Por Lidia López
La alcaldesa de Conóvanas, Lornna Soto Villanueva, informó hace dos días de nueve casos, dos de los cuales mortales, de leptospirosis, una enfermedad bacteriológica. La leptospirosis es transmitida comúnmente a través del contacto humano con la orina de ciertos animales infectados o con aguas contaminadas con dicha orina. Entra al cuerpo a través de la piel lacerada o las membranas mucosas. Un foco conocido de la leptospirosis es el agua estancada que resulta de las inundaciones. Una vez infectada por la bacteria leptospira, una persona típicamente experimenta fiebre, dolores musculares, diarrea y la erupción cutánea. Si no se trata, la bacteria comenzará a atacar el hígado y los riñones, y posteriormente resulta en meningitis, una inflamación de la membrana alrededor del cerebro. El tratamiento para la leptospirosis son los antibióticos como la penicilina y la amoxicilina.
La respuesta inicial de la administración fue rechazar las afirmaciones de la alcaldesa de Canóvanas. Esto sigue el patrón de la administración de Rosselló en el que se minimiza la severidad de las condiciones sociales de las masas en un intento de absolverse de responsabilidad por su negligencia criminal en los días anteriores y posteriores al paso del huracán María. Este patrón se ha visto más claramente en la minimización del número de personas muertas por la indiferencia de la administración además de las mentiras descaradas respecto al ‘funcionamiento’ de los hospitales. La administración está muy consciente de que tiene las manos ensangrentadas, lo cual explica las cuidadosamente orquestadas conferencias de prensa con Rosselló así como la virtual desaparición de la luz pública de figuras tan ignominiosas como Héctor Pesquera y Rafael Rodríguez Mercado.
Que el brote en Canóvanas refleja condiciones de riesgo general está comprobado por la situación que se reportó ayer en el pueblo de Florida. El alcalde de Florida, José Gerena Polanco, ha solicitado durante varios días y sin éxito la ayuda de múltiples agencias federales y locales con una charca de agua estancada, aproximadamente del tamaño de dos parques de pelota, llena de agua negra. Tal situación representa un claro foco de infección, sea de leptospirosis, alguna otra enfermedad diarreica o una transmitida por mosquitos. De hecho, a pesar de emitir advertencias a los residentes de la comunidad para evitar el área, los trabajadores municipales llamados para tratar de manejar la situación ya han comenzado a manifestar los primeros síntomas de infección según el alcalde.
Estos incidentes corroboran los informes anecdóticos que hemos recibido de camaradas dentro de comunidades a través de Puerto Rico. La situación sanitaria está empeorando ya que muchas personas carecen de los medios para asegurar una higiene adecuada. Después de casi tres semanas, los informes oficiales revelan que el 40% de la población todavía no tiene acceso directo al agua potable. Nuestros camaradas informan que en muchas comunidades las personas todavía están hirviendo agua, las farmacias, los colmados y los supermercados no están bien abastecidos, el servicio telefónico es muy limitado y escasea el combustible. También se informan de brotes de enfermedades en los refugios, factor que contribuye a la relativa reducción de personas alojadas en ellos. Tal parece que muchos de los que no han sido ‘botados’ de los refugios, se han ido a probar su suerte en las calles, como los de la creciente comunidad de deambulantes en lugares como Condado, para evitar que se contagien.
Sin embargo, la realidad entre las masas de pobres en Puerto Rico contrasta de manera drástica con las condiciones de los que están encargados de los “esfuerzos oficiales de recuperación», gran parte de los cuales que han sido alojados en hoteles del área metro. En un raro caso de integridad periodística en que la prensa capitalista oficial arrojó luz no sólo sobre una de las muchas injusticias que define la vida colonial, sino también la indiferencia con que la sociedad capitalista trata a las masas pobres, la periodista Mariela Fullana Acosta de El Nuevo Día destacó recientemente el «choque de realidades» entre las masas y lo que se vive dentro de esa burbuja del Centro de Convenciones en San Juan. Mientras las masas luchan por obtener los artículos de primera necesidad y viven bajo el riesgo de enfermedades prevenibles pero potencialmente mortales, por no hablar de las amenazas de elementos sin escrupulosos que buscan aprovecharse de los más vulnerables, la realidad de los encargados de restaurar la colonia a toda su «gloria manufacturada», es decir, la rentabilidad para los capitalistas, es una de aire acondicionado, comidas calientes servidas por ‘nativos dóciles’, agua, luz y todos los demás lujos de la vida moderna.

Es en medio de las crisis sociales cuando el carácter obscenamente injusto de la sociedad capitalista, la cual les impone condiciones de pobreza, enfermedad y desesperación a los muchos sólo para preservar la prosperidad de los pocos, se desfila completamente desnudo ante nuestros ojos.