24 de enero de 2018
Comisión Política
Partido Comunista de Puerto Rico
Finalmente, con el anuncio de Ricardo Rosselló del desmembramiento de la AEE para entregársela a intereses privados, parecería que se pone punto final a una larga agonía de amenazas y traspiés de los administradores de turno para adelantar la agenda de sus amos capitalistas. Sin embargo, este anuncio se presenta como el campanazo inicial en una nueva etapa en el desarrollo de la lucha de clases en el territorio. No nos referimos a que la venta de la AEE represente el primer golpe que nos propina la clase capitalista a las masas trabajadoras y desposeídas en este largo proceso de desmantelamiento de las estructuras coloniales como las conocíamos, sino todo lo contrario. Este anuncio representa un golpe más de una larga cadena de agresiones que hemos sufrido los trabajadores por las pasadas décadas, por administraciones PNP y PPD, las cuales han significado una erosión de nuestras condiciones de vida en términos absolutos.
El aumento continuo en el empobrecimiento de las masas, resultado de las políticas de austeridad, se ha agravado a niveles inauditos como consecuencia del paso del huracán María. Sin embargo, el huracán solo quitó el velo a una realidad de carencias, marginación y de profundo sufrimiento de nuestro pueblo producto de los constantes ataques inclementes de la clase capitalista. El saqueo descarado de los fondos públicos por medio del endeudamiento masivo, el robo de los sistemas de pensión de trabajadores del sector público, los continuos ataques a los derechos laborales, el despido masivo de empleados, la destrucción de la educación y la salud pública, la destrucción medioambiental, la marginación, la criminalidad, son solo algunos de los ataques que hemos sufrido las masas en años recientes sin poder dar una respuesta política efectiva capaz de detener la ofensiva.
No obstante, en esta coyuntura, en que parecería que los explotadores se han colocado en una posición de fuerza para continuar con el modelo de súper explotación que sufrimos, solo evidencia el comienzo de su decadencia. Es por esto que, cuando decimos que este anuncio representa una nueva etapa en la lucha de clases, nos referimos a que el ritmo acelerado en la degradación de las condiciones de vida mínimas para nuestra supervivencia asegura agudas confrontaciones de clase. Literalmente nos están arrinconando contra la pared. Y aunque los liberales, los escépticos y los cínicos no ven movimiento para “mejorar las cosas”, sino que dejan en manos de sus amos capitalistas las soluciones al conflicto, nosotros los comunistas vemos como aceleran dos locomotoras hacia un inevitable choque por la supervivencia.
De la misma forma, esta nueva etapa tiene un carácter distinto: la búsqueda de las masas por diversas vías de solucionar sus problemas, su plena desconfianza en los políticos que representan a los capitalistas, las vemos en las crecientes manifestaciones comunitarias por el restablecimiento del servicio eléctrico, la huelga de la policía, son solo algunos ejemplos del profundo descontento popular que se está gestando. El territorio se ha convertido en un inmenso barril de pólvora que hará estallar el sistema capitalista en estas latitudes. Pero los guaynabitos de Ricky y la Junta de Wall Street, en su soberbia y desprecio a las masas, han tomado las medidas necesarias para reforzar su aparato represivo en espera de que “nos tiremos”. Y como han demostrado sus ejecutorias antes y después de María, las masas trabajadoras no debemos dudar que su respuesta será implacable.
No cabe duda que nos esperan tiempos aún más difíciles. Sin embargo, la clase trabajadora es la única clase capaz de revertir esta aparente situación sin salida. Pero para eso debemos organizarnos comenzar a dar pasos efectivos para construir oposición política, no desde el sistema electoral burgués, sino desde una perspectiva independiente. En esta coyuntura crucial en la que van madurando las condiciones para la lucha revolucionaria, los comunistas nos reafirmamos en los consejos obreros como método para construir la unidad de todos los sectores de la clase obrera para organizar la lucha contra los capitalistas y sus representantes. También nos reafirmamos en nuestro programa político socialista que permita a la clase obrera, una vez conquistado el poder político, establecer medidas que atiendan las profundas necesidades de la sociedad en su conjunto.
¡Organicemos consejos obreros!
¡Comunismo o barbarie!