Por Ismael Castro
Doña Jenny en Washington y Ricky en la Fortaleza dicen que están ‘ofendidos’ con los tuits de Donald Trump en los que éste último recurre a la vieja táctica de usar a Puerto Rico como peón en sus cálculos de ajedrez político con el Congreso. La controversia política fue desatada por los tuits de Trump en que proclama que cualquier reasignación de fondos de Medicaid (o Medicare) para apuntalar el sistema de salud en Puerto Rico, el cual se encuentra en pleno desmoronamiento, representa un rescate injusto para el territorio. Trump, con cinismo típico, ha presentado a cualquier reasignación de fondos federales a Puerto Rico como una afrenta a las personas en Iowa, Ohio, etc. y un regalo a las aseguradoras. Las respuestas de Jenny y Ricky destacan la completa bancarrota del establishment político puertorriqueño.
Nuestros políticos, cuya estrategia política se basa precisamente en la promoción del servilismo ante sus Senior Partners en la metrópoli; quienes ejecutan fielmente su cargo al entregar a los jóvenes puertorriqueños a los amos imperiales para que sirvan de carne de cañón en sus guerras depredadoras; quienes cumplen obedientemente con los dictados de la oligarquía financiera de Wall Street para aplastar a los trabajadores y servirles a los parásitos todo recurso rentable en bandeja de plata; y quienes cínicamente facilitan el éxodo masivo de los puertorriqueños de su tierra natal mientras ofrecen toda clase de incentivo a los capitalistas extranjeros para acumular mansiones playeras y especular sobre la propiedad; éstos están ofendidos.
La verdad es que los tuits de Trump son el mejor regalo para este débil e impotente grupo de lacayos coloniales. Estos tuits han dado al paciente moribundo un rescate temporal con que los lacayos políticos ahora pueden fingir indignación y declarar en castellano – porque cuando hablan con sus amos en inglés no se atreven – cómo van a defender el ‘honor’ de los ciudadanos estadounidenses en Puerto Rico contra todo insulto humillante. Aparte de las negociaciones entre demócratas y republicanos sobre el presupuesto federal y la amenaza de un cierre del gobierno estadounidense, los tuits de Trump ofrecen el manto perfecto bajo el cual ciertos grupos de bonistas, que siguen enredados en conflictos unos con otros, pueden ejercer presión sobre la administración mediante el condicionamiento del otorgamiento de fondos federales a la aplicación de ciertas disposiciones de la Ley PROMESA. Mientras a ciertos grupos de bonistas les conviene ampararse al Título III de dicha ley, otros prefieren aplazar la aplicación de este mecanismo en aras de evitar concesiones mínimas en un proceso de negociación del repago de la deuda dirigido por los tribunales.
Al mismo tiempo, los tuits de Trump sirven para presentarles un chivo expiatorio a los sectores de la población estadounidense más susceptible al veneno etno-nacionalista con que han sido movilizados. Ya no serán los armamentistas o los parásito financieros, elementos que componen la administración organizada por Trump, el blanco de la ira popular de los sectores más atrasados de la población estadounidense sino los habitantes de una isla caribeña invadida e intervenida por el imperialismo estadounidense hace más de cien años.
Si los lacayos del territorio se indignan, los obreros boricuas también. Pero la indignación obrera se basa en los ataques brutales con que se pretende someter a la servidumbre por deudas a las masas puertorriqueñas. Nuestra indignación se basa en la vil corrupción que caracteriza a los políticos del territorio. Nuestra indignación se basa en los crudos intentos de los capitalistas y sus defensores políticos para negar a las masas obreras el acceso a la educación de calidad, el cuidado médico, la vivienda adecuada y un retiro digno.
Los obreros más conscientes en Puerto Rico bien saben que los únicos aliados en tienen en esta lucha son sus hermanos y hermanas proletarios de EEUU y el resto del continente. Los intentos de Trump para oponer un grupo de obreros a otro fracasarán. Las masas obreras en EEUU también se levantan ante la brutal ofensiva que lleva a cabo la oligarquía de parásitos financieros. Con el tiempo, estas manifestaciones de furia popular cobrarán la conciencia y la organización necesarias para derrumbar el gobierno de los capitalistas. Para Jenny, Ricky y los demás “indignados” de la administración territorial, reciban este mensaje de los obreros del país que tanto han traicionado: sus días son contados.