Por: Carlos Borrero
La noticia anoche del bombardeo de una base aérea cerca de Homs, ciudad en el oeste de Siria, por EEUU representa la reconciliación de las facciones de la clase dominante de EEUU en pugna. El bombardeo se llevó a cabo con por lo menos 60 misiles crucero Tomahawk lanzados desde dos buques de guerra estadounidenses que se encuentran en el Mar mediterráneo, el USS Porter y Ross. El pretexto para esta agresión fue el ataque químico en Idlib, un pueblo ubicado en el noroeste de Siria, que tuvo lugar el martes pasado el cual tanto el gobierno como la prensa estadounidenses le han atribuido, sin prueba ninguna, al régimen de Assad. El evento marca una escalada de las agresiones militares llevadas a cabo por EEUU dentro de Siria aunque se considera la primera vez que se ataca directamente al gobierno de Assad.
Durante las últimas tres décadas el imperialismo estadounidense ha realizado numerosas campañas de agresión militar en la región resultando en una incalculable pérdida de vidas y la desestabilización si no la completa destrucción de sociedades. Todo lo ocurrido ha tenido lugar bajo el fraudulento pretexto de salvar al mundo de tal o cual tirano regional. En años recientes, la agresividad del imperialismo estadounidense en la región se ha intensificado. Actualmente, el gobierno de Washington sigue operaciones militares directas en Afganistán e Irak, apoya la destrucción que se está llevando a cabo en Yemen mediante el suministro de armamento al ejército invasor saudita y el uso directo de fuerzas especiales, suministra armamentos a los gobiernos represivos de Egipto y Bahrein, ocupa militarmente a Yibuti y está en proceso de expandir su presencia militar en África, particularmente en los países del ‘cuerno’ como Somalia, a través de Africom, el comando estadounidense en África.
Este muestreo de belicismo regional pone de manifiesto la completa falta de credibilidad de las afirmaciones de que la intervención militar estadounidense tiene la intención de impedir que unos dictadores cometan atrocidades. Aquellos que son los más responsables de actos atroces en el planeta son las sucesivas administraciones estadounidenses que han desatado la fuerza destructiva del Pentágono sobre el mundo, la mayoría de las veces bajo pretextos completamente falsos. La declaración de Trump de anoche – que ha sido repetida ad nauseum durante los últimos años por varios presidentes de EEUU – de que un bombardeo estadounidense contra de otro país del Medio Oriente fuera para proteger los «intereses de seguridad nacional» sería risible si no fuera por el sufrimiento humano que provocan tales acciones.
Con la ascensión de Trump a la presidencia hubo durante los primeros meses, una pugna entre facciones de la clase dominante en EEUU alrededor de la orientación de su política externa. Sin embargo, todo parece que dichas pugnas han sido resueltas con la decisión de bombardear a Siria. La facción más poderosa de la clase dominante estadounidense ha desarrollado durante años una estrategia para enfocarse en Rusia a corto plazo mediante provocaciones en Polonia, los estados bálticos y Ucrania, por un lado, y agresiones militares por el flanco suroeste ruso en lugares como Siria, por el otro. Sin embargo, la victoria de Trump en las elecciones temporalmente interrumpió aquellos planes por lo que ha provocado una intensa campaña mediática en que se intenta presentar al actual presidente estadounidense como un agente de Moscú. Trump, un forastero político, parece que se puso ‘en línea’ con su más reciente movida en Siria. Se anticipa que este bombardeo directo contra las fuerzas del régimen de Assad, aliado de Moscú, descarrile cualquier intento de establecer un detente entre la administración de Trump y Rusia.
Lo que está por verse es hasta qué punto Trump bajará o no el tono de su retórica provocativa dirigida contra Corea del Norte o si ya hay un consenso dentro de la clase dominante estadounidense de que una guerra mundial es inevitable a corto plazo. Independientemente de todo esto, lo que sí queda claro es que el imperialismo estadounidense está preparando para la guerra. Esta creciente agresividad del imperialismo estadounidense resulta de la erosión relativa de su poderío económico en escala mundial. La guerra figura como respuesta lógica del capital estadounidense mientras intenta compensar por los retos a su incuestionable dominio sobre sus rivales en los mercados, la capacidad productiva y la finanza de antes mediante la única ventaja que le queda, su poderío militar.
Nuestra oposición a este impulso bélico del imperialismo estadounidense no se basa en el pacifismo como principio o el apoyo al régimen reaccionario de Assad. Nuestra oposición a las últimas movidas del imperialismo estadounidense se basan en una comprensión científica del imperialismo como fase del capitalismo en la cual se intensifican todas las inherentes contradicciones del último. Son estas inherentes contradicciones que obligan a los capitalistas a emprender la guerra tanto en el extranjero como en el interior. Por eso están unidos tanto republicanos como demócratas en esta campaña de agresión militar. Desde Puerto Rico, la clase obrera repudia el bombardeo estadounidense de Siria y todas las agresiones imperialistas a través del mundo. Entendemos que únicamente la clase obrera unida puede salvar al mundo de otra hecatombe mediante la toma revolucionaria de poder y la transformación socialista llevada a cabo bajo los principios del internacionalismo proletario.