La penuria de la vivienda tras el huracán María

Por: Mireya Cárdenas

¿Cómo, pues, resolver el problema de la vivienda? En la sociedad actual, se resuelve exactamente por lo mismo que otro problema social cualquiera: por la nivelación económica gradual de la oferta y la demanda, solución que reproduce constantemente el problema y que, por tanto, no es la solución. (…) Lo cierto, sin embargo, es que ya hoy existen en las grandes ciudades edificios suficientes para remediar en seguida, si se les diese un empleo racional, toda verdadera «penuria de la vivienda». Esto sólo puede lograrse, naturalmente, expropiando a los actuales poseedores y alojando en sus casas a los obreros que carecen de vivienda o que viven hacinados en la suya. Y tan pronto como el proletariado conquiste el poder político, esta medida, impuesta por los intereses del bien público, será de tan fácil ejecución como lo son hoy las otras expropiaciones y las requisas de viviendas que lleva a cabo el Estado actual.” F. Engels, «Contribución al Problema de la Vivienda» (1873).

El camarada Engels no se equivocó: la penuria de la vivienda es una tragedia permanente y subsumida en el conflicto y el control social impuesto por el sistema de producción de la clase capitalista. La única solución al problema depende de la total abolición del capitalismo como modo de producción social. Catástrofes como la de María, hacen esta verdad una mucho más evidente en Puerto Rico. La calamidad experimentada por la clase obrera y las masas populares en Puerto Rico tras el paso del catastrófico huracán solo han agudizado el eterno problema a una escala alarmante. ¡Los bancos y la clase capitalista jamás nos ayudarán!

La crisis inmobiliaria causada por la especulación y el colapso de los instrumentos financieros o derivados de las hipotecas de alto riesgo desde hace ya casi una década ha traído consigo el deterioro físico generalizado de estructuras abandonadas, rentas impagables y sobre todo ha eliminado la asequibilidad de viviendas adecuadas a la clase trabajadora. Tras el paso del huracán, ahora los capitalistas invocan de nuevo las mismas soluciones falsas como “respuestas” al desastre bajo consignas de “reconstrucción” y de “levantarnos como pueblo”.

A pesar de que el impago de hipotecas y cánones de arrendamiento en Puerto Rico es masivo y el negocio de bienes raíces sigue agonizando, los capitalistas pretenden atosigar al pueblo con más crédito hipotecario y más formas de endeudamiento para poder “levantarse” y “reconstruir”. La otra solución impuesta es unirse al éxodo masivo de trabajadores, el cual ya se estima en medio millón de habitantes según nos informa la prensa burguesa y antiobrera del territorio. Si esta disyuntiva en que se encuentra la clase trabajadora no es muestra de la inviabilidad y fracaso total del sistema de producción capitalista; no sabemos qué otra instancia lo pueda demostrar mejor. Todo esto es porque los capitalistas no cuentan con ninguna otra solución a su propio problema; y seguirán perpetuando sus contradicciones hasta que nosotros – la clase trabajadora — catapultemos de forma definitiva su dictadura de clase.

El huracán María elevó astronómicamente la cantidad de familias que perdió de forma parcial o total su casa. El cuadro ahora mismo es devastador: en estos momentos, muchos arrendadores presionan indebidamente a inquilinos queriendo cobrar rentas sobre apartamentos y casas inhabitables o insalubres por el huracán. Las amenazas de desahucio, encima de todas las dificultades que impone la sobrevivencia en el país huracanado, son la orden del día. Son aún miles las personas sin toldo para preservar lo que les queda, si algo, de casa. Están también quienes luego de afectarse alguna puerta o ventana durante el huracán no perdieron la estructura pero si todos los bienes muebles dentro de ella.

El lunes pasado los tribunales del territorio reanudaron sus operaciones para darle curso legal a un sinnúmero de potenciales demandas. Entre éstas se encuentran los demandantes de desahucio, tanto caseros particulares como compañías privadas de administración de vivienda pública contratadas por los administradores del territorio que manejan cuantías millonarias de fondos federales. El único fin de estas compañías de administración privada ha sido expulsar sistemáticamente a los arrendatarios de la vivienda pública a costa de lucro y maximizar ganancias o simplemente explorar los designios especulativos de valor y de gentrificación de espacios a gusto y visión de los inversionistas de capital financiero. Sabemos que las demandas de desahucio contra los más afectados no se harán esperar. Otra de las maniobras fraudulentas de estas compañías privatizadoras de la administración de vivienda pública – quienes están por recibir una cantidad considerable de fondos del gobierno federal tras la catástrofe– es el de procurar el trabajo voluntario de diversas organizaciones activas en los esfuerzos de reconstrucción para que éstas acudan a los centros de vivienda y particularmente égidas para así, con la excusa de la catástrofe humanitaria, ahorrarse el pago de salarios y allegarse así una cantidad mayor de los fondos de desastre.

El gobierno del territorio inicialmente declaró su intención de decretar una moratoria a los procedimientos de desahucio tras el paso del huracán, pero sabemos que miente: ni lo ha hecho, ni lo hará. Este es el panorama, a grandes rasgos, de la penuria de la vivienda en Puerto Rico para los trabajadores. Es una frase bastante común entre los propios capitalistas fijar la culpa a la prolongada recesión económica inaugurada por la caída del mercado especulativo en el 2008. No obstante, las comunistas sabemos que las contradicciones del sistema capitalista según se manifiestan en la vivienda de los trabajadores son insalvables desde mucho tiempo atrás y que un nuevo ciclo de endeudamiento solo perpetúa nuestro sometimiento. Las viviendas para los capitalistas nunca serán vistas como una necesidad del bienestar común, sino como un mercado especulativo para generar ganancias. Mientras no arranquemos de raíz las relaciones de producción capitalistas, el problema de la vivienda no cesará de existir, por más reestructuraciones y ofertas crediticias para rehabilitar el territorio se inventen los amos capitalistas. Tras el huracán, las ofertas de los entes bancarios y las cuantías paliativas de FEMA (sufragadas con las contribuciones de la propia clase trabajadora) son formas de reinsertar a la clase trabajadora y a grandes sectores de la pequeña burguesía también afectados en otro ciclo de sujeción y endeudamiento.

Previo al paso del huracán, sabemos que los bancos se encontraban reposeyendo unidades de vivienda a razón de mas de una decena por día en Puerto Rico. Con la merma tan aguda de deudores hipotecarios en Puerto Rico – y a pesar de los esfuerzos de los capitalistas en seguir liberalizando el mercado hipotecario para hundir en más deuda a los trabajadores y seguir especulando — los capitalistas se ha quedado con muchas unidades de vivienda desocupadas. ¡Todas ellas deben ser confiscadas por y para la clase trabajadora! De otra parte, el resultante mercado de alquiler y arrendamiento reproduce y refleja las relaciones de explotación hacia las estratas más vulnerables de la clase trabajadora que pierde su casa al banco o no satisface los requisitos de crédito.

Lo innegable es que, tanto para el que renta o el que le adeuda al banco su casa, bajo la dictadura del capital financiero nunca la vivienda será un hecho seguro para quienes no tenemos control de los medios de producción social. Así, tanto la clase dirigente del capital en la metrópolis como los administradores del territorio jamás estarán en una posición real de resolver la raíz de nuestra eterna incertidumbre en cuanto a contar un techo seguro y adecuado. Nos avecinamos, tras el paso de este huracán, a un nuevo ciclo de engaño a los trabajadores, independientemente de que sean éstos “propietarios” de una deuda hipotecaria o arrendatarios de vivienda, ya sea privada o pública.

FEMA al igual que los bancos, por ejemplo, anunciaron una moratoria o aplazamiento de noventa días para las ejecuciones hipotecarias, junto a variados esquemas de financiamiento y asistencia. Los comunistas sabemos que todos estos esquemas de alegada ayuda no son más que otro eslabón más que se nos extiende a la cadena que nos ata al capital financiero. El infortunio del huracán es terreno fértil para renovar la dictadura capitalista y dividir más a la clase obrera.

El Partido Comunista de Puerto Rico insta a la clase trabajadora a luchar por el derrocamiento del capitalismo; a no conciliar los intereses la clase capitalista con los nuestros propios; y mucho menos creer en las mentiras de reconstrucción ofrecidas por la clase capitalista. La solución a la penuria de la vivienda estriba en rechazar las falsas soluciones dictadas por el capitalismo del mercado mediante la efectiva organización de la clase obrera por sí y para sí.

¡ A luchar por el socialismo mediante la formación consejos obreros !

¡Revolución o sometimiento!

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