por Carlos Borrero
El incendio que tomó la vida de al menos 79 residentes de la Torre Grenfell, un edifico de vivienda pública ocupado por más de 400 personas de extracción proletaria, ejemplifica la indiferencia descarada de la sociedad capitalista hacia las masas trabajadoras. Por más que los medios oficiales intenten pintar el suceso catastrófico como una tragedia inesperada, la realidad es que fue un crimen que obedece la lógica de un sistema basado en el afán de lucro.
La Torre Grenfell está ubicada en el condado de Kensington y Chelsea en el oeste de Londres. El área de Kensington y Chelsea se destaca entre las áreas más ricas y desiguales del Reino Unido. Por ejemplo, la Torre Grenfell, en donde la asociación de inquilinos durante años advertía sobre el peligro que representaba una multitud de condiciones inseguras, está rodeada por rascacielos con apartamentos lujosos multimillonarios habitados por capitalistas quienes figuran entre los más ricos del mundo, tiendas de lujo y otros lugares exclusivos.
Al igual que la inmensa mayoría de la vivienda pública en Londres, la Torre Grenfell fue sujeta a una forma de privatización en la que se le concedió un contrato a la compañía con fines de lucro Kensington and Chelsea Tenants Management Organization (KCTMO) para el manejo de la propiedad. Esto incluía el cobro de alquiler y el mantenimiento del edificio. La KCTMO es la compañía de manejo de vivienda pública – Organización de Manejo de Inquilinos o TMO en inglés – más grande de Londres con una carpeta de casi 10 mil propiedades en el condado. Fue mediante dicha concesión que la KCTMO llevó a cabo la remodelación que se completó en 2016 en que se instaló el recubrimiento (cladding) compuesto de un exterior de aluminio y un núcleo de polietileno, un material relativamente barato y altamente inflamable, con el solo propósito de darle un toque superficial al exterior del edificio. Después de rechazar una oferta inicial más alta por £2.5 millones hecha por la compañía Leadbitter para la remodelación, la KCTMO contrató a varias firmas como Rydon Ltd., Artelia y Harley Facades a un costo de £8.7 millones ($11.1 millones) para llevar a cabo el proyecto. Fue anunciado recientemente que el uso de polietileno como parte del recubrimiento residencial es ilegal para edificios de más de 18 metros de altura en el Reino Unido.
El problema de la vivienda en todo el Reino Unido sigue siendo una de las cuestiones sociales más urgentes. Tal como en muchos otros países, la clase capitalista en el Reino Unido no puede ofrecer soluciones ni remotamente viables para las masas obreras, quienes están sujetas a una selección entre alquileres cada vez más onerosos y condiciones deplorables. En las últimas décadas, la cuestión de la vivienda asequible en ciudades como Londres se ha agravado bajo el marco de la privatización y la especulación.
La privatización de la vivienda pública en particular ha tenido dos vertientes. Primero, gran parte del abastecimiento de la vivienda pública ha sido entregada a empresas privadas como KCTMO para el manejo. Esto ha introducido una ola frenética de reducciones de costos en áreas como el mantenimiento con el fin a corto plazo de obtener mayores ganancias para los intereses capitalistas. Al mismo tiempo, el gobierno central introdujo hace varias décadas una serie de esquemas para promover la venta de unidades de vivienda pública en el mercado inmobiliario, el más común de los cuales ha sido el programa «Derecho a Comprar» que se inició bajo el régimen de Thatcher. Bajo ese esquema, ciertos residentes de vivienda pública han podido comprar sus unidades a descuento, lo cual ha abierto las compuertas a una ola de ‘reventas’ a especuladores dentro del mercado inmobiliario. El resultado final ha sido una reducción dramática en el abastecimiento de la vivienda pública junto con distorsiones adversas para las masas del mercado de ‘vivienda asequibles’ debido a sucesivas olas de burbujas inmobiliarias impulsadas por especuladores.
A esto hay que sumar la ola especulativa en el mercado de la vivienda de lujo, un fenómeno que no es exclusivo de las ciudades del Reino Unido, y que ha resultado en la proliferación de edificios con apartamentos multimillonarios como los que rodean la Torre Grenfell. Las empresas privadas como KCTMO desempeñan un papel clave en este proceso a través de esquemas de ‘descuido deliberado’ que aceleran el éxodo de inquilinos de bajos ingresos de las zonas ‘deseables’. Es común que en las primeras fases del proceso de gentrificación que los trabajos de mantenimiento y ‘remodelación’ con materiales de calidad inferior, como lo que sucedió en Grenfell, vayan acompañados de reconfiguraciones internas de la planta con el propósito de preparar estos edificios para el mercado de lujo. Por el momento, mientras que la población obrera en ciudades como Londres lucha para asegurarse de viviendas asequibles y adecuadas, del 25% al 33% de los apartamentos de lujo permanecen deshabitadas debido a la especulación. Tal es el nivel de desigualdad obscena que es perfectamente aceptable según la lógica de la sociedad capitalista.
El caso de la Torre Grenfell no se presenta como un incidente aislado. Un incendio ocurrido en 2009 dentro de un edificio de vivienda pública en Camberwell, un barrio obrero en el sur de Londres, dejó a seis muertos y provocó una investigación de la condición de los residenciales públicos. En un estudio posterior a ese incidente se determinó que al menos 75% del abastecimiento de la vivienda pública londrina carece de los medios adecuados para prevenir la rápida propagación de fuego. Además del peligro representado por la baja calidad de los materiales usados para el recubrimiento del exterior, los residentes de Grenfell habían radicado querellas en que se resaltaban la ausencia de un sistema de rociadores de agua, la existencia de una sola salida de escalera para un edificio de 24 pisos y problemas con el sistema eléctrico que incluían mareas eléctricas frecuentes debido a la falta de mantenimiento adecuado y el trabajo defectuoso. (Una de las teorías que se está persiguiendo establece que el fuego pudo haberse iniciado con una nevera defectuosa.)
En lo que ahora se destaca como una denuncia presciente de los peligros dentro del edificio, una entrada de blog hecha por el Grupo de Acción Glenfell (GAG), la organización de los inquilinos del edificio, fechada el pasado mes de noviembre declaró:
“It is a truly terrifying thought but the Grenfell Action Group firmly believe that only a catastrophic event will expose the ineptitude and incompetence of our landlord… and bring an end to the dangerous living conditions and neglect of health and safety legislation that they inflict upon their tenants and leaseholders.”
(Es un pensamiento aterrorizante, sin embargo, el Grupo de Acción Grenfell cree firmemente que únicamente un evento catastrófico expondrá la ineptitud y la incompetencia del dueño…y poner fin a las condiciones peligrosas e indiferencia ante la legislación de salud y seguridad que impone a sus inquilinos.)
De hecho, varios miembros de la GAG habían descrito a la KCTMO como una mafia que sometía a los inquilinos de sus edificios a condiciones infrahumanas mientras gozaba de una impunidad absoluta.
Además de todo el descuido deliberado, se ha cuestionado durante años la política dentro de los residenciales públicos, conocida como “stay put”, en la que se les aconsejaba a los residentes a mantenerse dentro de sus apartamentos durante un incendio. Se sospechaba, como de hecho sucedió en el caso Grenfell, que al prenderse en llamas el recubrimiento exterior compuesto por material inflamable de un edificio, dicho consejo resultaría en más pérdidas de vida ya que la propagación de fuego sería prácticamente imparable.
Sería imposible creer que de existir tal récord de denuncias de condiciones peligrosas dentro de uno de los edificios de lujo que rodea la Torre Grenfell se hubiese ignorado con tanta indiferencia las preocupaciones de los residentes. Sin embargo, tal es la realidad de la sociedad capitalista.
A pesar de toda su retórica falsa, lo que los capitalistas ofrecen a las masas proletarias puede resumirse como: salarios miserables y condiciones precarias de trabajo; vivienda y atención médica inadecuadas e inferiores; escuelas superpobladas y mal financiadas; e impuestos onerosos sobre los bienes de consumo básicos. Y para todo aquel que se atreve a levantarse en protesta: macanazos policiales seguidos por una vil campaña de difamación llevada a cabo fielmente por sus alicates en la prensa oficialista. Mientras tanto, los capitalistas se enriquecen cada vez más de sus actividades especulativas – esquemas de robo legalizado protegidos por sus servidores en el gobierno – para así gastar miles de millones en artículos de lujo. El capitalismo es un sistema en que los gobiernos cantan pela’os cuando de programas sociales se trata, mientras derrochan miles de millones en guerras y la militarización de sus fuerzas policiacas. Y mientras los políticos capitalistas se pasan denunciando cualquier programa para los necesitados como la promoción de la irresponsabilidad individual y exaltando las virtudes de impuestos bajos o hasta inexistentes para el desarrollo económico, se hacen de la vista larga a las innumerables violaciones de regulaciones por intereses privados y les conceden exenciones contributivas a los capitalistas.
El significado del suceso en Grenfell no puede pasar desapercibido en Puerto Rico donde el problema de la vivienda se pone cada vez más agudo. Lo que existe en el Reino Unido es el mismo esquema de privatización de los residenciales públicos, muchos de los cuales que se encuentran en áreas ‘deseables’ de Puerto Rico que ahora están sometidas a la gentrificación, a la que hizo alusión Rosselló cuando tomó posesión. El descuido deliberado de la vivienda pública, fenómeno que lleva décadas, va acompañada de la exaltación de supuestas soluciones ‘de mercado’ para toda cuestión social. A la vez, es el mismo proceso de desmantelamiento del régimen regulatorio bajo la fraudulenta excusa de agilizar la otorgación de permisos que figura entre las prioridades de la actual administración del territorio.
Las masas obreras no sólo debe solidarizarse con las víctimas de estos sucesos sino tienen que identificar las verdaderas causas de los mismos. En el análisis final, el sistema basado en el afán de ganancias, lo cual se usa para justificar los innumerables actos de criminalidad que se cometen a diario, por los que los verdaderos culpables se mantiene impunes, es responsable de la insensata pérdida de vidas que tuvo lugar en Glenfell. El incendio de Glenfell fue un crimen y las condiciones a las que fueron sometidos los residentes de la Torre, condiciones muy familiares para las masas proletarias del mundo, ante el trasfondo de riqueza inmensa que les rodeaba, son un recordatorio de la esencia social del capitalismo: la inmensa acumulación de riqueza construida sobre una base extensiva de miseria y explotación.