Por Ismael Castro
A partir del domingo, informes de todas partes de Puerto Rico detallan largas filas de personas en las gasolineras desesperadas por rellenar tanques para generadores (plantas) y autos debido al continuo apagón el cual ha dejado a la mayor parte de la población sin electricidad. La distribución de combustible así como el aeropuerto Luis Muñoz Marín se han militarizado bajo la Guardia Nacional. Hasta este lunes nueve pueblos en la región montañosa del interior así como el área del oeste permanecen incomunicados. Otros más permanecen sin suministros necesarios. Más del 50% del país sigue sin servicio celular o de línea fija. Informes de hospitales y refugios a través de Puerto Rico destacan condiciones de hacinamiento además de escasez de alimentos y otros suministros esenciales como medicamentos aunque los puertos de San Juan se han activado y reciben barcazas.
Además de estas condiciones, hay gran preocupación por la escorrentía de cenizas tóxicas causada por María después de quedar destapado el infame vertedero de Peñuelas así como la situación todavía desconocida de un reactor nuclear fuera de servicio conocido por albergar residuos radiactivos, la planta Bonus, ubicada en el pueblo de Rincón en la costa del oeste. En las semanas venideras, existe peligro serio de probables brotes de enfermedades transmitidas por mosquitos, tales como el dengue, chikunguña y zika, debido a las inundaciones además de las diarreicas por la falta de agua potable.
Estas condiciones, además de lo que fueron preparativos completamente inadecuados antes de que llegara y una respuesta incompetente de parte de la administración central desde de que azotara María, han aumentado la ira y la desesperación colectivas.
Aprovechando del caos reinante, este domingo, la ex candidata demócrata a la presidencia y belicista de toda la vida, Hillary Clinton, hizo un llamado a Trump a través de Twitter para que éste enviara la marina de guerra a Puerto Rico. Este tipo de llamado, que de seguro encontrará su eco entre los capitalistas dentro de la colonia, debe recibirse como una advertencia seria por las masas trabajadoras y de pobres. Las experiencias de Haití y Nuevo Orleans sirven como un recordatorio de los peligros para la población civil además de las verdaderas intenciones detrás de tales llamados para la militarización de los esfuerzos de recuperación después de terremotos o huracanes mortales. A lo que vendría la tropa pretoriana sería proteger la sagrada propiedad privada de los grandes capitalistas, que se caracterizaban por su indiferencia criminal hacia la suerte de las masas, bajo el pretexto de “ley y orden”.
Nuestro llamado a las masas de Puerto Rico es el siguiente: que se formalicen las brigadas de trabajadores y vecinos que se auto organizaron espontáneamente para lidiar con el peligro inminente durante e inmediatamente después de María en cada barriada y en muchos casos a nivel de pueblo. Estas brigadas ciudadanas deben consolidarse de manera democrática, deben integrar donde posible el personal de base de las agencias gubernamentales encargadas de rescates, y organizar no sólo la remoción de escombros, etc. sino también toda la logística relacionada a la distribución de recursos esenciales, la seguridad colectiva, y la prestación de cuidado básico. Hacemos un llamado particular al liderato sindical de la UTIER y la UIA a que desplieguen sus matrículas, tanto los activos como los jubilados, no sólo para los esfuerzos de restaurar los servicios de luz y agua, sino también para tomar mayor control del comando logístico de estas brigadas ciudadanas a nivel regional.
Los trabajadores organizados deben tomar la iniciativa. La clase trabajadora en su conjunto no puede permitir que las consecuencias inevitables de años de abandono y negligencia capitalistas abran la puerta ni a una fuerza militar ocupadora como plantea Clinton o tampoco la imposición de otras medidas represivas bajo los dictados de la clase capitalista local. No se puede limitar el enfoque a una restauración de las mismas condiciones de antes. Estas mismas condiciones de miseria masiva y saqueo por parásitos financieros de recursos necesarios para mantener y modernizar la infraestructura, provocaron que se agravara el sufrimiento que se está viendo hoy. Más bien, la clase trabajadora debe proponer sus propias soluciones tanto para el esfuerzo inmediato de recuperación como para la reconstrucción de la sociedad.