La falacia del descenso en el desempleo

Por Rogelio Acevedo

La semana pasada la administración de Rosselló anunció con bombos y platillos la reducción de la tasa de desempleo ubicándola para julio de 2017 en 9.8%, en comparación con 2016 que estaba en 11.4%. Pero no se detuvieron ahí, los secretarios de Asuntos Públicos, Trabajo y Desarrollo Económico tuvieron los pantalones de afirmar que esta es la cifra de desempleo más baja en 17 años.

También reclamaron como éxitos de esta administración, es decir, entre enero y julio, el aumento de empleos en el sector privado en 1,700 y asalariados no agrícola en 2,800. En ese sentido, las estadísticas muestran, que ha habido una reducción a nivel general en el empleo asalariado no agrícola de 7,700 puestos de julio 2016 a julio 2017. Mientras que en el sector privado la reducción ha sido de 5,800 puestos.

Nuevamente vemos el oportunismo y cómo se falsea la realidad utilizando cifras amañadas ya que, por lo general, las comparaciones sobre estadísticas en estos renglones se realizan en relación con el año anterior. Esto, sin entrar en el aspecto de la reducción poblacional de los pasados años que sin duda ha tenido un impacto en la composición de la clase obrera en su conjunto, actualmente de 1,096,860 personas (julio 2017).

El más reciente Índice de Actividad Económica publicado en junio 2017 por el Banco de Desarrollo Económico podemos confirmar la tendencia decreciente de la economía del territorio. Este índice se basa en estimados de ciertos renglones de la economía como el pago de nómina asalariada no agrícola, consumo de gasolina, energía eléctrica y la venta de cemento. Se utiliza como herramienta para monitorear la economía por su cercana correlación al Producto Nacional Bruto (generado por capital nativo). Este informe señala reducciones en el pago de nómina no agrícola (1.4%) y en el consumo de energía eléctrica (4.2%), mostrando una tendencia decreciente en el estimado anual de -1.1% (2015-2016), así como una caída en picada de la actividad de la economía en general desde 2005 ($,1590 millones) hasta 2017 ($1,210 millones).

Cuando analizamos estos datos comparados a las estadísticas de empleo, desempleo y los salarios por municipio vemos que este anuncio del descenso en el desempleo representa otro engañoso teatro político barato. Estos datos muestran no solamente las altas tasas de desempleo fuera del área metropolitana, particularmente en el oeste, sino también los bajos salarios que caracterizan los precarios empleos que ofrece el sector privado. El promedio salarial a la semana más alto en el territorio es de $891 para el área metropolitana y Juncos. Le siguen 14 municipios con salarios entre $500 y $600 liderados por Vega Baja ($501) y Arroyo ($512). Hay 28 municipios con salarios entre $400 y $500 con Vega Alta y Barranquitas con $412 semanales. Mientras que hay 32 municipios donde los salarios son inferiores a los $350 semanales con Lajas ($325) y Las Marías ($313) a la cabeza.

Estos datos contradicen frontalmente el discurso de que la reforma laboral y otras medidas antipopulares traerán beneficios a la clase obrera y las masas trabajadoras en su conjunto. Más bien confirman que el plan fiscal de la Junta de Wall Street está dirigido a beneficiar a los capitalistas otorgándoles beneficios contributivos y disponibilidad de mano de obra barata. Por otro lado, reforzar condiciones de trabajo precarias y salarios de miseria para atraer la inversión nativa y extranjera. Encima que las masas trabajadoras tenemos que sobrevivir con estos salarios de miseria, sin beneficios, con todos los servicios privatizados o en vías de, tenemos que soportar una infame campaña acusándonos de “vagos y mantenidos”.

Estas cifras demuestran la contracción cada vez más aguda de la economía del territorio y de la incapacidad, por sus ataduras coloniales, de sus clases dirigentes de encontrar salidas viables que beneficien a las mayorías. Rosselló y su pandilla podrían justificar que en su plan fiscal se proyecta esta contracción de la economía hasta el 2026 y que todas las medidas antipopulares que se han apresurado a aprobar, eventualmente comenzarán a “generar desarrollo económico”.

Sin embargo, solo un programa de desarrollo socialista, con la clase obrera en el poder podrá encaminar una reconstrucción de nuestra economía basada en la satisfacción de las necesidades de la sociedad sin que medie el afán de lucro.

¡Comunismo o barbarie!

 

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