Por Ismael Castro
La decisión de vender los activos de la AEE ha desatado un revuelo entre los bonistas para garantizar que se les pague primero como parte de cualquier venta. Al mismo tiempo, ha quedado claro que, dada la deuda y la infraestructura deteriorada de la AEE, el perfil de cualquier inversionista privado interesado en comprar sus activos será de aquellos que sólo buscan precios de ganga y «ganancias rápidas». En la inminente batalla entre intereses competidores para fortalecer su posición relativa unos contra otros, lo que está más allá de toda duda es que todos éstos unirán sus fuerzas para imponer unas condiciones de explotación cada vez más intensas a los trabajadores que quedan dentro de la industria eléctrica.
Para emprender un camino hacia delante, los trabajadores de la industria eléctrica tendrán que primero librarse de la influencia de todos los partidos políticos capitalistas que de una manera u otra han allanado el camino para la eliminación de trabajos y el desmembramiento de la AEE. Estos políticos capitalistas intentarán una de dos estrategias: atarse a uno de los intereses competidores a favor de la venta de la AEE o colarse dentro de las filas de la oposición a la venta con el objetivo de seguir administrando la corporación “pública” para saquearla. Los trabajadores nada tienen que buscar ni en los políticos oficiales ni en los tribunales capitalistas.
Los trabajadores de la industria eléctrica si han de ganar esta batalla tendrán que precipitar una reorganización obrera de carácter permanente y más allá del sector energético o cualquier otro sector particular, como ya han intuido con su llamado para una ‘unión multisectorial’. Este tipo de reorganización, para cumplir con las exigencias del momento histórico sólo puede cobrar la forma de un gran consejo obrero a nivel nacional. En este sentido el apoyo brindado por organizaciones obreras como la UIA, CPT, UGT, FMPR y la HEEND representa un primer paso necesario. A esto habría que solicitar el apoyo de otros sectores de la clase obrera en lucha como los policías.
Sin embargo, tal reorganización tiene que plantearse como objetivo la toma bajo el control obrero directo de todas las principales industrias de la sociedad y su administración democrática de acuerdo con un plan racional de desarrollo socialista. Los trabajadores ya no podrán depender de ningún sector de la clase capitalista o los políticos que le sirven para proteger sus intereses. Ha llegado la hora para los trabajadores mismos tomar las riendas de la administración pública, tanto en el ámbito económico como en el de la política pública.
Las dos lecciones críticas que los trabajadores de la industria eléctrica tienen que asimilar para ganar la lucha que les impone el momento histórico son: la necesidad de desarrollar nuevas formas de organización con amplios sectores de la clase obrera en su conjunto y la inevitabilidad de tener que proponerse como objetivo inmediato la toma del control directo sobre las esferas económica y política de la sociedad.