Por Rosa Rojas
Luego de la cancelación del escandaloso contrato a la desconocida Whitefish, como medida de damage control, la corrupta camarilla que administra el territorio solo desea poner a dormir el asunto. Y es que ante la sombra de investigación por parte de sus amos imperiales, sumada a la intensa presión pública y consideraciones de índole electorera, Ricky tuvo que desistir del intento.
En el caso de la amenaza de investigación por parte de diversas agencias federales, solo responde a luchas entre sectores de capitalistas quienes moviendo a sus congresistas, esperan sacar de carrera a sus competidores para conseguir una tajada del bizcocho.
Sin embargo, hay un aspecto de mayor importancia que ha sido tema de discusión pública: el supuestamente oneroso salario de $200 la hora de los trabajadores de Whitefish. Este resultaba escandaloso, inclusive para los portavoces de la burguesía en sus programas radiales diarios. Personeros de tradición antiobrera intachable, como el corrupto Luis Pabón Roca, quienes ante la suma de lo que devengaban los empleados de Whitefish, de repente les parecieron razonables los previamente “altos” salarios de la UTIER.
Informes de prensa y a través de las redes sociales reportaban como en las comunidades le lanzaban piedras y botellas a los trabajadores de Whitefish como expresión de indignación ante la masividad del robo. A esto se sumaba lógicamente los escasos resultados que lograban frente a los contundentes avances que lograban los trabajadores de la UTIER aun con la negativa de administradores de la AEE de aceptar las numerosas peticiones de jubilados del sindicato a ofrecer servicios para ayudar en la restauración del sistema eléctrico. Estas manifestaciones comenzaron a surgir una vez se hizo público el contrato, en el cual se desglosan los costos, entre ellos los salarios que oscilaban entre $240 y 160 la hora. Sin embargo, cuando se considera que Whitefish solo logró traer a 325 trabajadores de los mil y pico prometidos, entendemos que esos salarios escandalosos fueron reservados para un pequeñísimo grupo de personas privilegiadas y no aquellos que se iban a fajar en las tareas más arduas de la restauración del sistema.
De todas maneras, está bien documentada la artimaña de inflar los costos y gastos para contratos con el gobierno federal con el objetivo de desviar parte de esos fondos para el saqueo. Con esto en mente Ricky y su camarilla decidieron tomar una ruta alterna hacia el mismo destino: aprovecharse de la crisis. Para esto crearon la flamante Oficina Central de Recuperación y Reconstrucción de Puerto Rico (OCRR) como herramienta para la organización sistemática del robo mediante el modelo de APP. Para la difícil tarea de dirigir una operación de esta magnitud, en la que se canalizaran miles de millones de dólares, reclutaron a un especialista en la materia: el contable y abogado corporativo Omar Marrero.
Básicamente la tarea que tiene por delante es la de llevar “los dos libros”, es decir, el de la contabilidad oficial del gobierno y, por otra parte, el que lleva “el cuadre” de veras. Guiso fácil, ¿verdad?
Este asunto, aparte de la corrupción que carcome las estructuras políticas del territorio, trae nuevamente sobre la mesa el asunto del internacionalismo proletario. Por un lado, plantea el aspecto de la burda explotación que sufren los trabajadores estadounidenses por estas empresas inescrupulosas. Muchas veces traídos bajo engaño para hacer el trabajo sucio con promesas de grandes beneficios, que por supuesto disfrutaran solamente los ejecutivos. Estas, ejemplificadas en Whitefish, no son mas que quiosquitos creados como herramientas para el robo.
Por el otro, plantea el robo descarado del dinero que aporta la clase obrera en EEUU al gobierno federal para recibir servicios básicos de salud y educación. Dinero que históricamente se ha desviado para cebar los bolsillos de la corrupta burguesía imperialista allá. Y que con la llegada de Trump se ha acrecentado el robo de esos fondos para sus planes belicistas y que mantiene en la pobreza a más de 40 millones de personas en el país mas rico del mundo. Esa es la misma clase explotadora que desde María para acá se ha dedicado a enviar a sus representantes a asegurar el mantenimiento del repugnante régimen colonial y de paso, con el aguaje aprovechan y hacen campaña para las próximas elecciones legislativas.
Solo con el estrechamiento de las relaciones fraternales y de lucha revolucionaria solidaria de los trabajadores del mundo podremos destruir este podrido régimen de explotación del trabajo y darnos a la construcción de uno que priorice las necesidades y aspiraciones de las masas trabajadoras.
¡Trabajadores del mundo UNÍOS!