Desenmascarada la ineficiencia del gobierno ante María

Por: Leidy Marrero

 

Entre nombres de imperialistas estadounidenses, alcahuetes criollos y miles de familias con necesidades sin satisfacer, aún el gobierno de Puerto Rico con su propaganda quiere hacer ver a las mayorías del país que esto está “bajo control”. Los trabajadores y los pobres sabemos que no lo está.

A más de una semana del desastroso paso del huracán María, aún hay personas que no tienen suministros ni abastecimientos de agua, comida, medicina y más. Miles de personas envejecientes están careciendo de sus medicamentos y las empresas capitalistas aseguradoras, les han denegado las aprobaciones para poder tener sus medicamentos, en especial en comunidades de Toa Baja y Cataño. Otras personas tienen sus alacenas casi vacías. Esto nos lleva a reconocer que María azotó un país donde las mayorías viven bajo el nivel de pobreza.

Viendo el panorama en Puerto Rico, los dos únicos servicios esenciales vitales en este momento que pudiésemos llamar públicos son los de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) y la Autoridad de Acueductos Alcantarillados (AAA). Sabemos que las privatizadoras han seguido logrando fragmentar las labores de ambas agencias, pero aún siguen siendo servicios públicos.

Pero bien, todos los demás servicios y materias esenciales en esta catástrofe están privatizadas: gasolina, gas, hospitales, medicamentos, comida, y más. Esto quiere decir que todas estas mercancías esenciales son para el lucro de sus compañías y dueños respectivamente. El lucro va por encima de la misma necesidad de las masas trabajadoras.

¿Sería permisible tener refugios sin comida y agua como está ocurriendo en la mayoría de los municipios del país? La economía en que vivimos cae en otras de sus perpetuas contradicciones. Mientras hay que proteger la sacrosanta propiedad privada, es casi imposible tratar de organizar una distribución de servicios esenciales para la sociedad si están precisamente en manos privadas. Pensemos brevemente, ¿cómo sería una organización del trabajo y riquezas para las mayorías, donde por ejemplo, se sepan el número total de camiones, camioneros, y su vez se sepa números más exactos de las poblaciones en cada pueblo para saber sus necesidades?

Aunque suena ideal, esto jamás será posible en un sistema como el nuestro con un gobierno capitalista y colonial. Esto solamente sería concebible lograr cuando los mismos trabajadores tengan el poder en un gobierno socialista.

Ahora nos dicen que los militares están para poder aplicar la tan mencionada “logística” y suplir todas las necesidades. Tenemos que dejar claro, que si bien es una acción común que los militares tomen las riendas de los países en momentos como este, la presencia de alrededor de 5,000 militares en Puerto Rico de la Guardia Nacional, Reserva del Ejército y otros, no se traduce en la protección para las mayorías ni la ejecución de su aclamados protocolos.

La presencia militar en Puerto Rico no es para ayudar a los damnificados sino para mantener la ley y orden capitalistas. Vienen a salvaguardar el orden a que nos han sometido los ricos; los parásitos en el gobierno y de Wall Street. Además, vienen a mantener el orden para que la Junta de Control Fiscal pueda continuar ejecutando sus medidas de austeridad. No nos engañemos, si bien esta experiencia nos hará cambiar, la clase trabajadora debe volcarse a organizarse para poder cambiar todos estos problemas de raíz.

Más importante, la respuesta de militares en Puerto Rico anticipa que bajo una crisis social como la que ha sido creado por la indiferencia criminal tanto del gobierno estadounidense como colonial, en que las masas del país están padeciendo hambre, no pueden ir a trabajar debido a la falta de gasolina, les faltan medicamentos, hospitales y más, se puedan alzar por estas injustas carencias. Si esto sucediera, los militares mantendrían el «orden» con represión brutal, como bien están entrenados a hacer.

Por otro lado, nos han venido con la excusa que como somos una “isla” no nos pueden llegar suministros rápidos.  Sin embargo, no parecen que Siria, Afganistán e Irak, lugares mucho más lejos que Puerto Rico, están demasiado lejos para llevar toneladas de armamentos y bombas para asesinar a niños y niñas.  Nuevamente, vemos la hipocresía y la deshumanización del aclamado Departamento de Defensa de Estados Unidos.

No olvidemos, que mientras ahora se cantan todos los opresores – Ricky Rosselló, su ganga y la Junta de Wall Street – los más solidarios con la situación de cada uno de los trabajadores en Puerto Rico, continúan hundiéndonos aún más. Resalta la hipocresía que ahora digan que son solidarios, particularmente cuando en el pasado y en un futuro cercano seguirán tirándonos a la pobreza porque es su labor así hacerlo.

La clase trabajadora no se come el cuento ni el faranduleo en la prensa.  En la crisis que tenemos ahora, agravado profundamente por la catástrofe de María, todos ellos han sido ejecutores de la misma con despidos, con el desempleo, recorte de derechos laborales, aumento de impuestos y todas las desgracias que vive la clase trabajadora.

Toda la ineficiencia que está aflorando en Puerto Rico, por supuesto, es consecuencia del mismo sistema capitalista.  Los trabajadores en Puerto Rico deben mantener viva esta experiencia para que nos ayude a construir y organizarnos en pos de una sociedad a grandes escalas superior.  Esto nos tomará tiempo.  La autogestión que han tenido las comunidades en abrir paso, en extender la mano solidaria a los vecinos y recoger las áreas comunales destruidas por María, demuestra el poder que tiene la clase trabajadora para cambiar esta sociedad.

De todas maneras, debemos comenzar por reconocer que los que están en el poder, no son nuestros aliados, y jamás nos podremos “unir” como buenos “hermanos” para construir un país mejor.  Éstos no quieren un país mejor para las mayorías.  Más bien, éstos quieren que nos unamos para salvar la sociedad que ellos dominan y que nos explotan.

Mientas muchos añoran la normalidad, la clase trabajadora debe de organizarse para cambiar aquella normalidad que se nos ha pretendido convencer que es perpetua, la del sistema capitalista.  Nosotros y nosotras, organizados como clase trabajadora y guiados por nuestro programa socialista podemos cambiar de manera radical aquella normalidad que nos ha fallado.  Se ha demostrado una vez más, que sin trabajadores, el país no corre. ¿Por qué? Porque precisamente somos los que producimos las riquezas del país. Sin trabajadores, no hay riquezas.

¿Cuál es el engaño en todo esto? Que esas riquezas que producimos al tener que ir a trabajar, especialmente en esta catástrofe, esas riquezas son para unos poquitos, los capitalistas, para los dueños de la Shell, de PUMA, Total, Shell, Ecomaxx, Empire GAS, de los administradores de la colonia, la Junta de Wall Street, y por ahí sigue la lista.

Convirtamos las riquezas para las mayorías, no para una minoría capitalista. Comencemos convocando a nuestra comunidad y organizarnos con nuestros vecinos. Hagamos redes de solidaridad proletaria en esta catástrofe. Que esta catástrofe que sufren los más pobres y marginados, se convierta en el comienzo del derrumbe, no de las mayorías, sino de las minoría que explota a las masas trabajadoras del mundo.

¡Ante la ineficiencia capitalista, organización obrera!

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