Pesquera: la cara de la indiferencia criminal del capitalismo

Por Ismael Castro

 

Mientras el huracán María, una tormenta que al momento de este escrito ha alcanzado fuerza de categoría 5, sigue su camino hacia el noroeste amenazando varias islas vecinas que ni siquiera han recuperado de la destrucción de Irma, es claro que las masas trabajadoras y de pobres de la sociedad sufrirán el mayor impacto del fenómeno.  Ya las islas de Dominica y Martinica al sureste de Puerto Rico sienten el impacto de María.  Se anticipa que a partir del miércoles la tormenta empiece a golpear a Puerto Rico y las Islas Vírgenes.

 

Así como Harvey e Irma pusieron en primer plano la negligencia criminal de la clase dominante de capitalistas y sus representantes políticos, María volverá a desenmascarar las consecuencias de las formas extremas de desigualdad social además de la falta de una planificación social racional que caracterizan el capitalismo.  Significativas en este sentido fueron las palabras de Héctor Pesquera, el actual secretario de Seguridad Pública, en una conferencia de prensa esta tarde.  En un momento durante sus declaraciones, refiriéndose a las muchas personas que todavía viven en casas de madera en Puerto Rico, éste declamó de la manera más crasa, “Si no desalojan, se van a morir”.

El mensaje de Pesquera y toda la administración: Ya emitimos la alerta; sálvese quien pueda.

Es evidente que la yuxtaposición obscena de personas aun viviendo en casas de madera en un país en que el gobierno les hace concesiones contributivas a inversionistas internacionales multimillonarios, quienes residen en condominios de lujo o mansiones costeras durante 180 días del año, no le parece extraño a Pesquera.  Al mismo tiempo, sin embargo, parece dejarle perplejo el hecho de que un gobierno que haya demostrado tanto desdén hacia los pobres no inspire suficiente confianza entre mucha gente para que desaloje voluntariamente sus hogares a ocupar una de las 62.000 camas, un número completamente inadecuado dadas la población y las condiciones generales del país, disponibles en los refugios.

 

El mensaje de Pesquera y toda la administración a las masas trabajadoras y de pobres fue típico de los defensores políticos del capitalismo: Ya emitimos la alerta; sálvese quien pueda y con los recursos de que disponga.  Sean suficientes o no. 

 

Tal indiferencia crasa no sólo ejemplifica la negligencia de la actual administración del territorio, sino toda la criminalidad del capitalismo mismo.

 

En ningún momento de las declaraciones de oficiales de la administración se anunció un plan para movilizar recursos públicos, tales como las guaguas de la Autoridad del Transporte Integrado y escolares, ambulancias, etc., para evacuar a la gente vulnerable. Tampoco se detalló un plan para llevar a cabo la requisición de hoteles u otras viviendas disponibles en edificios a prueba de huracanes para albergar a las numerosas familias que quedarán sin casa.  No pasó por la mente de ninguno de los ‘genios’ en la actual administración un plan para desplegar y asegurar recursos médicos a través del país para atender a los vulnerables.  De hecho, no se ofreció ninguna medida significativa para garantizar la “seguridad pública” a pesar de los daños y probabilidad de muertes que se anticipan.

 

Pero hay más.

 

La falta de planificación racional social que caracteriza el capitalismo significa, entre otras cosas, el desarrollo excesivo de las zonas costeras bajas susceptibles a inundaciones, la irracional dependencia de un anticuado sistema de cables eléctricos elevados tendidos de postes, un sistema de transportación basado en una red de carreteras mal concebidas así como una infraestructura de agua y alcantarillado que se ha dejado al deterioro.  Estos problemas, los cuales agravan el impacto de los fenómenos naturales como los huracanes y terremotos, emanan de un sistema social y político basado en la distribución desigual de recursos, en sí un reflejo de la ausencia de una verdadera democracia.  Tal distribución desigual concentra la riqueza social en manos de unos pocos mientras se dejan al descuido las necesidades racionales de la sociedad en su conjunto.

 

Si hemos de juzgar por las experiencias pasadas, la clase trabajadora consciente demostrará una solidaridad genuina y ejemplos de heroísmo frente a María a pesar de la indiferencia de la clase capitalista y de sus representantes políticos.  Los comunistas hacemos un llamado a los trabajadores a que asimilen las lecciones de estas experiencias amargas, las cuales dejan al desnudo la verdadera esencia del sistema, para que se organicen políticamente con el objetivo de tomar posesión de las riendas de la sociedad y poner en marcha un sistema de planificación social basado en las necesidades racionales de la mayoría.

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