Profunda brecha entre potencias capitalistas evidente durante cumbres internacionales

Por: Carlos Borrero

Apenas un día después de una serie de reuniones de líderes políticos de los principales países europeos, Japón y Estados Unidos que comenzó la semana pasada, la canciller alemana, Angela Merkel, hizo comentarios en los que dejó entrever los cismas cada vez más profundos entre las potencias capitalistas.  En un discurso que ofreció a un público de la Unión Social Cristiana, una organización política aliada con la Unión Democrática Cristiana (UDC) de Merkel, la canciller alemana aseveró que, “Los tiempos en los que podíamos depender completamente de otros, hasta cierto punto han terminado. Es mi experiencia de estos últimos días.”  Haciendo referencia a la nueva administración en Washington y el Brexit, Merkel también declaró que “Los europeos tenemos que tomar el destino en nuestras manos.”  No pasó desapercibido por el resto del mundo que estas declaraciones de la canciller alemana se dieran en una fiesta de la cerveza bajo carpa en Múnich.

Los comentarios de la canciller alemana siguieron a lo que se ha descrito como una cumbre de la OTAN llena de tensiones a finales de la semana pasada, en la que el presidente estadounidense, Donald Trump, resucitó sus argumentos de que varios países miembros no estaban gastando lo suficiente en defensa y sugirió abiertamente que países como Alemania debían ‘pagos retrasados’ por sus contribuciones pasadas insuficientes.  Además de las declaraciones provocadoras sobre los gastos de defensa y las contribuciones a la OTAN, hubo una notable ausencia de un compromiso del presidente de Estados Unidos de apoyar explícitamente el artículo 5 de la alianza, la cláusula de defensa colectiva que obliga a todos los miembros a defender a cualquier país de la OTAN en caso de un conflicto bélico.

Aunque la posición de Trump sobre la OTAN refleja claramente el intento de Washington de reafirmar su dominio sobre el capitalismo europeo, los comentarios de la canciller alemana resaltan que la divergencia de intereses entre estos dos centros del capitalismo mundial se ha ensanchado.  Bajo condiciones de competencia internacional entre potencias capitalistas, todas las alianzas internacionales son temporales.  La expansión internacional del capitalismo alemán, particularmente desde la década de los ochenta, junto con el relativo declive de la supremacía económica mundial de Estados Unidos, es otro ejemplo más de las tensiones que invariablemente reproduce el sistema basado en el afán de lucro.

La reunión de la OTAN en Bruselas fue seguida durante el fin de semana por una cumbre de los países del G7 en Italia.  Esta reunión de los representantes de las naciones industrializadas reveló también la profundización de tensiones en el plano internacional.  Aunque se ha dicho mucho de la negativa de la actual administración estadounidense de secundar el acuerdo de París, la cual provocó que Merkel catalogara de “insatisfactorias” a dichas negociaciones sobre el cambio climático, fue el lenguaje alrededor del libre comercio en el comunicado final de la cumbre que más resaltó las contradicciones entre los países representados.  Tras una conferencia del G20 a principios de este año, en la que Estados Unidos bloqueó lenguaje explícito que hubiera comprometido a los países miembros a luchar contra «todas las formas» de proteccionismo, la reunión del G7 del fin de semana culminó con un documento en que se hizo eco a la retórica de campaña de Trump cuando éste despotricaba contra prácticas comerciales “injustas”.  Esto tuvo lugar después de comentarios de Trump de la semana pasada, extensivamente citadas en la prensa financiera internacional, en los que describía a Alemania como malo, muy malo cuando destacó la gran cantidad de automóviles alemanes que se venden en el mercado estadounidense.  Trump ha prometido varias veces  poner fin a esta incursión alemana en el mercado estadounidense.

Así como las quejas de Trump contra las prácticas comerciales injustas son ridículamente hipócritas, el capitalismo alemán no representa en modo alguno una alternativa «progresista» al de Estados Unidos.  La profundización de los conflictos que se está dando es entre dos potencias capitalistas que son igualmente hostiles a las necesidades de la clase obrera internacional.  Más allá de la psicología individual de Trump, quien exhibe un grado particularmente alto de comportamiento degenerado, el presidente estadounidense representa la posición objetiva y preocupaciones lógicas del capitalismo estadounidense en el mundo.

Desde la perspectiva territorial puertorriqueña, la lógica aparentemente contradictoria de la cada vez más intensa campaña anexionista en momentos de un fuerte auge del chauvinismo étnico promovido desde la  administración estadounidense actual y dirigido en gran parte a la población de origen latinoamericano, tiene su explicación en la necesidad preparar para la intensificación de estos conflictos a nivel internacional.  Lo que está promoviendo el PNP en Puerto Rico es en realidad la mayor subordinación de las masas a las necesidades de una maquinaria de guerra estadounidense que va en aumento.   Nuestra oposición a esta campaña “anexionista” no puede basarse en la perspectiva estrecha del nacionalismo puertorriqueño, el cual fomenta ilusiones de un futuro proyecto de capitalismo nacional, sino en el internacionalismo proletario en que se reconoce que tanto las tensiones sociales como los conflictos bélicos internacionales tienen su origen en el sistema capitalista internacional.

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