por Rogelio Acevedo
Desde hace varios meses los medios de prensa burgueses han dado gran relevancia a las “manifestaciones de protesta” de la supuesta sociedad civil venezolana contra el gobierno del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y su presidente Nicolás Maduro. Estas manifestaciones dirigidas por la derechista Mesa de Unidad Democrática (MUD) han desencadenado numerosos actos vandálicos y de violencia callejera que revelan su verdadera naturaleza golpista.
Este proceso de agudas confrontaciones en Venezuela encierra grandes lecciones para las masas trabajadoras en Puerto Rico ya que, en días recientes, tanto representantes estudiantiles como obreros, han hecho referencia al caso de Venezuela para plantear la represión a la protesta social. Este planteamiento refleja escaso conocimiento del proceso en Venezuela y presenta una peligrosa desviación de los hechos que caracterizan la lucha de clases en Puerto Rico, frente a los actos vandálicos cometidos por grupos terroristas en el hermano país. Veamos.
El llamado chavismo y su “Revolución Bolivariana” es una expresión particular del nacionalismo venezolano. Chávez fue militar y luego administrador de un proyecto de capitalismo de estado. Todo esto allanó el camino para el auge derechista que se está viendo hoy con la participación activa del imperialismo. En otras palabras, el chavismo tiene responsabilidad en todo esto. ¿Por qué?
El PSUV y todas sus instancias nunca se apoyaron en la organización independiente de la clase obrera, sino en la organización demagógica con objetivos electorales. A pesar de toda su retórica, los chavistas nunca tocaron la base de la economía capitalista o las relaciones de producción capitalistas en Venezuela. Las llamadas estructuras de “poder popular” en Venezuela se construyeron de arriba hacia abajo con el propósito de garantizar la victoria a Chávez en los diferentes procesos electorales. Por la “amplitud” de la base del PSUV se colaron numerosos elementos oportunistas, empresarios, entre otros que orientaron su política hacia el clientelismo y a la corrupción.
La empresa estatal de petróleo, PDVSA, siempre ha sido una empresa capitalista, tanto en el aspecto de las relaciones de producción entre obrero y gerente, como en su integración a los circuitos de capital financiero internacional. Hasta el día de hoy la prensa oficial (Correo del Orinoco) emite declaraciones asegurando que van a cumplir con los pagos a los bonistas internacionales. Como bien se sabe, durante el auge en los precios del barril hubo dinero para efectuar cierta redistribución de recursos hacia los más pobres, lo que inspiró la ira de la derecha venezolana. Ahora que el mercado ha cambiado hay una combinación de recortes y otras medidas monetarias para balancear las compraventas en el mercado internacional con las realidades internas.
Estos son factores que explican el fracaso del capitalismo de estado Venezuela (y su llamado ‘socialismo del siglo 21’). Esto ha provocado que el gobierno revocara ciertos ‘beneficios’ a la gente y que la derecha (con el apoyo del imperialismo) se aprovechara de la crisis para iniciar un proceso de golpe.
La más reciente “ola de protestas” en Venezuela muestra las tácticas del imperialismo para desestabilizar gobiernos “disidentes” a su política. Por un lado, utilizan a la burguesía criolla para ejecutar su plan de desestabilización para que finjan ser “oposición democrática”. Este sector, con ribetes fascistas, es recipiente de financiamiento millonario de parte de agencias de inteligencia de EEUU vinculadas a la CIA y la USAID.
Esta oposición fascista, al poseer mayoría parlamentaria, ha provocado un importante entorpecimiento en el funcionamiento del gobierno que ha limitado bastante el accionar del partido reformista gobernante PSUV. A la misma vez, se han mantenido realizando sabotajes a las redes de producción y distribución de alimentos y de los artículos necesarios para la subsistencia, creando gran malestar en las masas.
De la misma forma, la “oposición democrática” ha organizado grupos de choque compuestos por sectores desclasados y del hampa, así como sectores medios de la clase trabajadora, para llevar sus actos violentos y vandálicos. Estos grupos de “manifestantes” han creado gran malestar en la sociedad venezolana ya que sus “actos de protesta” se han caracterizado por el vandalismo y destrucción de hospitales, centros de abastecimiento de alimentos, escuelas, estaciones de metro, y hasta cometido asesinatos.
La acción concertada entre los organismos de inteligencia de EEUU, medios de prensa corporativos y la derecha venezolana se basan en la táctica de crear desasosiego con estos grupos terroristas bajo la cobertura periodística constante. Esta cobertura pretende dar gran relevancia a nivel internacional para provocar la falsa impresión de que existe una situación de protesta a nivel nacional y de desestabilización en el país. Recientemente, el gobierno venezolano, luego de presentar pruebas sobre la afiliación y financiamiento de los grupos terroristas, convocó a una multitudinaria marcha a favor de la “Revolución”.
Aún con el reformismo y oportunismo del PSUV, el proceso por diversas razones ha entrado en serias contradicciones con el imperialismo y eso generó una actitud antiimperialista de las masas hacia la intervención extranjera. A pesar de ser un fenómeno nacionalista, todavía resulta un proyecto incómodo para el imperialismo, al punto que las conspiraciones, asesinatos, sabotaje vandalismo, actos de terrorismo, en fin, un sinnúmero de actividades «contrarrevolucionarias» han galvanizado a amplios sectores populares detrás del proceso bolivariano. Con todas sus contradicciones, por múltiples razones las masas apoyan el régimen actual. Dentro de la complejidad de elementos involucrados, el proceso le ha abierto la puerta a las masas para múltiples intentos de llevar adelante formas de organizarse, que en ocasiones los ha colocado en contradicción con el régimen.
Sin embargo, es importante que hagamos una clara distinción entre el carácter de las protestas para ambos casos. En Venezuela, su gobierno está siendo objeto de un ataque coordinado entre aparatos de inteligencia de EEUU, en contubernio con la derecha venezolana para desestabilizar el país. Estos numerosos actos terroristas y asesinatos han provocado la respuesta de los organismos estatales para preservan el orden.
Por el contrario, en el caso de Puerto Rico, son las masas trabajadoras quienes estamos bajo ataque sistemático y sin tregua de los capitalistas, donde pretenden crear nuevas condiciones para la inversión implementando medidas de austeridad que aumenten la explotación. Mientras eso pasa, se aprueban medidas en preparación, no solo para reprimir con dureza la protesta, sino contra la lucha organizada que desarrollará la clase obrera.
Aunque, la lucha de clases en ambos países se desarrolla dentro del marco capitalista, aun con las contradicciones que genera la política reformista del PSUV, la gestión que ha dado continuidad al legado de Chávez goza de apoyo popular porque ha logrado aliviar efectivamente los niveles de pobreza. Mientras que, en el territorio de Puerto Rico, las masas comienzan a cuestionarse la legitimidad de un corrupto régimen de explotación, altamente impopular, que amenaza con lanzar a la miseria a cada vez más amplios sectores populares. Un régimen que solamente la lucha organizada de la clase obrera y nuestros aliados será capaz de derrotar.
El caso de la lucha del hermano pueblo venezolano debe servirnos también como lección para que la clase obrera y las masas comprendamos que dentro del reformismo no hay conquistas duraderas. La única forma en que la clase obrera puede mantener sus conquistas en todos los campos es arrebatándole el poder político a la burguesía, sus medios de producción y dándose a la tarea de construir el socialismo.
¡A construir consejos obreros!