones de divisas relacionadas a exportaciones de sus materias primas (hidrocarburos) y empresas de servicios y bienes priorizados por el Estado. En esta ocasión se estableció la Dicom como la tasa oficial fijada en 25,000 bolívares por dólar, lo que representa una devaluación de más del 80% de su valor con respecto al año pasado.

La otra parte de su “paquete” de reformas fue el lanzamiento de la criptomoneda Petro, la cual basa su valor en la cotización en el mercado del barril de petróleo, así como el de otras materias primas como el gas natural y las piedras preciosas. Esta medida pretende burlar los controles de la banca tradicional por su estructura descentralizada y por la relativa facilidad para realizar transferencias de unas entidades a otras. Precisamente por esa falta de controles, las criptomonedas han ganado notoriedad para transacciones de tráfico de drogas y armas. Sin embargo, el colocar los recursos y patrimonio del pueblo venezolano a merced de un instrumento de pago de tan alta volatilidad y que carece de garantías de repago en caso de pérdida, precisamente para pagarle al sector más rapaz y depredador del sistema capitalista, los especuladores financieros, representa una gran irresponsabilidad del gobierno del PSUV.  Estas estrategias en materia económica “para garantizar la soberanía de la patria” representan seguirle el juego a la clase capitalista internacional de profundizar el dominio del capital financiero sobre la economía venezolana.

Mientras se dan todas estas movidas, el crítico desabastecimiento de artículos de primera necesidad, la reducción acelerada del valor del trabajo mediante los fraudulentos aumentos salariales y bonos alimentarios, el surgimiento de un amplio mercado ilegal que ha disparado aún más la especulación sobre el precio de todo tipo de mercancía, el acelerado desmejoramiento de los servicios estatales, han aumentado exponencialmente la presión sobre la clase obrera y las masas. Todas estas circunstancias han provocado un éxodo masivo hacia Colombia que ha sido muy bien aprovechado por los monopolios mediáticos internacionales, así como por la alianza continental burguesa agrupada en la OEA enemiga del pueblo venezolano.

En el campo político

Mientras tanto, en el campo político, se refleja con igual nitidez la ineptitud y la improvisación de los pequeñoburgueses dirigentes del PSUV. Luego del fracaso estrepitoso de su Asamblea Constituyente, organizada con el único propósito de desbancar a la Asamblea Nacional, controlada por la oposición, ese organismo no ha sido capaz de producir una sola solución práctica a los graves y complejos problemas que padecen las masas obreras. Para lo único que ha servido ha sido para afianzar artificialmente el dominio electoral del PSUV, presentando a Maduro como la mejor alternativa, y a la vez apoderándose de todas las instancias del Estado para asegurar su control político.

Esta torpeza reiterada se eleva a niveles nunca antes vistos cuando en medio de esta compleja situación, se les ocurre convocar a nuevas elecciones para abril. Ya la oposición fascista organizada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD) señaló que no participará de los comicios, declarando amañado el proceso. Sin embargo, más allá de las denuncias hipócritas de la MUD, es un hecho innegable que la convocatoria en esta coyuntura refleja un alto grado de oportunismo y de negligencia ante las necesidades crecientes de las masas obreras.

Frente a todos estos despliegues hipócritas de democracia burguesa, se presentan los hechos contradictorios de una dirección política en franca bancarrota: la represión de las protestas obreras en denuncia por la caótica situación de Venezuela. Aunque la política antiobrera del PSUV se remonta a los tiempos de Hugo Chávez, durante los pasados meses han aumentado las protestas de sectores de la clase obrera no organizados políticamente, exigiendo condiciones dignas de empleo y de salarios, donde la respuesta del Estado ha sido la represión abierta, aderezada por acusaciones de dirigentes del PSUV de ser “contrarrevolucionarias”. Estas crecientes manifestaciones se diferencian notablemente de las protestas pasadas por su carácter de clase, ya que la exigencia de estos sectores obreros a los gobernantes es que garanticen el cumplimiento de las leyes que les cobijan contra despidos injustificados y convenios colectivos justos.

¿Dónde está la oposición obrera revolucionaria?

En este complejo desarrollo de eventos se destaca una característica que se repite en muchos de nuestros países: la carencia de una dirección revolucionaria que pueda orientar a la clase obrera hacia posiciones políticas independientes para la lucha contra sus enemigos. A los comunistas en Puerto Rico nos interesa enormemente el desarrollo y el porvenir de la revolución proletaria en cada rincón del planeta. En ese sentido, observamos el caso del Partido Comunista de Venezuela (PCV) con gran preocupación, ya que según las posiciones que ha ido planteando en su órgano de prensa Tribuna Popular, no está ejerciendo su función de organizar al proletariado para la toma del poder. Mientras se agudizan las contradicciones internas del régimen del “socialismo del Siglo XXI” en vez de actuar con audacia para organizar la oposición obrera al régimen, se han concentrado en “exigir respeto a candidaturas”.

En sus “Propuestas para una salida revolucionaria a la crisis del capitalismo dependiente y rentista de Venezuela” (edición No. 2.290 del 8 – 28 de febrero de 2018), a modo general,  establecen correctamente los aspectos principales de la situación. Sin embargo, en sus propuestas no plantean salidas revolucionarias a la crisis. Si no más bien se mantienen en el marco de la legalidad burguesa planteando que “en el objetivo de construir una amplia alianza antiimperialista y antifascista, debemos trabajar por una candidatura unitaria que exprese un programa consecuentemente antiimperialista, anti oligárquico, antimonopólico, democrático y popular caracterizado por el control obrero popular del capital, de la producción, la distribución y el consumo…” Es decir, que basan su táctica en la participación electoral dentro del podrido marco de la V República, Estado constituido por la pequeña burguesía del PSUV, sin plantear directamente a la clase obrera la necesidad del derrocamiento del poder burgués. Incluso, no han podido establecer una crítica basada en la economía política sobre las medidas de cambio y de establecimiento del Petro como una medida perniciosa para la economía venezolana.

Sin embargo, el más grave error político del PCV fue apoyar desde el principio la “revolución bolivariana”. Aún comprendiendo aquella coyuntura favorable para organizar a los sectores avanzados de la clase obrera, subordinó los intereses de los trabajadores a la claque que ahora gobierna el país. El paso correcto para poder dar dirección a la clase obrera hacia posiciones revolucionarias era mantener y organizar la oposición obrera a ese proyecto para que esta pudiera ver las diferencias entre sus intereses y los de la dirección del PSUV. Incluso, resulta increíble que después de múltiples intentos de destruir el PCV, de exclusiones de “los procesos unitarios” de ataques directos a los comunistas, la dirección haya decidido mantenerse apoyando este proyecto y continuar participando de su sistema electoral. El efecto más inmediato de esta táctica es que precisamente, dentro de toda esta compleja situación, la clase obrera y las masas no pueden hacer una distinción objetiva entre el PSUV y el PCV.

Es por esto que a los comunistas nos habla la historia y debemos tener siempre muy presente el pasado para evitar errores. ¿Qué hubiese ocurrido si los bolcheviques hubieran apoyado el gobierno provisional de los socialistas burgueses en 1917? Quedará en manos de las bases del PCV pedir cuentas a la dirección política por la actitud conciliatoria y conservadora que han asumido frente a los oportunistas del PSUV.

Lecciones para la clase obrera a nivel internacional

Los dos errores grandes de los que debemos aprender la clase obrera de este proceso son:

1) El grave error que significa la subordinación ideológica y política a la pequeña burguesía,

2) Coincidir, dentro de un país capitalista dependiente, con un proyecto de desarrollo capitalista nacional.  En este caso particular implicó el mantenerse dentro del circuito de capital internacional como suministrador de petróleo y eslabón subordinado en la circulación de crédito.

Desde nuestra perspectiva las alternativas correctas hubieran sido: 1) organizar a los obreros aparte denunciando el carácter de clase del PSUV para que cuando se profundizara la crisis estuvieran listos para actuar independientemente;  2) forjar lazos con la clase obrera en Colombia, Ecuador, Bolivia, etc. con el propósito de avanzar sus luchas y sentar las bases para un nuevo bloque regional 3) preparar la toma de poder en el momento adecuado.

De estas lecciones los comunistas en Puerto Rico, por el carácter joven de nuestro Partido, también debemos autocriticarnos por no haber visto con claridad estas graves desviaciones y haber apoyado un proceso supuestamente revolucionario que no hizo más que aplastar a la clase obrera profundizando la corrupción y el clientelismo. Con esta postura crítica pretendemos cumplir con nuestra responsabilidad de reconocer nuestros errores y saber distinguir las posturas que diferencian a los comunistas frente a todo este amplio espectro de manifestaciones oportunistas.

Por el momento, queda claro para las masas obreras en todo el mundo el fracaso del “socialismo del siglo XXI”, así como la bancarrota moral y política de la pequeña burguesía del PSUV y todo su entorno de aliados “revolucionarios” como reformistas. También ha quedado claro que este proceso no representa los intereses de la clase obrera ni de las masas, sino por el contrario, se ha convertido en un régimen capitalista más disfrazado de “revolución”. Este proceso encierra grandes lecciones para los revolucionarios en todo el mundo en el aspecto de que, para lograr la revolución socialista no hay atajos posibles: organizamos a la clase obrera para que la materialice, o estaremos abocados a las tácticas oportunistas de la burguesía y sus secuaces pequeñoburgueses.

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