Ismael Castro
Al igual que una banda de ladrones, los republicanos en el Senado aprobaron su proyecto de reforma contributiva el sábado por la madrugada bajo un manto de secretos, sin ningún debate público o discusión significativa. El proyecto de ley, que consta de 500 páginas se hizo público justo antes de que votaran e incluía ediciones hechas a mano en los márgenes, se aprobó por votación de 51 a 49 casi por líneas partidistas. Sólo un republicano, Bob Corker de Tennessee, votó en contra como acto simbólico. Ahora, el Congreso convocará una comisión bipartita, que de seguro funcionará tras bastidores, para reconciliar las diferencias segundarias entre las versiones de la Cámara y el Senado antes que Trump firme la nueva ley. Tal es el estado de democracia que existe en la sociedad capitalista.
Como destacamos anteriormente, la reforma contributiva federal es en realidad una política social con el objetivo de transferir mayor riqueza a la clase capitalista. A su vez, el enorme boquete fiscal que provocarán los recortes de los impuestos para las corporaciones y los individuos más ricos servirá de pretexto para eliminar lo que queda de varios programas sociales como Medicaid, Medicare y Seguro Social además de desangrar aun más a las agencias encargadas de Educación, Salud y Vivienda.
De hecho, el proyecto de ley del Senado contiene varias disposiciones que demuestran que, más allá de aumentar las ganancias de los capitalistas, que ya se acercan a niveles récord, el objetivo de la legislación es avanzar una agenda social reaccionaria. Por ejemplo, el proyecto de ley del Senado elimina el mandato individual de Obamacare, una movida siniestra que aprovecha una de las disposiciones más reaccionarias de la actual ley de salud para imponer recortes aún más salvajes al sistema de cuidado médico. Al eliminar el mandato individual se anticipa una reducción significativa en el número de personas saludables que compran seguro médico, lo cual tendría un efecto dominó en el mercado que provocará un aumento del costo de las primas. Esto induciría a cada vez más personas a abandonar el mercado con un efecto cumulativo de eliminar la cubierta de aproximadamente 13 millones de personas y reducir severamente los gastos gubernamentales por concepto de subsidios.
En otro ejemplo, se incluyó una disposición que permite la extensión de ahorros fiscales de los “planes 529” a las escuelas privadas y religiosas. Dicha medida, junto con los esfuerzos de la secretaria de Educación Betsy DeVos para vincular los fondos federales al alumno en vez del distrito escolar, representa otro incentivo para los padres abandonar las escuelas públicas mientras se recortan fondos públicos destinados a la educación pública en general.
La votación del Senado tuvo lugar la madrugada después de que Michael Flynn, el ex asesor de seguridad nacional y alto oficial de campaña del candidato Trump, se declarara culpable de mentir al FBI en la pesquisa de la trama rusa dirigida por el fiscal especial Robert Mueller. La declaración de culpabilidad marca una nueva etapa en la crisis política que aflige a la clase capitalista estadounidense, la cual se centra en las diferencias tácticas en política exterior entre sus dos facciones principales. Por lo que se ha visto, la facción de capitalistas que más apoya a Trump prefiere priorizar su agresión hacia los rivales chinos mientras la banda demócrata exige una estrategia a corto plazo dirigida a Rusia.
Por el momento, queda por ver hasta dónde llegará la investigación del fiscal especial. Lo que sí queda más allá de duda es que la intensificación de la ofensiva en contra de las masas trabajadoras llevada a cabo por la clase dominante en su conjunto refleja su reconocimiento de que se asoman grandes batallas en el horizonte, tanto a nivel interno como externo. Ya la administración de Trump se destaca por el gran número de ex militares que ocupan altos puestos de liderato. Los estrategas de la clase capitalista entienden claramente que el estado actual de debilidad organizativa e ideológica dentro de la clase trabajadora debe aprovecharse tanto para prevenir el desarrollo de cualquier oposición interna seria como para movilizar apoyo para sus objetivos imperialistas. En este sentido, mientras los republicanos imponen duras medidas que invariablemente aumentan la frustración y desesperación de las masas y sus portavoces avivan el discurso fascista, los demócratas se encargan de canalizar la ira popular hacia los rivales internacionales del imperialismo estadounidense tales como como Rusia y China. Tal es la coreografía delicada que se lleva a cabo entre las dos facciones de la clase dominante.
Los capitalistas no ofrecen soluciones progresistas a la humanidad. La clase trabajadora enfrenta la alternativa de la continua regresión social y guerra sin fin bajo los capitalistas por un lado y la toma en sus manos del poder político y la transformación socialista de la sociedad por el otro. No hay camino intermedio.