La reconstrucción y las tareas políticas de la clase obrera

Por Ismael Castro

La respuesta oficial a la crisis social exacerbada por María demuestra más allá de toda duda la incapacidad de la administración colonial de atender las necesidades más elementales de las masas.  La bancarrota política de todos los representantes políticos oficiales del imperialismo en la colonia, tanto los del PNP como del PPD, se refleja en el hecho de que su única ‘estrategia’ para la recuperación se basa en apelar al régimen de Trump, el más reaccionario de la historia estadounidense moderna en el cual elementos abiertamente fascistas ocupan puestos de confianza.  El resultado práctico de esta ‘estrategia’ se ha probado muy aleccionador.  Para la recuperación de su colonia, ya entre la espada y la pared mucho antes del paso de María, el imperialismo ha propuesto una línea de crédito de $4.7 mil millones y un poco más de $1.000 millones en la forma de un grant para extender el programa de PAN y así mitigar la hambruna.  Por su parte, la administración de Rosselló, cuya negligencia criminal tanto en los días previos como durante el mes desde el paso del huracán ha quedado patente ante todo el mundo, se ha mostrado muy hábil y eficiente en el proceso de adelantar los intereses de los capitalistas.  Aunque incapaz de coordinar la distribución de suministros básicos a la población, la administración de Rosselló sí ha podido asegurar la aprobación de contratos privados multimillonarios y una serie de APPs para acelerar el saqueo de recursos públicos mediante esquemas de privatización.  De hecho, la estrategia de recuperación de los capitalistas puede resumirse en la cínica máxima hecha popular por el antiguo jefe de Gabinete bajo Obama y ahora alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, cuando éste aconsejó, “Nunca deje que se desperdicie una buena crisis”.

¿Y los llamados progresistas?

No les va mejor.  Los llamados progresistas desde el PPT a los nacionalistas tradicionales han proclamado a Carmen Yulín, una defensora impenitente del imperialismo estadounidense, su nueva heroína por su supuesto desafío a Trump en una serie de tuits.  Tal es el estado de degeneración del pensamiento político pequeñoburgués.  Lo que tienen en común todas estas tendencias ‘progresistas’ es su sumisión a la política capitalista.  Sus propuestas para la recuperación se circunscriben a poner presión sobre los políticos capitalistas, principalmente de EEUU y mediante cabildeos, para que lleven a cabo reformas que atenúen los aspectos más graves de la crisis.  Incluso en los casos del pensamiento pequeñoburgués progresista ‘de mayor alcance’, se omiten deliberadamente cuestiones fundamentales tales como qué clase social debe ejercer el papel dirigente en la lucha por la recuperación o tomar el poder político y qué métodos de lucha se requieren para lograr las demandas de las masas obreras.  Más bien, nos quieren convencer de que una masa social amorfa de alguna manera creará una democracia genuina en la que los capitalistas y los obreros puedan coexistir pacíficamente.

Al contrario de estas tendencias, los comunistas dirigimos nuestro mensaje directamente a la clase obrera.  Al hacerlo, no negamos ni por un instante la utilidad de las reformas logradas mediante la presión ejercida por las masas radicalizadas sobre los políticos capitalistas, ya sean mayores asignaciones de fondos federales para la recuperación, la derogación de leyes para proteger el monopolio de las navieras o aun la cancelación de parte de la deuda pública.  Sin embargo, les explicamos a los obreros que incluso las más radicales de estas reformas no son suficientes para resolver la crisis generada por el capitalismo y sólo agravada por el paso de María.  Precisamente porque las reformas económicas bajo el capitalismo no se dirigen a acabar con la explotación capitalista, que es a la raíz de la desigualdad social, son insuficientes desde la perspectiva de las masas obreras.  Lo mismo ocurre con las reformas políticas bajo el capitalismo, que nunca tocarán los cimientos de la dominación política de la clase capitalista y que son siempre efímeras ya que cualquier amenaza mínima a su dominación política provocará entre los capitalistas una represión brutal.

Los comunistas les decimos a los obreros: No limiten la vista a las reformas y no pongan su confianza en los políticos capitalistas o sus defensores.  Les recordamos a los obreros que su emancipación será obra suya, la cual lograrán sólo mediante la lucha ardua y no dádivas o la supuesta benevolencia de los capitalistas.  Les señalamos la experiencia práctica de María, cuando la indiferencia y la incompetencia de los políticos capitalistas quedaron desnudas ante el mundo, y contrastamos esta conducta de parte de los capitalistas con la iniciativa y resiliencia de las masas obreras durante este mismo período para sacar importantísimas lecciones e identificar las tareas por delante.  Es precisamente a base de la experiencia de María que surge la tarea más apremiante para las masas amplias de obreros: acelerar y consolidar el proceso de auto organización, independiente de todas las tendencias políticas capitalistas.

Todos los que estén familiarizados con la literatura comunista en Puerto Rico deben saber que el PCPR ha avanzado la consigna de consejos obreros desde el otoño de 2015 cuando comenzaron a organizarse asambleas de trabajadores sindicalizados para discutir alternativas al programa de austeridad impuesto por la entonces administración colonial.  Esta consigna expresa el simple hecho de que para avanzar en sus objetivos, la clase obrera necesita no sólo desarrollar nuevos órganos políticos independientes de la clase dominante, sino también emanciparse de la influencia ideológica de todas las tendencias capitalistas.  Que esta consigna retiene hoy toda su exactitud para las amplias masas obreras se refleja en la experiencia contemporánea inmediatamente después de María.  Ya sea mediante la asimilación consciente de nuestra consigna comunista o la intuición derivada de las demandas prácticas de la situación inmediata, los esfuerzos de recuperación más importantes después de María han tenido lugar como producto de la auto organización espontánea de las masas, particularmente las masas obreras.  De hecho, se puede afirmar sin temor a exageración que la recuperación que se haya logrado hasta ahora no sólo se debe a la iniciativa y auto organización de las masas obreras sino que ha ocurrido a pesar de la ineptitud, el sabotaje y las mentiras de las autoridades federales y los administradores coloniales.

Fueron las brigadas de vecinos espontáneamente organizadas que se encargaron de remover los escombros.  Han sido los ejércitos de voluntarios que asumieron la responsabilidad de preparar y repartir comida, suministros básicos, de atender a los vulnerables y rehabilitar casas.  De la misma manera, fueron las brigadas de maestros y padres que se organizaron espontáneamente para rehabilitar las pocas escuelas públicas aptas para abrir.  Además, han sido los universitarios, los mismos huelguistas que la administración colonial calumniaba tanto, que se dieron a la tarea de rehabilitar los recintos universitarios.  Y, han sido los trabajadores, espontáneamente organizados, quienes han denunciado las mentiras sobre las condiciones de los hospitales, en las vías, en los puertos y en otras áreas más, descaradamente propagadas por la administración colonial.

Después de María surge la pregunta, ¿Qué obrero ahora puede confiar en los capitalistas o en su gobierno?  ¿Qué obrero puede ahora dudar de la capacidad de la clase obrera, si está organizada y se establece objetivos claros?

Los comunistas les decimos a los obreros que deben hacer de estas brigadas, organizadas espontáneamente por iniciativa propia, cuerpos permanentes, en cada pueblo, barriada y centro de trabajo;  deben luchar por que se les otorguen a dichos cuerpos reconocimiento legal y, lo que es más importante, deben velar por que conserven su composición de clase esencialmente obrera.  Esto representa la tarea política más importante para las amplias masas obreras al momento.

Sin embargo, la auto organización de las masas obreras como un primer paso necesario es insuficiente, particularmente en lo que respecta a los sectores políticamente más avanzados de la clase obrera.  Entre los sectores de la clase obrera ya organizados y conscientes de sus intereses de clase independiente de los capitalistas, no debemos detenernos en consignas que llamen a la auto organización.  Otra lección crítica que debe extraerse de María es la corrupción obscena que caracteriza a las llamadas corporaciones públicas.  María la dejó al descubierto.  Ya nadie duda la verdad en las denuncias del despilfarro y el saqueo hechas por los líderes de la UTIER y la UIA.  Las masas están aprendiendo en carne y hueso las consecuencias sociales de décadas de negligencia deliberada, sabotajes y saqueos llevados a cabo por los nombrados políticos, todos servidores de los capitalistas, que han ocupado los puestos ejecutivos de estas entidades públicas.

Es en este contexto es que los comunistas ahora lanzamos la consigna a los sectores más organizados y políticamente conscientes de la clase obrera: ¡Control obrero!.  Sólo el control obrero directo de estas corporaciones puede pon fin a la corrupción desenfrenada y mal manejo que han dejado a millones literalmente sin luz ni agua, mientras los capitalistas continúan acumulando enormes ganancias.  Sólo el control obrero directo de estas corporaciones puede revertir los efectos ruinosos para la infraestructura de repetidas olas de despidos masivos además del desvío de recursos públicos a los parásitos financieros de Wall Street.  Sólo el control obrero directo de estas corporaciones puede resolver responsablemente cuestiones importantes tales como la modernización de la infraestructura, la transición a la energía renovable y el desarrollo y la retención de una fuerza laboral diestra y la tecnología adecuada para reducir la dependencia.  Los obreros avanzados deben formar inmediatamente comités para asumir el control democrático sobre las funciones «mundanas» como la contratación y el despido de obreros y administradores además de la asignación de recursos.  Más inmediatamente, estos comités deben «abrir los libros» para revelar el nivel de corrupción existente y llevar ante la justicia a todos aquellos que han saqueado estas corporaciones durante décadas.

Mientras los partidos políticos oficiales en la colonia continúan conspirando para que los capitalistas obtengan grandes ganancias de la llamada recuperación, y los progresistas pequeñoburgueses siguen sembrando ilusiones en la buena voluntad de los políticos capitalistas y las reformas, sólo los comunistas instamos a la clase obrera a organizarse para tomar en sus manos la iniciativa.  Ya los esfuerzos de recuperación han demostrado la capacidad de las masas obreras a pesar de los obstáculos impuestos por la administración colonial.  Para aquellos sectores de la clase obrera que se están despertando a las verdades reveladas por María, la tarea del momento es la aceleración y consolidación de su auto organización.  Para aquellos ya templados por años de lucha, no puede haber recuperación verdadera sin el control obrero.

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