Por Coral Rios
La inseguridad alimentaria de Puerto Rico ha sido tema de discusión durante años. Se conocía que se importaban la gran mayoría de los alimentos, que existía una alta vulnerabilidad en el sistema de distribución, que la calidad de los productos en general es muy baja, pero nunca nos habíamos topado tan de cerca con una tragedia en que miles de familias en pierden acceso a suficiente comida y agua potable para sobrevivir de un día para otro.
Además del impacto catastrófico del huracán María sobre las comunidades, la población está viviendo el posterior impacto de encontrarse sin comunicación, con muchos servicios básicos limitados y escasez de suministros a casi 4 semanas del paso de este fenómeno por Puerto Rico. El secuestro por FEMA de los suministros y donaciones enviados al país ha causado una segunda catástrofe debido a la evidente lentitud con que se ha brindado ayuda a los damnificados, muchos de los cuales que se encuentran varados en zonas rurales de Puerto Rico donde la destrucción de puentes y los causes de los ríos no permiten un acceso seguro.
Tanto en las zonas rurales como en la ciudad la mayoría de los colmados y supermercados cuentan con los mismos abastos disponibles antes de la llegada del huracán lo que ha causado que muchos artículos de alta demanda se encuentren escasos. Las frutas, vegetales y carnes frescas han sido algunos de los alimentos más ausentes. Debido al impacto del huracán sobre la vegetación y la limitada preservación de estos alimentos, la agricultura ha perdido gran parte de su capacidad para proveer productos frescos como respuesta inmediata a la crisis. La mitad de la población no cuenta con agua potable por lo cual el agua embotellada es también difícil de conseguir.
Las exigencias burocráticas de FEMA sobre los suministros privados desembarcados en Puerto Rico también han sido eje de controversia. Los distribuidores culpan a los federales y los funcionarios políticos a las empresas privadas por no «recoger» sus mercancías. ¿Quién está evitando que los productos de los cuales dependemos se encuentren disponibles a la población? La realidad es que no es un ser todo poderoso, sino un sistema en que las ganancias son la principal razón de toda acción.
El sistema capitalista funciona en base al fin de lucro que obtienen los capitalistas y no para el bienestar de la clase trabajadora.
Por un lado, los federales rechazan la ayuda internacional brindada por países como Cuba, México y Venezuela mientras contratan empresas extranjeras que se enriquecen de la crisis. Por otro lado, es posible que las grandes empresas distribuidoras y cadenas de supermercados eviten sacrificar ganancias en momentos en que la capacidad de ventas ha disminuido debido a la precariedad económica, la falta de energía eléctrica y el acceso limitado a transacciones digitales causadas por el huracán. Es decir, a estas empresas les conviene que los suministros permanezcan varados en los muelles y obligar a miles de damnificados a comprar en colmados que a su vez han estado inaccesibles para las mayorías y con góndolas vacías.
Para que exista seguridad alimentaria las personas deben tener en todo momento acceso a alimentos sanos y suficientes para tener buena salud. Para que esta seguridad sea permanente la sociedad debe ser soberana: soberana de la administración colonial, soberana de las limitaciones impuestas por el gobierno estadounidense, y soberana de todos los intereses capitalistas.
Desde la sociedad indígena hasta los albores del capitalismo, lo que comemos depende de aquello que sembramos. Bajo el sistema capitalista, y más aun el colonialismo al cual está sujeto Puerto Rico, la planificación para suplir las necesidades y servicios básicos de la población se encuentran sujetas a la «buena intención» y filantropía de los capitalistas. Nada es suficiente al momento de tratar de maximizar las ganancias de estas industrias, no importa el efecto a corto o largo plazo sobre la población que consume los alimentos y las manos que los producen.
Finalmente, muchos consideran que después del paso del huracán Maria, la crisis provocada por los bonistas buitres sobre Puerto Rico pasó de ser una crisis económica a una humanitaria. La administración estadounidense y la banca concurren en que las ayudas continuarán demorando debido a la deuda publica. La Junta de Wall Street advirtió desde un inicio que la deuda se debe pagar. Con la respuesta obtenida por EEUU a esta crisis nos están demostrando que esta deuda ilegal será cobrada a la clase trabajadora no importa que.