Por Ismael Castro
El liderato sindical del magisterio puertorriqueño ha cantado “victoria”. Sin embargo, ¿podemos catalogar como una victoria la exención de los maestros veteranos de la conversión del actual sistema de pensiones en uno basado en el esquema “pay-as-you-go” o la preservación de un viejo sistema de pensiones que todos reconocemos como inadecuado? ¡Apenas!
Las proclamaciones de “victoria” de parte del liderato de la FMPR, ÚNETE y EDUCAMOS – ya nadie duda de la traición del liderato de la AMPR – aun con sus tibias advertencias para “no bajar la guardia”, revelan una importantísima verdad, incómoda para muchos, sobre la calidad de liderato con que cuentan los trabajadores hoy en día. Y que no quepa la menor duda, ese liderato sindical le está fallando a su matrícula.
Primero, aceptar la imposición del esquema pay-as-you-go o 401K sobre los demás sectores de la clase trabajadora, incluso a los maestros jóvenes, le hace el juego al gobierno de los capitalistas que busca siempre dividir a los trabajadores. En este caso, se dividen no sólo los maestros por líneas generacionales sino también se separa el magisterio del resto de la clase obrera afectado por estos ataques. Una tarea fundamental del sindicalismo, de hecho su razón de ser, es luchar por la unidad de todos los trabajadores, primero dentro de un renglón determinado y en momentos de lucha intensa al nivel nacional. En este sentido, el liderato de todos los principales sindicatos magisteriales ha fallado. Defender a los “viejos” mientras se les permite lanzar a los lobos al maestro nuevo no sólo representa una asombrosa estrechez de perspectiva sino garantiza la siembra de desconfianza entre los sectores más jóvenes del magisterio además de los otros sectores laborales que se verán afectados por la propuesta ley. Es una traición a los principios más elementales del sindicalismo.
Segundo, la proclamación de que representa una “victoria” la preservación del actual sistema de retiro para los maestros veteranos es una mentira crasa. El actual sistema de retiro ha sido tan debilitado, tan aguado y hasta castrado mediante años de saqueos y modificaciones reaccionarias impuestas por el gobierno que lo que representa, en realidad, es sólo la sombra de lo que las generaciones previas de maestros intentaron establecer. Al maestro que se jubile ahora después de décadas de servicio lo que le espera es una condición de precariedad. Y es esta cáscara de un sistema de pensiones que el liderato sindical ahora presenta como la joya coronada de su lucha.
Tercero, las acciones del liderato sindical manifiestan su lamentable miopía histórica. La trayectoria de lucha de los trabajadores durante las últimas generaciones ha sido hacia la conquista de un sistema de retiro universal siendo el Seguro Social en EEUU, aun con sus limitaciones, un modelo a seguir. En otras palabras, un sistema de retiro universal representaría un paso hacia delante, el cual se sitúa completamente dentro de los confines de “reformas capitalistas”. En EEUU la defensa del seguro social, una conquista lograda como resultado de décadas de lucha entre los años 30 y 60 del siglo pasado, contra los ataques de los sectores más reaccionarios de la clase dominante trasciende el sindicalismo. Es una cuestión político social de primer orden. El que el liderato sindical en Puerto Rico no levante esta demanda, la de un sistema de retiro universal; el que se conforme con las migajas putrefactas del gobierno (y sólo para un sector del magisterio!); el que se haga cómplice en la división y el debilitamiento de la lucha social; todo esto representa no sólo un paso hacia tras sino una burda traición a la causa de los trabajadores.
Cuarto, desde el punto de vista de táctica de lucha, el liderato sindical una vez más ha dado un triste ejemplo de servilismo al magisterio en particular y a demás sectores laborales en general. Es cierto que los trabajadores tienen que aprender a usar todos los medios a su disposición, incluso las herramientas legales, y emplear a una variedad de formas de lucha. Sin embargo, esa combinación de táctica se emplea sin perder de vista que los representantes políticos y defensores de los capitalistas en la legislatura colonial no son compañeros de lucha de las masas trabajadoras. Son contrincantes de la clase trabajadora. Inspirar la fe obrera en un político capitalista es igual a llevar a una oveja al matadero de la traición o peor. Con sus “agradecimientos” públicos a ciertos políticos capitalistas y sus reuniones secretas dentro de las oficinas de los mismos legisladores que han aprobado tantas leyes anti obreras, este liderato sindical revela no sólo su compromiso con mantener a los trabajadores política e ideológicamente subordinados a los capitalistas sino también su propensión hacia el oportunismo.
Preguntarán muchos, ¿son justas estas críticas?
Desde nuestra perspectiva comunista, es injusto mentirles a los trabajadores representando como una “victoria” lo que es, en realidad, el desenlace de años de retrocesos. Pero hay más. Los comunistas no sólo defendemos el principio de la sindicalización sino que luchamos activamente y en las primeras filas por que esta forma de organización se fortalezca. Mientras exista la explotación capitalista, reconocemos que será indispensable la organización sindical. Sin embargo, rechazamos la idea de que con tan sólo la perspectiva sindical – es decir, la lucha por los aumentos salariales o más beneficios marginales – o la táctica basada en “presionar” a los políticos capitalistas, los trabajadores podrán lograr o defender objetivos significativos. Para lograr victorias verdaderas o defender sus conquistas históricas, la clase obrera tendrá que ensanchar su vista más allá del sindicalismo. Esto implica primero plantear reivindicaciones sociales y no meramente demandas particulares de tal o cual sector obrero y segundo, aprender a luchar como una clase en su conjunto y no como un destacamento aislado. Un liderato obrero que no le explique a su matrícula estas cosas, que no les hable honestamente a las masas obreras, que no les prepare para enfrentar a su enemigo en una serie de batallas tenaces para ganarle, o que no defienda a los trabajadores contra todo intento capitalista de dividirlos para así debilitar su lucha, por muchos años que lleven en la lucha o sus puestos de dirección sindical, pierde el derecho a dirigir.
Para avanzar en su lucha, los maestros tienen que rechazar el actual liderato sindical. Los maestros deben oponerse a cualquier intento de dividir sus filas por años de servicio y separar su lucha de la de la clase obrera en su conjunto. Los maestros, junto con todos los demás sectores de la clase obrera, deben forjar nuevos instrumentos de lucha independientes de los políticos capitalistas o cualquier elemento que se desempeña como compinche del enemigo dentro de la burocracia sindical. Estos instrumentos tendrán que asumir la forma de consejos obreros dentro de las bases de la matrícula. Igualmente importante, los maestros, al igual que el resto de la clase obrera, deben desarrollar objetivos programáticos claros y aprender a usar tácticas apropiadas y correspondientes.
La única manera de garantizar una vida digna después de años de servicio es mediante un sistema de retiro universal bajo el control democrático de los trabajadores mismos. Para lograr este objetivo, la clase obrera en su conjunto tendrá que emprender una lucha atrevida y feroz dirigida contra los capitalistas, sus representantes políticos y todos aquellos dentro de las mismas filas obreras que pretenden debilitar su lucha.