Los tribunales capitalistas inician provocaciones contra universitarios

por Carlos Borrero

Una vez más, la bancarrota de la jurisprudencia burguesa está plenamente expuesta.  La determinación de que la administración de la UPR no ha hecho lo suficiente para cumplir con la orden del Tribunal de Apelaciones para garantizar acceso a cinco estudiantes de la Escuela de Derecho para que crucen las líneas de piquete es una clara provocación.  La jueza Lauracelis Roques ha impuesto una multa inicial de $5.000 a la que se añadirán $1.000 adicionales cada día hasta que la administración de la UPR cumpla con la orden emitida por el Tribunal de Apelaciones.

 

Esto significa que los tribunales están imponiendo multas a la administración de la UPR hasta que ésta aliste el brazo represivo del Estado para remover físicamente a los estudiantes en huelga de los portones.  La jueza Roques bien sabe las implicaciones de su determinación.  Y con este acto de instar la violencia contra los universitarios en huelga se destaca más claramente el carácter de clase de los tribunales en la sociedad actual.  Mientras el sistema putrefacto de justicia capitalista impone sanciones a los jóvenes por romper cristales durante una manifestación masiva contra la dictadura de los buitres financieros, insta al uso de medios represivos para desalojar de los portones a estudiantes que se han levantado para defender la universidad y hacer unas demandas mínimas, tal como una auditoría de la deuda, a nombre del pueblo.

 

Tampoco debe creerse los lamentos de la presidenta interina Nivia Fernández después de la decisión del tribunal.  Fernández es una agente de la administración territorial y como tal comprometida con el esfuerzo para extraer el máximo beneficio de la UPR.  En nada se ha opuesto a los recortes severos que están siendo impuestos por la Junta de Wall Street.  Al contrario, su papel es entregar todo lo que pueda de la UPR a los parásitos financieros.  Fernández comprende muy bien que la decisión de desatar a los instrumentos coercitivos del Estado contra estudiantes universitarios requiere un elemento de «cobertura política» que la determinación de Roques establece.  Por eso podemos estar seguros de que dejará salir grandes lágrimas de cocodrilo cuando llegue el momento de que los guardias pretorianos del territorio desciendan sobre los estudiantes desarmados en los portones.

 

En cuanto a los estudiantes, sus llamados a los obreros para su apoyo activo deben ser amplificados.  Dejados solos, los estudiantes pueden caer fácilmente en la desesperación o las disputas internas.  En el caso de un despliegue de violencia estatal para romper la actual huelga, el aislamiento de los estudiantes significaría la derrota segura.  Sin embargo, cualquier llamado a los obreros no puede centrarse en los burócratas dentro de la dirección sindical.  Estos son los elementos más conservadores dentro del movimiento obrero cuya trayectoria ha sido marcada por la canalización de la lucha de los trabajadores hacia el callejón sin salida de ‘peticiones’ a los políticos capitalistas o sus putrefactos tribunales.  Por el contrario, los universitarios deben hacerle llegar su llamado directamente a los obreros de base y vincular la resistencia estudiantil a los recortes dentro del recinto a los ataques contra las conquistas históricas de los trabajadores en general.  En ambos casos, el éxito dependerá no sólo de nuevas tácticas y formas organizativas, sino también de la asimilación de la ideología revolucionaria por los elementos más brillantes tanto del estudiantado como de la clase obrera.

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